Vinicius escampa la tormenta con fútbol
Vinicius Junior tuvo que vivir otra noche complicada en El Sadar. ¿Su pecado? Jugar al fútbol. Si en la llegada del Real Madrid al estadio fue el jugador más aclamado por los seguidores blancos que esperaron a los de Ancelotti, cuando los 22 jugadores saltaron al terreno de juego comenzó el tormento. Otra vez. De hecho, el primer insulto lo tuvo que soportar durante el minuto de silencio que se guardó en el estadio navarro por las víctimas del terremoto que ha sacudido a Turquía y Siria. «Vinicius, hijo de puta», retumbó en un coliseo pamplonica que respondió con risas. Fue sólo un aficionado, pero solo era la antesala de lo que se iba a venir por delante.
Cada vez que tocó la pelota se llevaba una gran pitada de El Sadar. Unos pitos que se acrecentaron cuando rozó el gol en una jugada personal que terminó en córner por la intervención del portero de Osasuna. Los minutos fueron pasando y la presión sobre Vinicius fue descendiendo. El madridista se alejaba de cualquier polémica y solo buscaba hacer daño con la pelota en los pies. Hasta que se llegó a los dos últimos minutos de la primera mitad. Una falta del brasileño en el centro del campo desencadenó una cascada de acontecimientos que acabaron con el jugador del Real Madrid enfrentado con Moi Gómez, con el árbitro amonestándole y con El Sadar insultándole.
En el segundo tiempo las aguas se calmaron y comenzó a fallar ocasiones. Hasta tres oportunidades claras de gol, especialmente una en la que lo tenía todo para hacer el gol. Pero como él no estaba acertado, decidió cederle un balón a Valverde tras romper, por enésima vez, a la zaga navarra, para que el charrúa hiciese el gol de la victoria madridista.
En el tramo final se dedicó a tocar, regatear y discutir con los rivales. También marcó tras aprovechar una buena asistencia del canterano Álvaro Rodríguez, pero el VAR intervino para anular la diana. El problema lo solucionó Asensio un minuto después. Y cuando el árbitro pitó el final, sin camiseta, a pesar del frío que hacía en El Sadar, se llevó la merecida ovación de la afición madridista.