Contenido
- 0.1 Los 4 errores de crianza que provocan que los niños no hagan caso a los padres, según la psicología
- 0.2 Ni crucigramas ni música: el ‘hobby’ recomendado a los mayores de 65 para congeniar y evitar el declive cognitivo
- 0.3 Ni prohibir ni enfadarse: un psicólogo da las claves para actuar si tu hijo pasa demasiado tiempo con el móvil
- 1 Cómo es la persona que finge ser buena
La amabilidad fingida puede ser más peligrosa que una actitud abiertamente hostil. En muchas relaciones personales, profesionales o incluso familiares, nos encontramos con personas que, a simple vista, parecen encantadoras, generosas y empáticas, pero que en el fondo esconden intenciones manipuladoras, egocéntricas o interesadas. Detectar a alguien que finge ser buena persona no es fácil, porque suelen dominar el arte de la apariencia: saben qué decir, cómo comportarse y cuándo mostrarse disponibles para causar una buena impresión. Sin embargo, hay señales que pueden ayudarnos a descubrir la diferencia entre la bondad auténtica y la construida para conveniencia.
La terapeuta Andrea Lasprilla, en un video viral en TikTok, explica con claridad algunos indicios para detectar estas conductas disfrazadas. Según ella, hay personas que hacen uso constante de la “amabilidad estratégica”, es decir, actúan con generosidad selectiva solo cuando hay testigos, buscan reconocimiento o esperan algo a cambio. También destaca cómo este tipo de individuos tienden a hablar excesivamente sobre su propia bondad, como si sintieran la necesidad de convencer al mundo de lo buenas personas que son. Pero más allá de lo que dicen, lo verdaderamente revelador es cómo actúan en privado, cuando no hay beneficios inmediatos o cuando no reciben atención. En esos momentos, suelen mostrar impaciencia, indiferencia o incluso crueldad con quienes consideran que no merecen su esfuerzo. Este patrón psicológico se relaciona estrechamente con lo que estudios académicos denominan «altruismo egocéntrico», una forma de conducta social que busca más la gratificación personal que el bienestar ajeno.
Cómo es la persona que finge ser buena
El exceso de discurso moral como señal de alerta
Una de las señales más comunes de que alguien finge ser buena persona es su insistencia en hablar sobre temas de valores y ética, pero sin respaldarlo con acciones coherentes. Tal como advierte Lasprilla, estas personas suelen repetir frases como “yo siempre ayudo a los demás” o “soy incapaz de hacerle daño a alguien”, lo cual podría parecer positivo al principio. Sin embargo, el exceso de autorreferencia moral es una forma de construcción del ego y puede ser un intento de blindarse frente a críticas.
Según un estudio de la American Psychological Association (APA), las personas que necesitan constantemente demostrar su bondad frente a los demás pueden estar intentando compensar una baja autoestima o un comportamiento poco ético en otras áreas de su vida.
La ausencia de coherencia entre palabras y actos
La verdadera bondad no necesita publicidad. Por eso, uno de los principales indicios de falsedad es la falta de coherencia entre lo que alguien dice y lo que hace. Estas personas pueden ofrecerse para ayudar en público, pero nunca estar disponibles realmente cuando se necesita apoyo. O bien, promueven discursos sobre el respeto y la empatía, pero maltratan a quienes consideran inferiores o no útiles.
Esta disonancia es clave para entender que su comportamiento amable es selectivo y está guiado por intereses. Como señala el European Journal of Social Psychology, la incongruencia entre discurso y conducta en contextos sociales es una forma de manipulación relacional frecuente en entornos laborales y familiares.
La necesidad de reconocimiento constante en ser buena persona
Otro rasgo que delata a quienes fingen ser buenas personas es su obsesión por recibir reconocimiento. Su ayuda nunca es silenciosa ni desinteresada: necesitan que se sepa, que se les agradezca, que se les celebre. Esto convierte sus actos “altruistas” en herramientas de validación.
En muchos casos, si no reciben la atención esperada, se victimizan o incluso retiran su “bondad”, mostrando su verdadera motivación: no era ayudar, sino brillar. Esta dinámica está profundamente ligada al narcisismo encubierto, una forma sutil de egocentrismo que se disfraza de generosidad, como han explorado diversos estudios en psicología conductual.
La selectividad con las personas
La bondad auténtica es constante, no depende del estatus o del beneficio que puede aportar la otra persona. Por eso, otro indicio revelador es observar cómo trata alguien a quienes considera «irrelevantes» para su imagen: camareros, personal de limpieza, empleados sin poder.
Quien fingen ser amable solo son corteses con aquellos que pueden ofrecerles algo. Con los demás, son indiferentes o incluso despectivos. Este tipo de comportamiento selectivo es uno de los signos más consistentes de que la bondad es una estrategia, no una convicción.
La falta de autocrítica sincera para ser buena persona
Quien es verdaderamente buena persona sabe que puede equivocarse, pide disculpas, reconoce sus errores. En cambio, quienes fingen esa bondad rara vez aceptan críticas. Justifican sus malas acciones o las minimizan, e incluso pueden reaccionar con hostilidad ante cualquier señalamiento. Su imagen moral es tan frágil que cualquier roce con la realidad se percibe como un ataque. Esta resistencia a la autocrítica sincera refuerza la idea de que lo que les importa no es ser, sino parecer.