Navascués revela los secretos del vestido de novia de Teresa Urquijo
Un vestido, con más de 60 años de historia, que lucieron tres novias, tres generaciones: abuela, madre e hija
Teresa Urquijo se acercó en una primera visita al taller de la calle Villanueva acompañada por su madre y su abuela
Se sobrecogió cuando sonó su móvil con la llamada del alcalde de Madrid.“La primera llamada que recibo es de mi sobrino José Luis, que me dice que va a contactarme su novia Teresa para encargar su vestido de novia», explica Cristina Martínez – Pardo Cobián, mientras enseña, a la agencia Gtres, en su luminoso y elegante taller de Madrid, Navascués, una muestra de la tela brocada con hilos de plata del vestido familiar que rediseñó para Teresa Urquijo. Un vestido, con más de 60 años de historia, que lucieron tres novias, tres generaciones: abuela, madre e hija. Teresa Urquijo, su madre Beatriz Moreno y su abuela Teresa Borbón – Dos Sicilias. Cuatro meses antes de la fecha señalada, el 6 de abril, en Navascués comenzaron -en riguroso secreto- la misión de rediseñar este vestido de novia histórico.
«Nunca me pude imaginar el revuelo que se montó; para mí era una novia más, a todas las novias les doy el mismo mimo, ¡pero claro se casaba el alcalde de Madrid! Teresa Urquijo se acercó en una primera visita al taller de la calle Villanueva acompañada por su madre y su abuela, que siempre han estado muy presentes en todo el proceso. En esa primera visita la novia ya sabía muy bien lo que quería. Le preguntamos a Cristina si le resultó difícil la transformación, por la delicadeza de la tela, un brocado con hilo de plata, y por el respeto al diseño original.
«Siempre respetamos la línea original de Pedro Rodríguez, pero, claro ¡es de hace más de 50 años! y Teresa quería un traje más actual. Me pidió un cuello tirilla, quería una línea recta y una manga abullonada para tener más movimiento. Las bodas actuales duran mucho y se divierten mucho. Lo más complicado fue tocar lo que es un traje de museo, por el respeto que te da; pero la novia nos lo hizo todo muy fácil».
Cristina lleva más de 40 años al pie del cañón. Visitando a novias de campanillas como la hija de Adolfo Suarez o más recientemente a Beatriz Corsini, entre otras muchas. Su trabajo es como ella, exquisito y elegante. «Yo creo que es la primera nieta, y la mayor y la única hija de Beatriz y por eso le apetecía mantener la tradición de su madre», esto una opinión , dice sonriendo la creadora cuando comentamos por qué Teresa Urquijo quiso lucir un traje familiar.
«El vestido de novia ahora mismo está en la tintorería. Y ojalá se vuelva a adaptar en Navascués para la próxima generación», cuenta Cristina. Mientras charlamos con el alma mater de Navascués, el equipo del taller nupcial más artesano de Madrid sigue su ritmo, entre telas maravillosas, patrones, agujas hilos, tijeras, y manos delicadas que cosen puntada a puntada. Están en plena temporada de bodas y no hay tiempo que perder. Hay mucho trabajo que hacer y muchos sueños que cumplir.
¿Cómo fue la recreación?, le preguntamos. «Empezamos desde cero. Hubo que desmontar todo el vestido. Hay que buscar los hilos de las telas para la nueva línea del vestido y evitar los deterioros de la tela. Bordamos los dibujos de ramitas en hilo de plata en las nuevas telas de la cola para no romper la línea de la espalda. El trabajo de adaptar es quizás más complicado siempre. El velo y la cola son nuevos, no teníamos más tejido antiguo». El resultado es una obra de arte, una pieza de artesanía, de valor incalculable. Un equipo de 20 personas que durante cuatro meses estuvo volcado en la pieza que ha sido alabada hasta en la prensa británica. Las hermanas del novio, sobrinas de Cristina, también lucieron creaciones de la casa.
«Que se casaban ya se intuyó porque sabíamos que salían, pero creo que fuimos de los primeros en enterarnos. No creo que el alcalde supiera que Teresa iba a llevar el vestido de su abuela, porque lo mantuvimos en absoluto secreto», confiesa Cristina que asistió a la ceremonia y disfrutó en primera persona de las felicitaciones por su trabajo.
«La boda fue maravillosa y divertida, entrañable y familiar. El chotis, ya se había quitado la cola… Tienen que aprender más a bailar el chotis, (se ríe) Teresa me pidió una abertura para poder dar los pasos», revela. No quiso lucir joyas familiares excepto los pendientes de la Infanta Alicia, su bisabuela que también llevó su abuela Teresa. Cristina, directora y fundadora de Navascués se siente satisfecha en nombre de su equipo y en el suyo propio y agradecida del trabajo bien hecho, una vez más, con la excelencia como premisa.