Maquillaje Instagram vs Maquillaje vida real, ¿con cuál te quedas?
En un mundo en el que la mayor preocupación es conseguir el mayor número de likes, nada queda al azar. Encuadres, localizaciones, poses y estilismos están perfectamente estudiados para que todos admiren nuestro mundo perfecto e ideal. Por supuesto, nuestra imagen también debe serlo. En un selfie siempre hay que dar la mejor cara y el maquillaje es la mejor herramienta: ojos grandes y rasgados, mejillas jugosas y labios que piden ser besados. ¿Pero realmente somos siempre así?
Observando esta realidad, las instagramers y beauty bloggers han iniciado un curioso experimento viral. ¿Cómo se ven mejor? ¿Con un maquillaje de Instagram o con uno de la vida real? Para ello, han inundado las redes sociales con imágenes de lo más sorprendentes: se muestran con la mitad del rostro maquillado con cada estilismo. Así de sencillo e impactante. Sólo se trata de analizar el poder del maquillaje.
Por lo general, el maquillaje de Instagram incluye una elaborada técnica de contouring, delineador de ojos negros, perfilador de cejas, sombras de ojos para crear un efecto amplificador y perfilado de labios por fuera del contorno para engrosarlos. Por el contrario, el maquillaje de diario consiste en la utilización de colores neutros y naturales que se funden con el tono de la piel.
¿El resultado? Nosotros preferimos la naturalidad. No obstante, resulta sorprendente cómo el maquillaje de Instagram se ha convertido en la principal tendencia make up para jóvenes de todo el mundo. Esta norma puede suponer un problema, y es que, al final, todas las chicas terminan pareciéndose en contra de la autenticidad individual.
Todo en la vida es cuestión de gustos. Las dos tendencias son perfectamente aptas según la ocasión. Pero lo verdaderamente importante es saber dónde está el límite entre la vida virtual y la vida real. El maquillaje es una forma de expresión tan lícita como cualquier otra. A través de él comunicamos cómo somos y cómo nos sentimos en cada momento, pero no debemos interpretarlo como una máscara tras la que escondernos.