Rosa López se derrumba y cuenta el momento más duro de su carrera tras perder la voz
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La vida de Rosa López está plagada de espinas y de pasajes dramáticos que, lejos de resarcirla, han minado su personalidad hasta convertirla a día de hoy en una persona insegura, que mira en derredor temerosa. El éxito llegó a su vida en el momento más inoportuno y a la vez que conseguía cuatro discos de platino su vida personal se desdibujaba y se convertía en una sombra sin entidad. Rosa López se ha abierto en canal en su visita a la casa de Bertín Osborne.
Hoy Rosa sonríe y narra su drama con el desenfado propio de una mujer de 36 años. Eso sí, la artista lo tiene claro: «Todavía estoy en evolución para sentirme orgullosa de mí misma. Soy una persona llena de dudas e inseguridades que voy trabajando. De hecho, me da miedo tener hijos porque no me sé cuidar de mí misma». El programa ‘Mi casa es la tuya’ se ha convertido en una catarsis para Rosa, que ha viajado por esos fantasmas que nunca imaginó cuando salió de su barriada de Granada.
Sus problemas de voz, el talón de Aquiles en su carrera
Si algo se recuerda de los últimos años de carrera de Rosa López ha sido sus problemas de voz, algo que provocó su retirada de los escenarios. Por primera vez, la cantante ha contado su verdad: «Recuerdo que estábamos haciendo una gira tremenda tras ‘Operación Triunfo’ y Eurovisión. Estaba en lo más alto. Un día vino una chica que me insistió mucho sobre si me encontraba bien. Tanta insistencia tuvo que me trajo a un supuesto médico al camerino. Me quiso ver las cuerdas vocales con una lupa y solo recuerdo una jeringuilla y un bote con una sustancia azul y blanca. Me pinchó en el trasero en vez de en el brazo y todo cambió para mí». Tras este episodio, en un punto del recital, Rosa perdió la voz: «Me asfixiaba, literalmente. Me quedé inconsciente». Su vida, o mejor dicho su voz, se fue a negro.
Ahí la niña inocente se dio un porrazo con la realidad. Algo grave le pasaba a su laureada voz. «Nadie quiso operarme entonces las cuerdas vocales, no me reconocía a mí misma. Solo mi expareja, que era médico, se atrevió a operarme. Hubo muchos intereses creados en torno a mí». Por esta lesión estuvo ocho meses sin hablar, comunicándose con su familia a través de una pizarra y atrincherada en casa.
Su carrera musical se convirtió en un camino de espinas que no siempre quiso recorrer: «Te mentiría si te dijera que no he pensado en tirar la toalla. No estaba preparada para continuar. No disfrutaba con lo que se suponía que me hacía feliz. Hubo un vacío en mi vida cuando mi padre murió en 2008. Mi vida no avanzó, se quedó ahí».
Se confiesa una mujer con muchas carencias y que se flagela a la mínima de cambio: «He pasado muchos años en los que la gente me daba consejos incorrectos y he llegado a renegar de mi pasado. Esa ‘Rosa de España’ me trajo muchos problemas: inocencia, incultura, mentalidad de 13 años…» Este hecho ha provocado que durante años se haya tenido que poner en manos de profesionales hasta la actualidad: «He luchado mucho con logopedas y psicólogos. No me gustaba cómo era. No puedo ver vídeos del pasado porque no se me entiende. Eso me acomplejó. Lo único que queda de aquella Rosa son los valores que me dieron mis padres».
Infancia feliz y padres protectores
La artista recuerda su infancia encerrada en casa, sobreprotegida por sus padres. Transcurrió su niñez y parte de la adolescencia en una de las barriadas más conflictivas de Granada, en la que las reyertas eran el pan de cada día. Cuando tuvo 18 años salió con más frecuencia a la calle para prepararse el carnet de conducir: «Hasta entonces mi vida social era mi casa. Tuve una infancia feliz aunque éramos pobres. De pequeña era muy creativa y me gustaba hacerme pendientes y pulseras con remiendos».
Su padre araba el campo y su madre se dedicaba a la casa: «Mi padre era un hombre muy bueno que me dio los consejos más sabios que he recibido. Mi madre, en cambio, era más estricta conmigo». Ha sido la única niña de la casa, algo que la hizo rebelarse en más de una ocasión: «Me enfadaba mucho con mi abuela porque, como era niña, me enseñaba a limpiar y a ordenar y a mis hermanos no».
‘Operación Triunfo’ y el amor fallido
Su primera canción la compuso a los 11 años cuando se enamoró de su profesor de matemáticas. Fue su tío Hernán Cortés quien descubrió su derroche de voz. Un día llegó a su vida la oportunidad de hacer el casting de ‘OT’: «Aquello se vivió como un logro familiar en mi casa. Nos llegamos a mudar para que, si me cogían, no grabaran la barriada en la que vivíamos» Recuerda que llegó tarde a las pruebas y que gracias a que se cayó de bruces la dejaron pasar: «Estoy segura que fue por pena, hice el ridículo más grande».
La prueba más importante la pasó en Barcelona: «Me monté por primera vez en avión. Recuerdo que no cabía en el sillón de lo ‘gordita’ que estaba». La academia de TVE fue su liberación en todos los sentidos: «Descubrí un mundo que no conocía, ¡hasta me llegué a depilar con miedo por si me regañaba mi madre!. Recuerdo con cariño que el primer chico que me vio desnuda fue David Bustamante».
Rosa López nunca ha tenido suerte en el amor. Reconoce que solo se ha enamorado dos veces en su vida, una siendo niña y otra de adulta. «Hace dos años que no estoy con un hombre. En nuestra profesión es complicado enamorarse. Solo lo hice de pequeña de un profesor y cuando salí de ‘Operación Triunfo’, de un buen médico», ha asegurado la artista haciendo referencia a su relación con Pablo Cariñanos, el mismo que la operó de las cuerdas vocales. Los requisitos que pide en un hombre los tiene claros: «Tiene que tener buena cabeza y sentido del humor, además de gustarle el deporte y ser activo. Un hombre que me haga sentir atractiva y no piense solo en él».
Solo pide que la vida le ponga a un señor en su camino, «antes de que se me pase el arroz». Puede que la buena suerte en el amor sea el principio de una nueva vida para Rosa López, una en la que pise fuerte y se ponga la vida por montera.