Caminar está muy bien, pero los expertos insisten en este otro ejercicio para no perder la independencia al envejecer

Este tipo de movimientos fortalecen grandes grupos musculares y contribuyen a la coordinación

Caminar está muy bien, pero los expertos insisten en este otro ejercicio para no perder la independencia al envejecer

Envejecer no significa renunciar a la vitalidad ni aceptar pasivamente la pérdida de fuerza física. Al contrario, la ciencia demuestra que a partir de los 50 años el movimiento se convierte en un factor determinante para conservar la autonomía, la calidad de vida y la salud mental. La actividad física regular ayuda a mantener la densidad ósea, mejorar la circulación, fortalecer los músculos y preservar la flexibilidad. Además de caminar, hay otro ejercicio para envejecer mejor. Tiene efectos comprobados sobre el estado de ánimo, reduciendo los niveles de ansiedad y depresión.

Así es como los especialistas insisten en que nunca es tarde para comenzar a ejercitarse, siempre con rutinas adaptadas a cada edad y condición física. En los últimos años, varios estudios, como el realizado por la Universidad de Harvard, ha puesto de relieve la importancia de ciertos ejercicios sencillos, pero altamente efectivos para personas de más de 50 años. Entre ellos destacan las sentadillas, el levantamiento de brazo y pierna contraria o el puente de glúteos, todos accesibles sin necesidad de equipamiento caro y con un bajo riesgo de lesión si se realizan correctamente. Este tipo de movimientos no solo fortalecen grandes grupos musculares, sino que también contribuyen a la coordinación y al equilibrio, dos capacidades fundamentales para prevenir caídas en la madurez. La evidencia es clara: incorporar estos ejercicios a la vida cotidiana es una de las mejores decisiones para afrontar con energía y seguridad el paso del tiempo.

El ejercicio para no perder la independencia al envejecer

Los especialistas en medicina deportiva y fisioterapia coinciden en que el objetivo no es alcanzar marcas atléticas, sino reforzar los músculos más importantes para la estabilidad y la movilidad diaria. Las sentadillas, por ejemplo, son un movimiento completo que activa las piernas y los glúteos, a la vez que mejora la postura. Realizar tres series de diez repeticiones al día puede marcar una gran diferencia en la fuerza funcional.

Otro ejercicio recomendado es la elevación de brazo y pierna contraria. Se realiza en posición de cuadrupedia, apoyando manos y rodillas en el suelo. Desde ahí, se extiende el brazo derecho hacia adelante y la pierna izquierda hacia atrás, manteniendo la espalda recta.

Este movimiento fortalece la zona lumbar, los glúteos y los hombros, además de mejorar la coordinación neuromuscular. A ello se pueden sumar planchas frontales, estiramientos suaves y caminatas diarias, que completan un plan de entrenamiento equilibrado y seguro.

El papel del equilibrio y la prevención de caídas

Con el envejecimiento, uno de los riesgos más frecuentes son las caídas, que pueden derivar en fracturas y pérdida de independencia. Trabajar el equilibrio y el ejercicio de fuerza muscular se vuelve, entonces, una prioridad. El puente de glúteos o simplemente mantenerse de pie sobre una pierna durante unos segundos ayudan a reforzar la estabilidad corporal.

Un informe del European Network for the Promotion of Health-Enhancing Physical Activity (HEPA Europe), coordinado por la Organización Mundial de la Salud en Europa, señala que la actividad física regular en adultos mayores reduce hasta en un 40% el riesgo de caídas y sus consecuencias. Esto confirma que no se trata únicamente de una cuestión estética o de fuerza, sino de un auténtico seguro de vida.

Beneficios cognitivos y emocionales

El ejercicio físico después de los 50 no se limita a mejorar el tono muscular. Diversas investigaciones han mostrado que también repercute positivamente en la salud cognitiva. Practicar ejercicio aeróbico o de resistencia estimula el flujo sanguíneo cerebral y la liberación de neurotransmisores asociados con la memoria y la concentración.

De hecho, un informe de la European Society of Cardiology subraya que mantener rutinas de actividad física moderada reduce el riesgo de deterioro cognitivo y demencia.

A nivel emocional, el deporte es un potente antídoto contra la soledad y la depresión. Al participar en clases grupales, paseos organizados o entrenamientos supervisados, las personas mayores no solo cuidan su cuerpo, sino que también fortalecen su red social.

Cómo comenzar de manera segura

Para quienes nunca han hecho deporte de forma regular, la clave está en la progresión. No se trata de realizar grandes esfuerzos desde el inicio, sino de comenzar con sesiones cortas de 10 a 15 minutos, tres veces por semana, e ir aumentando gradualmente la duración y la intensidad. Contar con la supervisión de un fisioterapeuta o entrenador especializado puede garantizar que los movimientos se ejecuten correctamente, evitando lesiones.

Asimismo, conviene prestar atención al calzado, la hidratación y la respiración. Un pequeño ritual de calentamiento antes de la actividad y unos minutos de estiramiento al finalizar son esenciales para proteger los músculos y las articulaciones. La constancia, más que la intensidad, es el factor que marcará la diferencia a medio y largo plazo.

Un cambio de mentalidad hacia el bienestar

El ejercicio a partir de los 50 años debe entenderse no como una obligación, sino como un regalo que cada persona se hace a sí misma. Dedicar tiempo al movimiento significa invertir en independencia, vitalidad y alegría de vivir.

 

 

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