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Cuando nos crujen las rodillas tenemos una sensación extraña al movernos, doblar las piernas o levantarnos después de estar sentados durante un período prolongado. Este fenómeno, conocido como crepitación articular, puede producirse por diversas razones y no siempre indica un problema grave. En la mayoría de los casos, el crujido es inofensivo y está relacionado con la liberación de gases dentro de la articulación o con el roce de los tejidos blandos. Sin embargo, en otras situaciones, puede ser una señal de desgaste articular o de una afección que requiere atención médica.
A medida que envejecemos, la estructura de las rodillas cambia y los cartílagos pueden deteriorarse. Este desgaste puede generar un aumento en los sonidos articulares, sobre todo en personas que llevan un estilo de vida sedentario o que han sometido sus articulaciones a un esfuerzo excesivo a lo largo de los años. Aunque la presencia de ruidos en las rodillas no siempre es un motivo de preocupación, es importante prestar atención a otros síntomas que podrían indicar un problema subyacente, como dolor, hinchazón o pérdida de movilidad. Existen varias opciones de tratamiento que pueden ayudar a aliviar las molestias en las rodillas. Los suplementos para la salud articular, como el colágeno, la glucosamina o la condroitina, son utilizados por algunas personas para reducir el dolor y mejorar la función articular, aunque su efectividad puede variar dependiendo del caso. Además, la aplicación de frío o calor es una técnica común para poder controlar la inflamación y la rigidez; el hielo es útil para reducir la hinchazón, mientras que el calor ayuda a relajar los músculos y aliviar la sensación de rigidez.
Por qué crujen las rodillas y cuándo preocuparse
Causas comunes
Las rodillas pueden crujir por diversas razones, algunas completamente inofensivas y otras que requieren evaluación médica.
- Liberación de gases: las articulaciones contienen líquido sinovial, que actúa como lubricante. A veces, la presión dentro de la articulación cambia y se liberan burbujas de gas, lo que genera un sonido de crujido. Este proceso es similar al que ocurre cuando crujimos los nudillos y no es motivo de preocupación.
- Tendones y ligamentos en movimiento: durante ciertos movimientos, los tendones o ligamentos pueden deslizarse sobre las estructuras óseas de la rodilla y producir un chasquido. Esto es común y suele ocurrir sin causar molestias.
- Desgaste del cartílago: al paso del tiempo, el cartílago que recubre los extremos de los huesos puede volverse más delgado y menos uniforme, lo que genera fricción y, en consecuencia, sonidos al mover la rodilla. Este proceso puede ser parte del envejecimiento natural o estar relacionado con el desarrollo de artrosis.
- Lesiones previas: un traumatismo en la rodilla, como un esguince o una rotura de meniscos, puede afectar la alineación y la estabilidad articular, favoreciendo la aparición de ruidos.
Cuando debemos preocuparnos por el crujido de las rodillas
Si bien en muchos casos el crujido de las rodillas es inofensivo, existen ciertos signos de alerta que pueden indicar un problema más serio y justificar una consulta médica:
- Dolor persistente: si el crujido va acompañado de dolor recurrente, especialmente al caminar, subir escaleras o estar de pie por períodos prolongados, podría ser un indicio de un problema articular.
- Hinchazón o inflamación: la presencia de hinchazón en la rodilla puede ser un signo de lesión, inflamación o acumulación de líquido sinovial anormal.
- Bloqueo articular: si la rodilla se queda «atascada» o es difícil de mover después de un crujido, podría indicar la presencia de fragmentos de cartílago o menisco sueltos dentro de la articulación.
- Inestabilidad o debilidad: sensaciones de inseguridad al caminar o falta de firmeza en la rodilla pueden indicar daño en los ligamentos o en la estructura ósea.
Según la National Library of Medicine, el desgaste del cartílago es una de las principales causas del dolor articular en adultos mayores y debe tratarse a tiempo para evitar complicaciones.
Prevención y cuidado de la salud articular
Para mantener la salud de las rodillas y reducir la posibilidad de problemas articulares, es recomendable adoptar hábitos que favorezcan la movilidad y fortalezcan la musculatura de soporte:
- Realizar ejercicio regularmente: actividades como el fortalecimiento muscular, el yoga y la natación ayudan a mantener estables las articulaciones y reducen la presión sobre las rodillas.
- Evitar el sedentarismo: permanecer largos períodos sentado puede debilitar los músculos que sostienen la articulación y aumentar la fricción en la rodilla.
- Mantener un peso saludable: el sobrepeso es un factor de riesgo para la artrosis y otras afecciones articulares, ya que aumenta la carga sobre las rodillas.
- Utilizar calzado adecuado: un buen soporte en los pies ayuda a reducir el impacto sobre las rodillas y mejora la alineación corporal.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda al menos 150 minutos de actividad física moderada a la semana para promover la salud articular y prevenir enfermedades musculoesqueléticas.