Contenido
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- 1 Cómo eres si haces esto en una fiesta
En cualquier evento social, ya sea una fiesta, un concierto o una comida familiar, la forma en que las personas se comportan en un espacio como estos revela mucho más de lo que parece. Desde los que se apropian de un sofá entero sin considerar al resto, hasta quienes, con naturalidad, se ajustan para dejar sitio a los demás, existen comportamientos aparentemente triviales que pueden vincularse a rasgos profundos de la personalidad. La psicología social y la observación empírica coinciden en que el uso del espacio no es sólo una cuestión de comodidad, sino también de empatía, altruismo y consideración por el otro.
En su artículo “¿Eres un acaparador o un apretador de espacios?” publicado en Psychology Today, el psicólogo Robert Goldman explora esta dinámica en un contexto aparentemente inofensivo: cómo nos comportamos en bancos abarrotados en conciertos. Pero su análisis va mucho más allá. Puede parecer un gesto sin importancia, pero cómo estás en una fiesta, especialmente en relación con el espacio que ocupas y la atención que prestas a los demás, dice mucho de ti. No se trata sólo de modales o de educación, sino de rasgos de personalidad, de la capacidad para conectar con el otro, de nuestra disposición para convivir de manera armoniosa en comunidad. El tipo de conducta que adoptamos en esos momentos revela si somos individualistas o cooperativos, si priorizamos nuestro bienestar personal o el colectivo. Y, como es lógico, estas actitudes también se reflejan en situaciones cotidianas como una fiesta o reunión social. ¿Y tú, cómo te comportas en lugar con mucha gente?
Cómo eres si haces esto en una fiesta
El espacio como reflejo del yo
Según la psicología ambiental, la forma en que usamos el espacio a nuestro alrededor no es aleatoria. Al contrario, está profundamente ligada a nuestra identidad y a los valores que interiorizamos. Las personas que tienden a ocupar más espacio del necesario suelen presentar rasgos de baja empatía o egocentrismo. En cambio, quienes hacen un esfuerzo por adaptarse al entorno y permitir que otros también se sientan cómodos, muestran altos niveles de conciencia social y cooperación.
Goldman destaca cómo, en lugares como un concierto o una fiesta, las decisiones espontáneas sobre cómo sentarse o situarse pueden reflejar el grado de consideración hacia los demás. Por ejemplo, alguien que sienta en el centro de un sofá y coloca sus pertenencias alrededor, dificultando que otros se sienten, probablemente no está teniendo en cuenta las necesidades colectivas. Esto puede parecer un detalle menor, pero en realidad pone de manifiesto carencias en habilidades sociales o de empatía.
Personalidad, altruismo y fiestas
En contextos sociales, los llamados “acaparadores” suelen verse como individuos poco accesibles o incluso desconsiderados. Mientras tanto, los “apretadores”, aquellos que se ajustan para hacer espacio a otros o ceden su asiento a alguien que lo necesita más, tienden a ser percibidos como generosos, atentos y emocionalmente disponibles. Estos comportamientos van con estudios de la European Federation of Psychologists’ Associations que vinculan el altruismo cotidiano con el bienestar psicológico general.
En una fiesta, esto se traduce en actitudes como ofrecer ayuda para servir la comida, preocuparse por la comodidad de los demás o prestar atención a quienes parecen quedarse fuera del grupo. Quienes actúan de este modo suelen tener un estilo de personalidad prosocial, caracterizado por la capacidad de ponerse en el lugar del otro, según diversos estudios sobre conducta prosocial del European Journal of Personality.
¿Y si te comportas mal en una fiesta sin darte cuenta?
También es posible que alguien actúe como acaparador sin una mala intención. A menudo, estas conductas están relacionadas con hábitos inconscientes o formas de actuar aprendidas desde la infancia. En estos casos, la clave está en la autoconciencia. Observar cómo reacciona el entorno, si alguien muestra incomodidad o se aleja, puede ser una señal para replantearse ciertas actitudes.
Por eso, muchos psicólogos recomiendan prestar atención al lenguaje corporal y a las dinámicas sociales. En entornos relajados como una fiesta, los pequeños gestos pueden tener un gran impacto en la percepción que los demás tienen de nosotros. Desde dejar sitio en un sillón hasta evitar hablar excesivamente de uno mismo, los detalles importan.
Afortunadamente, la empatía y la conciencia espacial no son habilidades fijas: se pueden aprender y entrenar. Una herramienta útil es practicar la atención plena o mindfulness, ya que ayuda a estar más presente y detectar cómo nuestras acciones afectan a los demás. La European Agency for Safety & Health at Work señala que los lugares, tanto en el trabajo como en el ocio, fomentan relaciones más sanas y productivas.
Además, observar a personas socialmente habilidosas puede servir como modelo. ¿Cómo actúan cuando llegan a un sitio lleno? ¿Ceden su asiento con naturalidad? ¿Preguntan a los demás si están cómodos? Incorporar este tipo de conductas puede marcar una diferencia significativa en la calidad de nuestras relaciones.