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Ser madre, el papel más difícil y gratificante de Mila Ximénez

El legado de la periodista sevillana lo cogerá su única hija, Alba Santana, por quien hizo un duro sacrificio en busca de su bienestar.

  • Alberto Ardila
  • Periodista especializado en crónica social, exclusivas y televisión.
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«Es una mujer maravillosa». Hay veces que con poco se dice mucho y eso es lo que hizo Mila Ximénez cuando definió a su hija. Alba Santana Ximénez, o lo que es lo mismo, la primogénita de dos rostros muy conocidos con apellidos famosos y no siempre fáciles de llevar. Durante mucho tiempo estuvo en un segundo plano ya que su madre decidió que lo mejor para ella era criarse con Manolo Santana, su padre y uno de los mejores tenistas españoles durante la década de los 60. Ahora, Mila se ha marchado y esa joven, que al margen del lazo materno-filial se convirtió en su mejor amiga, y en su refugio, encabeza el legado de la periodista.

Mila Ximénez, junto a su hija, Alba Santana / Gtres

La historia de Alba no es ni mucho menos idílica puesto que vino al mundo cuando el matrimonio de sus progenitores hacia aguas. Ni Mila Ximénez ni el deportista se querían ya, pero eso no impidió que su nacimiento colmara de alegría su vida.

La andaluza afrontó un trago por el que no todas las madres están dispuestas a pasar, decir adiós temporalmente a su hija por sus propias circunstancias. La pequeña solo tenía dos años de edad y su progenitora una vida muy desordenada, así como algunos problemas económicos.  Así lo explicaba Alba cuando acudió a defenderla en ‘Supervivientes’: «Mi madre tomó la decisión de que me fuera a vivir con mi padre para que yo pudiera vivir mejor. A veces no tenía ni para pagar la luz y ella quería lo mejor para mí», explicaba.

Cuando Alba tenía 12 años se produjo el reencuentro con su madre. Un momento que llegó, en parte, gracias a Raúl Prieto, quien dio a Mila Ximénez una nueva oportunidad laboral en ‘Aquí hay tomate’. Fue su tabla de salvación para empezar a remontar. Ese fue el punto de inflexión para que ambas empezaran a vivir experiencias juntas. Para ello hicieron frente a un complicado obstáculo, la distancia. Y es que Alba Santana ha sido un verso libre que ha vivido en diferentes países, como Holanda o Inglaterra.

Mila Ximénez y su hija Alba Santana / Gtres

No obstante, siempre buscaba estar cerca de su madre de un modo o de otro. El mejor ejemplo es que no dudó en viajar desde Ámsterdam hasta Madrid tantas veces como fue necesario durante el tratamiento contra el cáncer. Estuvo al lado de ella en todo momento y prácticamente hasta que dio su último suspiro de vida. Ha sido el bastón sobre el que se ha apoyado para andar la colaboradora, la persona que la ha dado fuerzas para seguir cuando ya nos las tenía.

Para Mila, su hija era el amor de su vida y esta siempre ha hablado sin tapujos de la herencia que le deja: «Ha sido una madre diferente para lo bueno y para lo malo. Me gustaría parecerme a mi madre en la libertad con mi hijo, en poder contarnos las cosas abiertamente; en no tener ese miedo de tener que mentirle a tu hijo para que no te juzgue». Ahora, empieza su legado.

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