Liga Santander: Real Madrid – Sevilla

Casemiro de mi vida

Casemiro es nuestro Messi. Permítanme la licencia, que a mi edad uno ya no es imparcial. El brasileño dio tres puntos vitales al Real Madrid con un partido memorable, doblete incluido. Hizo lo que Camacho definía como «tirar del carro», echarse el equipo a la espalda, LIDERAR. Los blancos sufrieron pero ganaron al Sevilla en un partido con polémica. Martínez Munuera anuló un gol a De Jong… y debió anularle dos.

Zidane es como el guionista de Juego de Tronos: siempre se guarda alguna sorpresita. Ante el Sevilla el técnico madridista planteó con más novedades que el Gobierno de Pedro Sánchez. Pero con menos gente, eso sí. Vale que no tenía ni a Ramos ni a Hazard por lesión. Tampoco a Fede Valverde por la patada que valió una Supercopa. Ni a Bale ni a James, que tienen puesta una cruz de tamaño natural. Muchas ausencias obligadas y voluntarias, a las que se sumaron las rotaciones para Mendy e Isco y la suplencia del convalenciente Benzema.

El equipo del Real Madrid ante el Sevilla presentaba las caras nuevas de Militao –titular en las dos únicas derrotas de Zidane esta temporada– y Marcelo en defensa y de Lucas Vázquez y Rodrygo en ataque. Además, Jovic tenía una nueva oportunidad para ejercer de Benzema. Muchos cambios para enfrentarse a un Sevilla que se plantaba en el Bernabéu con el morbo de ver a Lopetegui en el banquillo de enfrente.

Salió a mandar el Real Madrid y no se arrugó el Sevilla. El inicio del partido tenía intensidad, ritmo y mucha ida y vuelta. Sin gobierno la pelota jugaba al tenis entre las piernas de los unos y los otros. Achicaba el campo el Sevilla y lo estrechaba, reduciendo al máximo los espacios para los de Zidane, que no terminaban de coger el hilo al partido.

Hubo que esperar 12 minutos para que el Real Madrid se asomara al área de Vaclik después de un buen pase filtrado por Modric a Rodrygo y al que no llegó en el área Lucas Vázquez. No se arrugó el Sevilla y respondió con un par de contras vertiginosas guiadas por el siempre talentoso (y casi siempre perezoso) Banega.

Lopetegui no se arruga

Como Santiago Abascal el Real Madrid empezó a percutir por la derecha. Por ahí merodeaban en comandita Carvajal y Lucas Vázquez y por allí también comenzó a juntarse un Modric muy proactivo. Replegaba el Sevilla protegiendo el área de Vaclick como un costalero protege un paso de Semana Santa.

Pero entonces llegó el mazazo para el Real Madrid. A la salida de un córner marcó el Sevilla. El gigantón De Jong cabeceó solito después de que Gudelj hiciera un leve bloqueo a Militao. El VAR advirtió a Munuera, que revisó la jugada en la que también había una falta de Diego Carlos sobre Casemiro, y el colegiado fue a revisar las imágenes y, por suerte para los de Zidane, anuló el tanto.

Protestó Lopetegui –y no le faltaba parte de razón– y protestaron algunos de sus jugadores, pero contra el VAR no caben enmiendas. El Real Madrid perdió el control del partido y se atolondró camino al descanso. Que llegó con 0-0 en el luminoso del Bernabéu. Y gracias, que diría Zidane.

El VAR salva al Madrid

Se reanudó el duelo y el Real Madrid seguía perdido e impreciso como un ministro de Podemos. Ni Zidane ni Lopetegui (que seguía lamentándose con su flequillo de Ocho apellidos vascos) movían el banquillo. Locales y visitantes se enredaron en una guerra de guerrillas… y de patadillas. Munuera no sabía ni por dónde soplaba el aire.

El Bernabéu empezó a impacientarse y a pitar (con toda la razón) a los suyos. Y entonces apareció Jovic. El serbio dibujó un pase imposible de tacón y de espaldas para el desmarque de Casemiro. El brasileño aguantó el empujoncito de Reguilón y superó la salida de Vaclik con una vaselina soberbia que dice mucho de un jugador que, además de trabajar, también tiene un talento enorme. Madre mía, qué golazo.

Entonces –era el minuto 60– Zidane hizo dos cambios de golpe: Vinicius por Rodrygo y Benzema por Jovic. Cuando el Bernabéu se las prometía felices llegó el 1-1 del Sevilla. Lo volvió a marcar De Jong. Y lo volvió a revisar el VAR. La había tocado Munir (dos veces) con la mano, pero ni Munuera ni el VAR se atrevieron a anularlo. Ni siquiera lo miró. En una palabra: robo.

Pero el Real Madrid tiene un jugador superlativo, inigualable, tremendo. Se llama Casemiro. El brasileño volvió a aparecer para demostrar que es un jugador crucial en este equipo. Lucas Vázquez puso un balón templadito y Case apareció para cabecear en el área y poner el 2-1 en el Bernabéu. El partido era un bendito caos.

El Sevilla acusó el tanto y el Real Madrid siguió asomándose al área de Vaclik. Vinicius tuvo un par de ocasiones que él solito se cocinó y él solito marró. También perdonó En-Nesyri en el 88 el que podía haber sido el 2-2. Al final pasaron los minutos y el equipo de Zidane logró un triunfo agónico, merecido y trabajado porque la victoria, como la tierra, es para quien la trabaja. Y Casemiro trabaja más que nadie.

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