La hipertensión es de esas enfermedades que no siempre avisa, pero que suele hacer mucho daño. Se siente en el cuerpo, y no hace falta tener antecedentes familiares para acabar desarrollándola.
Las causas son variadas. Con la edad, las arterias pierden flexibilidad. La genética influye, pero también lo hace el estilo de vida: comer mal, no moverse, fumar, abusar del alcohol o vivir estresado.
Las consecuencias, por desgracia, son serias. Infartos, ictus, fallos renales o problemas de visión. Por eso no basta con reducir la sal del plato, sino que hay otra herramienta poderosa que los mayores de 60 años están redescubriendo, y no tiene nada que ver con una pastilla.
Este es el hábito que más beneficia a los mayores con hipertensión, según los expertos
La Clínica Mayo asegura que hacer ejercicio de forma regular es la clave. No es un consejo genérico. Caminar a buen ritmo, nadar, andar en bici o bailar pueden bajar la presión entre 5 y 8 mm Hg. Y lo más importante es que ese efecto se mantiene si el ejercicio se convierte en rutina.
La razón es fisiológica. Cuando el corazón se fortalece, necesita menos esfuerzo para bombear sangre. Menos esfuerzo significa menos presión sobre las arterias. A eso se suma otro factor: el ejercicio mejora la elasticidad de los vasos sanguíneos, algo esencial para mantener una buena circulación en la vejez.
Con 30 minutos diarios de actividad moderada, bien repartidos durante la semana, ya se ven resultados. Los expertos también recomiendan incluir algo de fuerza dos veces por semana. Un par de sesiones con pesas ligeras, bandas elásticas o ejercicios con el propio peso del cuerpo pueden marcar la diferencia.
El yoga suave, el pilates adaptado o ejercicios de equilibrio como el tai chi ayudan a mejorar la movilidad y la presión arterial. Subir escaleras con calma o hacer rutinas de estiramiento diario también suma. Lo importante es mantener el cuerpo activo sin sobrecargarlo.
Por otro lado, la actividad física ayuda a controlar el peso, uno de los grandes enemigos de la presión arterial. Basta perder unos pocos kilos para notar una bajada real. Y además, mejora el ánimo, reduce el estrés y ayuda a dormir mejor. La pastilla ayuda, pero no lo hace todo.
Otros hábitos que ayudan a la hipertensión
Además del ejercicio, hay otras pautas respaldadas por la ciencia. Comer saludable es fundamental. La dieta DASH, por ejemplo, rica en frutas, verduras, cereales integrales y baja en grasas saturadas, ha demostrado ser eficaz. También es importante moderar el consumo de sal, incluso en los alimentos procesados que parecen inofensivos.
Dormir bien, al menos siete horas cada noche, es otro pilar. La falta de sueño continuada puede disparar la presión. Lo mismo ocurre con el estrés crónico: aprender a identificarlo y gestionarlo es tan importante como cualquier otra medida. Por otro lado, dejar el tabaco y moderar el alcohol también cuentan.
Al final, la clave está en no resignarse. La hipertensión no tiene por qué limitar la vida, pero sí exige compromiso. Y moverse (aunque sea un poco cada día) es una de las decisiones más inteligentes que puede tomar alguien de más de 60 con tensión alta.