Usha Vance, una vice segunda dama que estalla en toda la frente del movimiento woke más salvaje
El ‘racista’ y ‘xenófobo’ Vance, vicepresidente de Trump, está casado con una mujer de origen hindú
Trump vuelve a lo grande a la Casa Blanca tras una arrolladora victoria sobre Kamala Harris
No tienen que estar nada contentos los votantes de Kamala por varias razones. La principal es obvia pero hay otra que es muy importante y que se da de bruces con el feroz movimiento woke: la vice segunda dama tiene el perfil más clásico y poderoso…para ser la esposa de un candidato demócrata. Es de color, como Kamala, primera en la frente, hija de inmigrantes, como Kamala, segunda en la frente, es una mujer independiente, empoderada y llena de títulos universitarios, como Hillary o Michelle. Y, para disgusto supremo de demócratas, no se dedica ni a pintar acuarelas, ni a decorar interiores.
Es el sueño de cualquier demócrata pero es republicana. Es la mezcla de Hillary y Michelle: intelectual, de color e inteligente. Pero es republicana. Es too much incluso para ellos. Es decir, más que a los demócratas, al movimiento woke que ahora mismo lo agita con furia la fuerza de los mares y el ímpetu del viento. Y claro, les ha salido el tiro por la culata. Es una sensación de «¿qué hace una chica como tú en un sitio como este?». Por si todo esto fuera poco, son un joven matrimonio católico (él, converso, ella, de aceptación), como los Kennedy. Aunque en Estados Unidos la percepción que se tiene de que un político sea católico no es necesariamente la misma que en España. De hecho, en ese país ser católico es otra minoría ya que no alcanzan el 20% de la población. Tiene todos los atributos de lo que se llama «minority».
Es de color, tanto (o más) que Kamala
Usha Chilukuri Vance (el primero apellido por origen, el segundo, por matrimonio como buena norteamericana) es hija de inmigrantes hindúes de habla telegu. El origen es humilde aunque pueda parecer lo contrario por ser su padre ingeniero mecánica del IIT (acrónimo por sus siglas en inglés del Instituto Indio de Tecnología) y profesor en la Universidad Estatal de San Diego. Su madre es bióloga molecular, además de la actual rectora de la Universidad de California, San Diego. Si JD Vance y Usha son la viva representación del sueño americano, los padres de ella, todavía más. Emigraron en la década de los ochenta y fueron a Rancho Peñasquitos, un suburbio, que no mala zona sino en las afueras, de San Diego. Es un lugar que no llega a 60.000 habitantes con un perfil de Instagram que hace cuatro meses ya la daba como futura vice segunda dama.
Brillante currículo académico
En 2003 se graduó con unas notas excelentes en el MT. Carmel High School (en inglés todo suena pomposo hasta que lo traduces: es el Instituto Monte Carmelo). Y de ahí pasó a la prestigiosa universidad de Yale (Connectica) donde se graduó summa cum laude en Historia para después hacerlo en Derecho en la misma universidad. Estudiar en Yale es algo absolutamente meritorio porque es una de las universidades con más credenciales a nivel mundial, pero es que la Escuela de Derecho de Yale, la YLS (Yale Law School) es la más prestigiosa del mundo y el nivel de aceptación de sus alumnos no supera el 6%. Entrar, más que un privilegio, es un milagro por lo extremadamente complejo y elevado que es el proceso de admisión. Ella no sólo lo consiguió, sino que además, fue ahí donde obtuvo su juris Doctor. Aunque el nombre pueda sugerir un doctorado, es el título universitario (grado) que da acceso a practicar posteriormente la abogacía en países de derecho anglosajón como Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda o la India. Y, para hacerlo, es obligatorio haber hecho anteriormente un grado (antes licenciatura).
Fue en Yale también donde ejerció de editora ejecutiva de desarrollo del Yale Law Journal, la revista de derecho de la universidad. También en su universidad dio clases de historia de Estados Unidos.
Por si no fuera suficiente currículo, además Usha Vance hizo un máster de Filosofía en la Universidad de Cambridge gracias a una beca de Bill Gates, la Gates Cambridge. Parece una broma del destino que justamente Bill Gates haya financiado parte de los estudios de una vice segunda dama…republicana. Bill Gates, don agenda 2030 y don cambio climático, todo lo que los que ahora acceden a la Casa Blanca, niegan.
Brillante currículo laboral (también, of course)
Cuando terminó sus estudios y ya estando casada, empezó a trabajar como asistente del juez Brett Kavavanaugh cuando este estaba en la Corte de Apelaciones, ahora está en la Corte Suprema (máximo poder judicial) y que, curiosamente fue designado por Trump en su anterior mandato. Una vez concluido ese año, siguió otros 12 meses trabajando para el juez John Roberts, que es ahora mismo, ni más ni menos que el todo poderoso presidente de la Corte Suprema (lo designó George W. Bush).
Si Trump tiene ahora en sus manos todo el poder sumando en ambas cámaras, la vice segunda dama no escatima en contactos ni en trayectoria profesional. Es importante señalar que los jueces de la Corte Suprema son cargos que se designan a dedo por el presidente de turno y ratificados por el Senado. Son, esto es muy relevante, vitalicios. Hasta que uno no muere, no puede entrar otro ya que siempre han de ser nueve, un presidente (Chief Justice) y ocho jueces asociados, Associate Justices. Salvo un proceso de impeachment, no pueden ser destituidos (nunca ha sucedido), aunque sí ha sucedido que se hayan retirado o renunciado motu proprio.
Una vez terminadas sus prácticas con tan ilustres jueces, entró como abogada para el bufete Munger, Tolles & Olson en su sede de San Francisco. Puesto que mantuvo hasta la victoria de su marido como vicepresidente el 6 de noviembre. Su currículo hace palidecer la carita de Irene Montero quien, of course, no ha podido hacer un panegírico llorón en su cuenta de X: «EEUU demuestra que el progresismo del mal menor es una alfombra roja a la barbarie. Renunciar al feminismo hace que gane el machismo. No fortalecer los servicios públicos y el gran apoyo del genocidio hace que gane Trump. Feministas y demócratas, a vuestro lado». Ella siempre tan pomposa y grandilocuente. Feministas, dice. Como chiste es imbatible.
Tampoco le hará la mínima sombra Melania, salvo por los estilismos. El cerebro de Usha Vance es privilegiado, al de Melania le gusta ir de compras.
Su historia de amor…también en Yale
No solo se dedicó a estudiar de manera brillante a su paso por Yale. También dejó espacio para el amor ya que ahí, en las aulas, se conocieron. Hasta en eso tienen un antecedente en el matrimonio Clinton que se conoció en la universidad. Los Obama se enamoraron cuando ella era su, digamos, «tutora» en la pasantía que él hacía en el despacho de su futura esposa.
Gracias a las memorias que su marido, el flamante hoy vicepresidente electo (hasta el 20 de enero no será vicepresidente a secas), escribió, sabemos mucho de esa etapa de noviazgo. Se conocieron «a través de un trabajo de clase en el que pronto me enamoré profundamente de ella». Parece que JD Vance no se sentía muy cómodo en el campus hasta que «llegó ella y me hizo sentirme como en casa». En 2013 se graduaron ambos y al año siguiente se casaron. Tienen tres hijos pequeños, dos niños y una niña: Ewan, Vivek y Mirabel. Es de suponer que opinará lo mismo que su esposo con respecto a la familia y, quizás por ello, tienen ya tres, aunque por edad, ella 38 años y él, 40, bien podrían tener más y es que para su marido «la izquierda sin hijos es la culpable de los problemas de Estados Unidos».
Usha Vance acaba de dejar su bufete para dedicarse a su nuevo faceta, ser la segunda dama, un trabajo de 24 horas los 365 días del año. Su ya ex bufete ha expresado que «Usha ha sido una excelente abogada y colega, y le agradecemos por sus años de trabajo y le deseamos lo mejor en su futura carrera».
Es la cara amable de JD Vance
Representa la cara más familiar y amable de su marido (esto sí es muy típico de primera dama republicana). Es la calma del huracán (él) y en palabras del propio Vance, es parte de su felicidad, de su éxito. «Incluso en mi mejor momento soy una explosión retrasada; puedo ser desactivado, pero sólo con habilidad y precisión. No es que haya aprendido a controlarme, sino que ella ha aprendido a manejarme».
Pero esta cara amable no indica, en ningún caso, debilidad, de hecho no suena una idea alocada pensar que ejercerá una potentísima influencia en la carrera de su marido y, quién sabe, en un futuro ser primera dama…o presidenta. No es una idea en absoluto descabellada. Desde luego tiene los mimbres necesarios y más deseables en un candidato a la Casa Blanca. Eso sí, republicana para disgusto de la izquierda más woke que está todavía rumiando que una mujer, que representa muchas causas de los que ellos se arrogan, sea una republicana que, desde hoy, tendrá mucha voz en América.