Carolina Lozano, psicóloga, si la Navidad te hace sentir mal estás gestionando mal tus emociones

Carolina Lozano, psicóloga, si la Navidad te hace sentir mal estás gestionando mal tus emociones

Aunque la Navidad se asocia a luces, alegría y reencuentros, para muchas personas es una época difícil. Las expectativas sociales —“hay que estar feliz”, “hay que celebrar”, “hay que reunirse”— pueden generar una presión emocional enorme. Si no sientes esa felicidad, y si la Navidad te hace sentir mal puedes llegar a pensar que algo va mal en ti. Pero no es así: la tristeza, la nostalgia o incluso el rechazo hacia estas fechas son emociones completamente válidas. No a todo el mundo le gusta la Navidad, y reconocerlo también forma parte del bienestar emocional.

La psicóloga Carolina Lozano explica que no conectar con la Navidad no es una rareza, sino una forma más de vivir estas fechas. A veces el motivo está en una pérdida reciente, un cambio vital o simplemente en que nuestro estado emocional no coincide con el clima festivo general. En estos casos, es normal que surjan sentimientos de soledad o incomodidad. Según el National Institutes of Health (NIH), las fiestas pueden amplificar las emociones ya existentes: quien está bien puede sentirse aún mejor, y quien atraviesa un mal momento puede vivirlo con mayor intensidad. Por eso, aceptar lo que uno siente, sin compararse con los demás, es el primer paso para pasar estas fiestas con serenidad.

Qué pasa si la Navidad te hace sentir mal

Las causas de ese malestar pueden ser muy diversas. A veces, lo que duele no es la Navidad en sí, sino lo que representa: la falta de alguien que ya no está, un ciclo vital que cambió o un sentimiento de vacío. En otros casos, pesa la presión de tener que mostrarse alegre o sociable cuando el cuerpo pide calma y recogimiento.

Carolina Lozano describe tres tipos de vivencias emocionales que suelen aparecer en estas fechas:

Cada una de estas formas expresa un intento —consciente o no— de adaptarse a un entorno que parece exigir felicidad. Pero intentar forzar una emoción que no sentimos solo aumenta el malestar. En realidad, la clave está en no negar lo que sentimos, sino en escucharlo y darle espacio.

Aceptar las emociones sin juzgarlas

Si la Navidad te hace sentir mal, puedes hacer varias cosas. Según los expertos, un primer paso es aceptar las emociones implica dejar de luchar contra ellas. La tristeza, el cansancio o la apatía no son “enemigos” que deban eliminarse, sino señales que el cuerpo y la mente nos envían.

En Navidad, donde todo parece girar en torno a la alegría, esto resulta más difícil. Pero precisamente por eso, reconocer que no te apetece celebrar o que prefieres pasar las fiestas de otra forma puede ser un acto de autocuidado.

La NIHCM Foundation destaca en sus guías sobre salud mental que validar las emociones personales —sin intentar encajarlas en lo que “debería sentirse”— es una herramienta clave para prevenir la ansiedad y la depresión estacional. No se trata de negar la fiesta, sino de encontrar una manera de vivirla que sea coherente con tu momento vital. Quizá eso implique pasarla en calma, reducir compromisos sociales o simplemente permitirte estar como estás.

Romper con la obligación de celebrar

Una de las ideas más liberadoras es comprender que no hay una única manera de vivir tal fiesta. No todas las personas disfrutan de las grandes comidas familiares, los regalos o el bullicio. Y eso no tiene nada de malo. Es perfectamente válido optar por un plan diferente: un paseo por la naturaleza, una escapada, una tarde de lectura o incluso trabajar voluntariamente en algo que te conecte con otros desde un lugar más tranquilo.

Muchas personas organizan viajes para desconectar y no enfrentarse a estos días, es algo válido, pero no resuelve el problema que puede haber detrás, por lo que es mejor enfrentarse a ello y tratarlo.

Mantener rutinas y cuidar los pequeños hábitos

Cuando las emociones están removidas, los hábitos se convierten en un ancla. Mantener las rutinas diarias —dormir a la misma hora, hacer ejercicio, comer bien, cuidar la higiene del sueño— ayuda a estabilizar el estado de ánimo. No hace falta grandes cambios ni proyectos ambiciosos: a veces basta con conservar lo cotidiano.

Carolina Lozano, la psicóloga, subraya que continuar con la rutina habitual es una de las formas más efectivas de evitar que la Navidad “desordene” emocionalmente. Hacerlo aporta estructura y previsibilidad en un momento del año en que todo parece alterarse. También puede ayudar establecer límites: decidir a qué eventos se quiere ir y a cuáles no, cuánto tiempo pasar en familia o con amigos, y reservar momentos de soledad o descanso si se necesitan.

Buscar conexión sin forzarla

No todo contacto social tiene que ser festivo. A veces basta con compartir un café tranquilo con alguien de confianza o enviar un mensaje sincero. De hecho la sociabilidad va bien para mejorar y tener una mente más viva.

Ahora bien si la Navidad te hace sentir mal, y la tristeza o la apatía son muy intensas, es el momento de pedir ayuda profesional también es una opción válida y valiente. Los psicólogos recuerdan que no hay que esperar a sentirse “muy mal” para pedir apoyo: hacerlo a tiempo puede prevenir que las emociones se agraven. Todo ello te ayudará a controlar tus emociones.

Conectarse con los demás desde un lugar auténtico, sin fingir, suele generar alivio. No hace falta ponerse una máscara de alegría: basta con ser honesto sobre cómo te sientes. En el fondo, muchas personas se sienten igual durante estas fiestas, solo que no lo dicen. Se trata de hacer lo mismo que cada día sin darle mucha importancia al día en que estamos para no sentirse peor.

 

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