Contenido
- 0.1 La frase que sirve para rechazar una invitación sin quedar mal y siempre funciona, según los psicólogos
- 0.2 Así es como afecta cantar a tu salud mental, según los psicólogos
- 0.3 Ni clásica ni reggaeton: ésta es la música que te ayuda a memorizar mientras estudias, según la psicología
- 1 Cuál es la música que escuchan los más inteligentes
En el amplio universo de los gustos musicales, cada persona construye su identidad sonora de forma única. Desde quienes se emocionan con el rock hasta quienes prefieren el reguetón o el pop comercial, la música actúa como un espejo de la personalidad, del estado de ánimo y, como ahora confirma la ciencia, también del nivel de inteligencia. Según un estudio realizado por la Universidad de Oxford y publicado en la revista Personality and Individual Differences, existe una correlación significativa entre los altos niveles de cociente intelectual (CI) y la preferencia por géneros como la música clásica o el jazz. Esta investigación, que se suma a otras similares realizadas en los últimos años, vuelve a abrir el debate sobre si nuestras elecciones musicales son solo emocionales o si también reflejan capacidades cognitivas profundas.
El estudio de Oxford se basa en una muestra amplia de jóvenes adultos a quienes se les realizaron pruebas de CI y se les pidió clasificar sus géneros musicales preferidos. Los resultados fueron claros: los participantes con puntuaciones más altas tendían a decantarse por música algo más complicada y estructurada como la clásica o el jazz. Esta preferencia no estaba relacionada con la clase social ni con el nivel educativo, sino con el tipo de estimulación cognitiva que estos géneros ofrecen. La música clásica, por ejemplo, presenta una arquitectura armónica rica, mientras que el jazz introduce elementos de improvisación y matices rítmicos que exigen una atención activa. ¿Significa esto que escuchar reguetón implica una menor inteligencia? No necesariamente. Más bien, lo que estos datos dejan claro que ciertos géneros pueden atraer a perfiles intelectuales específicos por su complejidad musical y emocional.
Cuál es la música que escuchan los más inteligentes
La música clásica y el jazz comparten algunas características que los hacen especialmente atractivos para mentes analíticas y creativas. En el caso de la clásica, las obras suelen presentar una estructura narrativa, transiciones tonales complejas y dinámicas que evolucionan a lo largo del tiempo. Esta profundidad estimula el cerebro, especialmente áreas relacionadas con la concentración, la memoria y la planificación.
Según el estudio de Oxford, los participantes con puntuaciones de CI más elevadas mostraron una clara inclinación por compositores como Bach, Beethoven o Debussy.
El jazz, por su parte, se caracteriza por la improvisación, el cambio de compases y la riqueza armónica. Requiere una escucha atenta para captar la interacción entre los instrumentos y seguir el desarrollo del tema.
Para muchos expertos, esta música entrena la flexibilidad mental, la capacidad de adaptación y el pensamiento abstracto, habilidades cognitivas comúnmente asociadas a una mayor inteligencia.
Un estudio con base científica
La investigación publicada en Personality and Individual Differences no es un caso aislado. También hay otras instituciones europeas han indagado en esta relación entre música e inteligencia. Por ejemplo, la Universidad de Viena ha explorado en varios estudios cómo la música clásica estimula las áreas del cerebro asociadas con la lógica y el razonamiento espacial.
Asimismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su informe “Arts and Health”, destaca que la música compleja puede contribuir al bienestar cognitivo, emocional y social.
Estos hallazgos contribuyen a la idea de que los gustos musicales no solo tienen una raíz cultural, sino también neurológica. La capacidad de disfrutar y comprender estructuras musicales elaboradas puede ser una manifestación externa de una arquitectura cerebral más desarrollada o con mayor plasticidad.
La mirada de los músicos y quienes la escuchan
Más allá de los estudios académicos, los propios músicos coinciden en que estos géneros implican un tipo de relación con la música más profunda. El pianista clásico Daniel Barenboim ha afirmado en diversas entrevistas que «la música clásica no se escucha solo con los oídos, sino también con la mente». De forma similar, la saxofonista de jazz Nubya Garcia sostiene que su música busca invitar a la introspección y al pensamiento crítico.
Quienes escuchan determinada música también lo experimentan así. Muchos aseguran que escuchar jazz o clásica requiere un tipo de atención activa y un estado de ánimo receptivo que no siempre se llega en el día a día. Esta forma de escucha consciente podría ser uno de los vínculos entre inteligencia y preferencia musical.
¿Es la inteligencia la causa o la consecuencia?
Una de las preguntas más interesantes que se desprenden de estos estudios es si las personas inteligentes prefieren estos géneros porque ya poseen una mayor capacidad cognitiva o si, por el contrario, el hábito de escucharlos contribuye al desarrollo intelectual.
La respuesta aún no es concluyente, pero todo apunta a una influencia mutua. Escuchar música estructurada puede actuar como un estímulo cognitivo que mejora la concentración y la memoria, mientras que una mayor inteligencia puede facilitar la apreciación de estos matices musicales.
Lo que sí parece claro es que incluir este tipo de música en la rutina diaria no tiene efectos negativos y puede ser beneficioso en múltiples planos. Desde el desarrollo infantil hasta la mejora del estado anímico en adultos, el impacto positivo de la música clásica y el jazz como vemos está documentado en numerosas publicaciones científicas.
Más allá de los prejuicios musicales
Aunque este estudio refuerza la idea de que la música clásica y el jazz son géneros “intelectuales”, y atrapan a personas con mayor inteligencia, no debería utilizarse para menospreciar otras formas de expresión musical.
Es de destacar que la inteligencia es un fenómeno complejo y multidimensional que no puede reducirse al tipo de música que uno escucha. La clave está en la diversidad, en permitir que cada persona encuentre aquellos sonidos que le estimulen emocional y cognitivamente.
En definitiva, los datos apuntan a una conclusión fascinante: la música que escuchamos no solo habla de nuestros gustos, sino también de cómo funciona nuestra mente. Y aunque los acordes de una sinfonía o los solos de un saxofón puedan parecer cosa del pasado, siguen siendo el refugio sonoro favorito de muchas de las mentes más brillantes.
Hay que analizar en nuevos estudios qué tipo de música se está escuchando ahora, el porqué incide tanto en nuestra mente y cómo influye en la personalidad.