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Cuando tan solo quedan unas horas para que el día más temido de Iñaki Urdangarin llegue y pise la prisión que le mantendrá alejado de la libertad, los Reyes continúan con su agenda oficial en Estados Unidos. Don Felipe y doña Letizia permanecen a miles de kilómetros, evitando de este modo el escarnio público que supone que su cuñado entre en la cárcel, y no regresarán a España hasta el martes 19. Fecha en la que lo peor ya habrá pasado.
Mientras la hermana de Felipe VI, la infanta doña Cristina, vive uno de los momentos más difíciles de su vida, la actitud de los Reyes en Nueva Orleans, al menos hasta el momento, no ha reflejado la tensa situación de la que su familia es protagonista. Un hecho que no es de extrañar, si echamos la vista atrás, pues de sobra era conocida la mala relación que existía entre la Reina e Iñaki Urdangarin desde el estallido de Nóos, hasta tal punto de que fueron catalogados por su entorno de ‘enemigos’. Una situación que nada tenía que ver con los primeros años en los que doña Letizia entró a formar parte del clan Borbón e Iñaki era un veterano. De hecho, fue el exdeportista quien a petición del actual Rey compró el anillo de pedida de la entonces periodista.
Fue el Caso Nóos el que provocó que los cimientos de la monarquía se echaran a temblar. A partir de entonces, el distanciamiento de don Felipe y doña Letizia con los Urdangarin-Borbón fue un hecho. Tanto que la mujer del Príncipe de Asturias nunca más se ha puesto su anillo de pedida.
La frialdad ante las cuestiones de Urdangarin se ha convertido en el buque insignia de la Primera Familia. No tanto de doña Sofía y la infanta doña Elena, que son las únicas que mantienen su apoyo constante a doña Cristina. Una frialdad que Felipe sí mostró a raíz de estos problemas judiciales que tanto dañaron a la Corona y que incluso precipitaron la abdicación de Don Juan Carlos.
Prueba de este distanciamiento que los que fueran duques de Palma -juntos, doña Cristina sí lo ha hecho de manera oficiosa- no hayan pisado Zarzuela desde que comenzó el Caso Nòos, por lo menos de forma pública. Ni siquiera cuando el rey emérito Don Juan Carlos cumplió 80 años el 5 de enero. Ya dicen ojos que no ven, corazón que no siente.