¿No puedes dormir por la noche? 7 posturas de yoga para desconectar y relajarte antes de dormir

A todos nos ha pasado, y más ahora con el estrés navideño, el sufrir una noche, o varias, en las que nos cuesta dormir. De hecho, las horas nocturnas se hacen eternas y al final, acabamos contando el tiempo que queda para que suene la alarma. Y es que, cuanto más insistes en dormir, más se despierta la mente. Es algo como decimos, bastante común, y a muchas personas les pasa justo en ese momento del día en el que el cuerpo necesita parar, pero la cabeza no acompaña. Y, al final, terminas en esa sensación de cansancio que no descansa.

En los últimos años, cada vez más especialistas recomiendan algo muy sencillo para romper ese círculo: crear una rutina lenta, casi ritual, que prepare al cuerpo para desconectar. Y dentro de esas rutinas que podrían ayudarte a dormir, el yoga se ha convertido en una de las herramientas más útiles. No necesitas esterilla, ni flexibilidad, ni veinte minutos libres; basta con escoger unas pocas posturas que relajen la espalda, bajen pulsaciones y den al cerebro la señal de que ya puede soltar el día.

Porque en este caso, el objetivo no es hacer ejercicio, sino desactivar tensiones y llevar la mente a un ritmo más suave. Muchas personas descubren que, al repetir unas cuantas posturas fáciles entre cinco y diez minutos antes de acostarse, el sueño llega de forma más natural. No es magia: es una forma de convencer al cuerpo de que ya no toca resolver nada, solo descansar.

7 posturas de yoga para poder dormir

A muchas personas les pasa que llegan a la cama con la sensación de llevar todavía el día a cuestas. No es sólo cansancio físico, es una especie de ruido de fondo que sigue ahí incluso cuando apagas la luz. Y, curiosamente, no siempre tiene que ver con estrés intenso; a veces basta una jornada normal, demasiadas pantallas o simplemente no haber tenido un rato para bajar revoluciones. Por eso estas posturas funcionan tan bien: obligan, de manera suave, a cambiar el ritmo. No necesitas hacerlas perfectas ni seguir un orden estricto. Lo importante es que te sirvan para marcar un antes y un después, un pequeño puente entre la actividad y el descanso.

Postura del niño

La postura del niño es uno de esos gestos que funcionan incluso cuando no sabes nada de yoga. Esta postura consiste en llevar la frente al suelo y dejar caer los hombros, y con ella, la respiración se hace más profunda y el cuerpo reduce tensión casi de inmediato. Mantenerla uno o dos minutos ayuda a que la espalda se afloje y la mente empiece a bajar revoluciones.

postura gato vaca
Postura Gat-Vaca. (Foto: iStock)

El gato-vaca

Esta postura consiste en el clásico balanceo entre redondear la espalda y abrir el pecho y es ideal para quienes llegan a la noche con el cuello cargado o una respiración muy superficial. Este movimiento lento desbloquea la zona alta de la espalda y facilita que entre más aire, algo clave cuando cuesta conciliar el sueño.

Flexión hacia delante

Inclinarse hacia delante, aunque sea con una ligera flexión, ayuda a estirar la parte posterior del cuerpo y a inducir una sensación de recogimiento. Es una postura que transmite calma de forma natural y que muchas personas incorporan como paso previo a meterse en la cama.

Piernas en la pared

Tumbarse con las piernas apoyadas en la pared es una postura tan simple como eficaz. Mejora la circulación, relaja las piernas después de un día intenso y tiene un efecto casi sedante. Cinco minutos en esta posición suelen bastar para notar cómo baja la tensión acumulada.

Torsión suave

Una torsión muy ligera, manteniendo los hombros apoyados y dejando que las piernas caigan hacia un lado, es perfecta para quienes llegan a la noche con dolor lumbar o sensación de rigidez. Además, facilita que la respiración sea más amplia y pausada.

El puente suave

Levantar la pelvis unos centímetros ayuda a estirar la parte frontal del cuerpo y a mejorar la respiración diafragmática. Es una postura muy útil si has pasado muchas horas sentado. Una vez vuelves a bajar, la sensación de descanso es mayor.

Postura del cadáver

Parece la postura más simple, pero es la que realmente marca el final. Tumbarse sobre la cama o la esterilla, cerrar los ojos y respirar despacio ayuda a integrar todo lo anterior. Es el momento en el que el cuerpo interpreta que la jornada ha terminado y puede desconectar de verdad.

Con estas posturas, todos podemos encontrar nuestra rutina de yoga para dormir. Habrá quien repita siempre las mismas tres posturas y quien vaya cambiando según el día. No existe una fórmula cerrada, y quizá por eso funciona: te permite escuchar cómo estás y elegir lo que te viene mejor esa noche. Lo que sí suele coincidir en la mayoría es que, cuando se mantiene la práctica durante una semana o dos, el cuerpo reconoce el gesto y responde más rápido. No es un remedio instantáneo, pero sí un aliado que suma. Y, al final, dormir bien no siempre requiere grandes cambios, sino pequeños hábitos que encajan sin esfuerzo en tu vida.

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