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Karlos Arguiñano ha pasado a la historia como uno de los rostros más conocidos de la televisión gracias a su talento culinario, el cual le ha otorgado durante más de una década uno de los programas más populares de la historia de la televisión: Cocina abierta. Pese a que su vida personal siempre la ha intentado llevar bajo los hilos más herméticos posibles, esta semana, la revista ¡Hola! traía en exclusiva una entrevista donde posaba junto a su mujer y su hija Amaia, la más desconocida del clan, y hablaba sin tapujos sobre sus negocios más allá de los fogones de la pequeña pantalla.
Bodega K5 es el nombre del viñedo que posee Arguiñano situado en Aia, un municipio de Guipúzcoa. Es en este espacio desde donde ha lanzado su último proyecto profesional: un vino de edición limitada cuya organización dependerá de Amaia Arguiñano, su hija que, hasta ahora, se había dedicado al mundo de las motos: «Cuando me ofrecieron la opción de trabajar en la bodega me atrajo la idea. Me encanta la gastronomía y la naturaleza. De hecho, en los últimos años de mi carrera en las motos, empecé a formarme en el mundo del vino estudiando Dirección de Empresas Vitivinícolas y Viticultura en la Universidad de La Rioja para tener unas nociones básicas», comenta.
Pese a que desde pequeña ha vivido muy cerca de los fogones, explica que, precisamente por eso, decidió no reconducir su carrera profesional por ese mundo: «Los veranos me tocaba echar una mano en la hostelería y me parecía muy duro trabajar cuando mis amigos tenían fiesta… Por eso decidí ir a la Universidad, para formarme en otra cosa, con otros horarios y otros calendarios». En cuanto a su padre, Amaia le define tal y como se le ve a través de la televisión: «Tiene mucha facilidad para contar historias con mucha gracia. Es muy movido y apasionado», sostiene.
La edición limitada de su último proyecto ha unido a padre e hija bajo la misma aventura profesional y Amaia ha confesado que trabajar con él es un gran apoyo: «Se siente muy orgulloso y agradecido de la gente que le rodea. Él se dedica más a su programa. De vez en cuando le pedimos opinión en algo y si no le parece bien, lo comenta, pero no ejerce de jefe de la bodega. Yo soy bastante nerviosa y exigente y me frustra cuando algo no sale como había imaginado. Él siempre me transmite su confianza y su positivismo». No obstante, por otro lado, ha confesado que trabajar en la bodega familiar es un plus de responsabilidad porque «hay sentimientos de por medio»: «Nunca quieres fallar a nadie, pero mucho menos a un ser querido», dice.
Por su parte, Karlos Arguiñano ha manifestado una gran alegría por contar con su hija dentro de sus negocios: «La llegada de Amaia ha sido como un soplo de aire fresco. Desde pequeña siempre ha sido muy aplicada. La compararía como una hormiguita: pasito a pasito sube la colina». Junto a su hija Amaia, su mujer, Luisi, también ha participado en el reportaje realizado por la revista del saludo. Su figura siempre ha intentado mantenerla en un segundo plano pero, en esta ocasión, ha decidido posar sonriente como la matriarca del clan.