Contenido
- 0.1 Ni pilates ni andar: el ejercicio que deben hacer las mujeres de más 50 años según Elsa Pataky
- 0.2 Caminar por la orilla está bien, pero hay un ejercicio mejor para los mayores de 60 años que estén en la playa
- 0.3 El zumba está bien, pero hay un mejor ejercicio acuático para que los mayores de 60 años ganen fuerza
- 1 ¿Por qué es tan importante ganar músculo después de los 50 años?
- 2 Entrenamientos que ayudan a ganar músculo a partir de los 50 años
- 3 Otros factores que influyen al ganar fuerza
Los 50 suenan fácil, pero la realidad es que esas cinco décadas van llenas de cambios y experiencias. Puede que llegues casado, soltero, divorciado… da igual. Lo único que te acompaña desde el primer día y que seguirá haciéndolo hasta el último es el cuerpo. Y este templo, aunque a veces lo olvidemos, hay que cuidarlo. Envejecer no es una excusa para dejarlo de lado; al contrario, es el momento de tomárselo más en serio.
Hay quienes piensan que entrenar es sólo cuestión de estética, algo que se hace para lucirse en la playa cuando llega el verano. Sin embargo, esa idea está muy lejos de la realidad. La actividad física, especialmente la fuerza, es clave para mantener la autonomía, la agilidad y la salud a largo plazo.
Lo que haces hoy se notará dentro de 10 o 15 años. Y uno de los pilares que más marcan esa diferencia es el músculo. Ganarlo, conservarlo y entrenarlo de forma consciente.
¿Por qué es tan importante ganar músculo después de los 50 años?
Según el entrenador personal Yuri Biart, en un artículo de su portal especializado BodyOn Pamplona, llegar a los 50 conlleva una caída natural de ciertas hormonas esenciales para la masa muscular: testosterona, hormona del crecimiento e IGF-1. Esta bajada impacta directamente en la fuerza, la energía y la capacidad del cuerpo para mantener el músculo.
Al perder masa muscular, el cuerpo pierde resistencia, agilidad y potencia. Tareas cotidianas como subir escaleras, cargar bolsas o incluso agacharse se vuelven más exigentes. A nivel estético también hay cambios: los músculos se aplanan, se pierde firmeza, la piel se descuelga. Pero más allá de lo visual, lo que se pone en juego es la funcionalidad.
A los 50, descuidarse no es una opción. Entrenar fuerza no es sólo para jóvenes ni para culturistas. Es una herramienta poderosa para frenar el envejecimiento, ganar calidad de vida y seguir sintiéndote fuerte por dentro y por fuera.
Entrenamientos que ayudan a ganar músculo a partir de los 50 años
Si quieres mejorar tu fuerza después de los 50, tienes que empujar a tus músculos a salir de la zona de confort. Hacer lo de siempre no sirve, hay que exigirles más.
El entrenamiento de fuerza (ya sea con pesas, bandas elásticas o tu propio peso corporal) sigue siendo la base. Y dentro de este, los ejercicios compuestos son los reyes. Sentadillas, press de banca, peso muerto, remo con barra… Movimientos que activan varios grupos musculares a la vez y que, bien ejecutados, mejoran tanto la masa muscular como la fuerza funcional.
Se recomienda entrenar al menos dos o tres veces por semana, dejando 48 horas de descanso entre sesiones que trabajen los mismos grupos musculares. Así das tiempo al cuerpo para recuperarse y crecer.
Además, incluir trabajo de movilidad y estiramientos (como pilates o yoga) ayuda a prevenir lesiones y a mantener una postura saludable, algo crucial con los años. No menos importante: la progresión. Aumentar gradualmente el peso, la intensidad o la dificultad del ejercicio mantiene al músculo en constante adaptación.
Otros factores que influyen al ganar fuerza
No todo es levantar pesas. El músculo también se construye en la cocina y mientras duermes. Comer suficiente proteína (entre 1 y 1,2 gramos por kilo de peso corporal al día) es esencial. Carnes magras, huevos, pescado, legumbres… todo suma. Acompáñalas con carbohidratos complejos (cereales integrales, frutas, verduras) para tener energía sostenida, y con grasas saludables que mantengan el equilibrio hormonal.
Dormir bien también es parte del entrenamiento. Entre 7 y 9 horas por noche permite que los tejidos se reparen y las hormonas actúen. Y no olvides hidratarte: algo tan básico como beber suficiente agua antes, durante y después del ejercicio marca la diferencia.