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¿Eres de aquellas personas que, cuando anochece, se beben un vaso de cerveza o una copa de vino? Puede que el alcohol se haya convertido en un compañero importante en tu vida, pero si quieres conservar tu hígado sano mejor deja de tomar esta bebida alcohólica porque es muy dañina. Más de lo que creerías.
¿De qué producto estamos hablando? ¿Cuáles son los beneficios para el cuerpo del alcohol y cuáles los perjuicios a los que debes prestar atención?
Deja esta bebida alcohólica para conservar tu hígado sano
Expertos de la Clínica Mayo afirman que, más allá de las ventajas que pueda suponer el beber un vaso de cerveza o una copa de vino regularmente, son más los inconvenientes de esta conducta.
La principal desventaja es que se genera una adicción de la que luego es muy difícil salir sin un tratamiento. Hasta que se logra, el daño en el organismo está hecho. Muchas de nuestras funciones metabólicas pueden verse deterioradas por el consumo de alcohol.
De hecho, no existen niveles de ingesta de bebidas alcohólicas que puedan considerarse «seguros». En mayor o menor medida todos acaban comprometiendo órganos esenciales para los seres humanos, como el hígado. Éste es el segundo órgano más grande que tenemos, por detrás de la piel, y uno de los injustamente olvidados cuando nos preocupamos por los efectos secundarios del alcohol en la sangre. ¿Su función? Eliminar toxinas y ayudarnos a almacenar la energía.
El problema es que el 90% del alcohol que absorbe el cuerpo lo hace a través del hígado, específicamente por medio de unas células llamadas hepatocitos, según explican los especialistas de la Fundación Española del Aparato Digestivo.
Éstas se ocupan de transformar el alcohol en acetaldehído. Justamente, al aumentar la cantidad de esta sustancia en la sangre durante meses, o incluso años, aparecen los primeros efectos secundarios del alcohol.
Síntomas a observar para conservar tu hígado
El exceso en el consumo de bebidas alcohólicas suele conllevar algunos síntomas. Si estamos pendientes de ellos, podemos tomarlos como advertencias de que deberíamos moderar nuestra ingesta diaria de cerveza, vino, etc. Y, por supuesto, deberíamos hacernos chequeos de salud.
Lo primero que notará quien se está volviendo adicto al alcohol es el síndrome de abstinencia. Es decir, no conseguirá pasar un día entero sin beber alcohol. Transcurrido un tiempo, tendrá tendencia a los accidentes por los elevados niveles de alcohol en sangre que nunca llegan a ser filtrados del todo por el hígado.
A lo largo de los años esas cuestiones “menores” darán paso a asuntos más graves como el desarrollo de cáncer de hígado, miocardiopatías alcohólicas, accidentes cerebrovasculares, y muerte súbita como consecuencia de éstos. Esto si nos pasamos con el consumo de alcohol de una forma diaria.
Otras enfermedades comunes en los adictos al alcohol son las siguientes: esteatosis, pancreatitis, alta presión arterial y patologías dentro de la salud mental. Como habrás notado, mayormente son afecciones severas y condicionantes.
Deja de tomar esta bebida alcohólica para conservar tu hígado
Si bien la cerveza y el vino son dos de las bebidas en las que más hacen hincapié los doctores por su popularidad, no resultan tan peligrosas como otras con un contenido alcohólico mucho más elevado. A los médicos les preocupa especialmente el consumo de las bebidas con una concentración alcohólica superior.
Las bebidas alcohólicas que más dañan al hígado y que deberías evitar parecen cosa de los jóvenes, pero lamentablemente algunos adultos caen en ellas.
- Pisco: 33 a 50 grados de alcohol
- Tequila: de 35 a 55 grados de alcohol
- Mezcal: 35 a 55 grados de alcohol
- Brandy: 35 a 60 grados de alcohol
- Ron: 40 a 50 grados de alcohol
- Vodka: 40 a 50 grados de alcohol
- Whisky: 40 a 50 grados de alcohol
- Ginebra: 40 a 47 grados de alcohol
- Coñac: 40 grados de alcohol
La Organización de Consumidores y Usuarios advierte sobre los efectos de cada una de estas bebidas, recordando que «el etanol es transformado por las enzimas del hígado primero en acetaldehído y después en acetato y otros compuestos; un proceso lento, que causa daños en el organismo y aporta calorías vacías sin valor nutritivo».
Es decir, cuando bebemos alcohol engordamos pero no obtenemos ningún nutriente, y esa es otra razón para dejar de beber.
Esta fuente informa que «dado que la velocidad de absorción es mayor que la de metabolización, si se ingieren grandes cantidades de alcohol en poco tiempo, el hígado no llega a metabolizar todo el etanol al mismo ritmo en que se incorpora al torrente sanguíneo».
Cuando pasa eso, una determinada cantidad de alcohol no es absorbida y va directamente a los tejidos. Por eso no deberías beber más que un vaso de cerveza o una copa de vino. Así permitirás que todo tu cuerpo trabaje en el filtrado de las bebidas y que los daños ocasionados sean menores.