Contenido
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- 0.2 El doctor José Luis Cidón habla claro sobre el ayuno intermitente: «No está diseñado para perder peso…»
- 0.3 Un estudio confirma lo que pasa en nuestro cuerpo cuando desayunamos galletas y todos lo sabemos
- 1 Coca-Cola normal o la Zero: el problema del azúcar
La eterna duda entre tomar Coca-Cola normal o Zero ha vuelto a ganar protagonismo gracias a un reciente vídeo del médico y divulgador científico @davidcallejo10 en TikTok, que ha generado debate en redes sociales. En su publicación, Callejo explica que una lata de Coca-Cola tradicional contiene 35 gramos de azúcar, lo que equivale a unas siete cucharaditas, y alerta sobre los riesgos que este exceso representa para la salud: mayor probabilidad de obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares e incluso un incremento del riesgo de mortalidad.
Sin embargo, advierte también que la alternativa “sin azúcar”, la Coca-Cola Zero, no está exenta de inconvenientes, ya que contiene edulcorantes artificiales que pueden alterar la microbiota intestinal y aumentar el deseo de consumir alimentos dulces. El debate, por tanto, no se centra en cuál de las dos versiones es “saludable”, sino en cuál puede considerarse el mal menor. La evidencia científica disponible indica que, si bien los edulcorantes tienen efectos secundarios potenciales, sus riesgos son significativamente menores que los asociados al consumo excesivo de azúcar. En este contexto, muchos expertos coinciden con la conclusión de Callejo: la Coca-Cola Zero podría ser una opción “menos perjudicial” que la versión tradicional, pero ambas deben considerarse bebidas de consumo ocasional, no habitual. Lo verdaderamente recomendable, recuerdan las instituciones sanitarias, sigue siendo el agua.
Coca-Cola normal o la Zero: el problema del azúcar
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el consumo de azúcares libres no supere el 10% de la ingesta calórica total diaria, y sugiere incluso reducirlo por debajo del 5% para obtener beneficios adicionales para la salud. En el caso de un adulto, esto equivale aproximadamente a 25 gramos diarios, una cantidad que se supera fácilmente con una sola lata de refresco convencional.
Los efectos del exceso de azúcar no se limitan al aumento de peso. Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), el abuso de bebidas azucaradas se asocia con alteraciones metabólicas, resistencia a la insulina, incremento de la grasa abdominal y mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Además, el consumo frecuente de azúcar provoca aumentos rápidos de glucosa en sangre, seguidos de caídas bruscas que generan fatiga, irritabilidad y la necesidad de volver a ingerir algo dulce. Este ciclo perpetúa el deseo de azúcar, dificultando el control del apetito y la regulación energética.
El cuerpo humano no necesita azúcar añadido para funcionar correctamente. La glucosa necesaria para el metabolismo se obtiene naturalmente a través de los hidratos de carbono presentes en frutas, verduras y cereales integrales. Por eso, cuando se sustituye el agua o las infusiones por refrescos, el equilibrio energético se distorsiona y los efectos negativos no tardan en aparecer.
Edulcorantes: el “mal menor” con efectos secundarios
Frente al azúcar, escoger entre Coca-Cola normal o la Zero, que usa edulcorantes artificiales o acalóricos, hay alternativas como la sucralosa, el aspartamo o el acesulfamo K. Estos compuestos aportan dulzor sin añadir calorías, lo que en teoría los convierte en una alternativa más saludable. Sin embargo, diversos estudios han revelado que su consumo continuado también puede tener efectos fisiológicos adversos.
Según un informe de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), los edulcorantes aprobados en la Unión Europea son seguros dentro de los límites establecidos, pero su consumo excesivo puede alterar el equilibrio de la microbiota intestinal, afectando el metabolismo y la sensación de saciedad. Algunas investigaciones recientes también indagan en que el uso prolongado de edulcorantes puede aumentar el apetito por alimentos dulces, lo que podría favorecer hábitos alimentarios poco saludables.
Aun así, los riesgos asociados a los edulcorantes son, en términos generales, mucho menores que los del azúcar. Las bebidas Zero no elevan la glucosa en sangre ni aportan calorías vacías, y por tanto pueden ser una alternativa útil en contextos concretos, como para personas con diabetes o que intentan reducir su peso. Pero la recomendación médica es clara: su consumo debe ser esporádico y moderado, no diario.
Coca-Cola normal o la Zero: lo que dice la ciencia
Las instituciones de salud coinciden en un punto esencial: ninguna bebida azucarada o edulcorada debe considerarse saludable. La OMS, la EFSA y la AESAN insisten en que la mejor forma de hidratación es el agua, acompañada de bebidas naturales sin azúcares añadidos, como las infusiones o el agua con limón.
El verdadero problema, apuntan los expertos, radica en la normalización del consumo de refrescos como parte de la rutina diaria. Beberlos de manera ocasional —por ejemplo, en una comida especial o durante un fin de semana— no supone un riesgo relevante. Pero cuando se convierten en una fuente habitual de líquidos, el impacto metabólico es inevitable, sea por el azúcar o por los edulcorantes.
Por ello, los nutricionistas subrayan la importancia de educar el paladar para reducir la preferencia por el sabor dulce. Beber agua con gas, infusiones frías o preparar bebidas caseras con frutas frescas puede ser una alternativa agradable y sin efectos adversos.