Contenido
- 0.1 Ni manías ni rabietas: los expertos dicen que si tu hijo hace esto en casa, es señal de que necesita ir al psicólogo
- 0.2 Ni leer ni el cine: la actividad social recomendada para mayores de 65 años para estimular la memoria y la autoestima
- 0.3 Ni andar ni hacer pesas: la actividad social para mayores de 60 que combate el sedentarismo y mejora el ánimo
- 1 Esta es la actividad social que ayuda a los mayores de 60 a mantener la memoria
- 2 ¿Por qué son importantes las actividades sociales para los mayores de 60?
A los 60 años, las actividades sociales empiezan a tomar un peso crucial. Con esa edad llega un cambio de ritmo: menos obligaciones, más tiempo libre… y también, para muchos, una soledad inesperada. La rutina ya no gira en torno al trabajo ni a los hijos, y lo que antes parecía un lujo (el tiempo libre) se convierte en un vacío si no se llena con nuevas conexiones.
Además, a partir de esa edad la memoria empieza a fallar. No se trata de alarmarse, pero sí de estar atentos. Se olvida un nombre, una fecha, una palabra… Es normal, es parte de envejecer, lo importante es no rendirse, sino tomar medidas que ayuden.
No es cine ni teatro. Y, aunque tiene mucho de arte, tampoco se trata de pintar. La recomendación es apuntarse a talleres de escritura creativa. Esto no se trata de sentarse a escribir en casa, sino compartir ese ejercicio con otros, en un entorno social, dinámico y con guía profesional.
Hablar con nuevas personas a partir de los 60 años es una necesidad. Mejora el estado de ánimo, favorece la salud mental, activa la memoria y combate la sensación de soledad. En el caso de los talleres de escritura, la combinación es especialmente poderosa: creatividad, conversación, recuerdos y emoción se mezclan.
Los talleres suelen organizarse en bibliotecas, centros culturales, asociaciones de barrio o incluso escuelas especializadas. Los hay de todo tipo: para quienes nunca escribieron una línea y para quienes llevan años.
Algunos talleres están centrados en la autobiografía, otros en la poesía, otros en cuentos o incluso guiones. Lo importante es el ambiente, pues ahí se comparte, se lee en voz alta, se escucha, y se crea comunidad.
Esta actividad también impulsa la autoestima, anima a salir de casa, y permite conectar con personas con inquietudes similares. Y sí, también mejora la memoria. Porque escribir (aunque sea inventar una historia) exige recordar, ordenar, hilar ideas. Es un ejercicio mental que, practicado con frecuencia, actúa como una auténtica gimnasia cognitiva.
Con la jubilación y el cambio de rutina, es fácil perder el contacto con otras personas. Se reducen los encuentros espontáneos, las conversaciones cotidianas, y con ello también se resienten la salud emocional y el bienestar. Sin embargo, este momento vital es perfecto para explorar nuevos intereses y crear lazos distintos.
Participar en actividades sociales no es sólo recomendable, sino que es esencial. Ayuda a mantener un propósito, a sentir que se forma parte de algo, a evitar ese aislamiento que puede ser tan silencioso como dañino. Y no hace falta hacer grandes cosas, un taller de escritura, una clase de yoga, un grupo de lectura o una salida cultural pueden marcar la diferencia.
Además, la actividad social tiene efectos concretos en la salud: refuerza el sistema inmunológico, estabiliza la presión arterial, mejora el ánimo y previene el deterioro cognitivo. Y en lo emocional, multiplica la sensación de pertenencia y refuerza la autoestima.