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El toliamor es un término que ha comenzado a ganar notoriedad en debates sobre relaciones interpersonales y dinámicas afectivas. Si bien no es un concepto formal dentro de la psicología o la sociología, su uso en redes sociales y círculos de debate sugiere una construcción simbólica que refleja problemáticas reales en los vínculos románticos. La palabra combina «tóxico» con «poliamor», insinuando un tipo de relación no monógama que, lejos de ser saludable, está marcada por dinámicas perjudiciales para las personas. En términos simples, el toliamor describe una relación poliamorosa en la que se justifican comportamientos dañinos bajo la excusa de la libertad o la no exclusividad.
Este término ha generado controversia porque plantea preguntas importantes sobre los límites éticos en las relaciones no monógamas. El poliamor, entendido como la capacidad de mantener vínculos afectivos y sexuales con varias personas de manera consensuada y transparente, no es inherentemente dañino. Sin embargo, el toliamor se distancia de esta definición al incluir elementos como la manipulación, la falta de comunicación honesta y el abuso emocional. La raíz del problema no está en el modelo relacional en sí, sino en cómo se gestiona. Por eso, es crucial diferenciar el toliamor de prácticas poliamorosas éticas y saludables. Una de las principales señales de este tipo de relación es el desequilibrio de poder entre las partes involucradas. En una relación poliamorosa sana, todos los participantes tienen las mismas oportunidades para expresar sus necesidades, establecer límites y tomar decisiones. En el toliamor, por el contrario, una o más personas suelen ejercer control sobre los demás, invalidando sus emociones o imponiendo sus deseos.
¿Qué es el toliamor y por qué se considera tóxico?
Una característica común del toliamor es el uso de la libertad relacional como excusa para evitar la responsabilidad emocional. Esto puede manifestarse como la obligación de aceptar acuerdos desiguales o como la imposición de reglas arbitrarias que solo benefician a una de las partes. Por ejemplo, alguien podría justificar la falta de consideración hacia los sentimientos de su pareja diciendo que «el poliamor implica no depender emocionalmente de nadie». Este enfoque desvirtúa el verdadero propósito del poliamor, que se basa en la honestidad y el cuidado mutuo. Según un artículo publicado por la European Society for Social Psychology, las relaciones afectivas, independientemente de su estructura, deben construirse sobre pilares como el respeto, la empatía y la reciprocidad para ser funcionales.
¿Por qué se considera tóxico?
El toliamor se considera tóxico porque perpetúa patrones de abuso emocional y descuido bajo la apariencia de una relación moderna y abierta. En muchos casos, las personas que se ven atrapadas en este tipo de dinámica experimentan ansiedad, baja autoestima y confusión emocional.
Esto ocurre porque las reglas y los límites no están claramente definidos, lo que genera incertidumbre constante. Además, quienes practican el toliamor suelen emplear tácticas de manipulación para mantener el control, como el gaslighting o la culpa emocional.
Un estudio de la International Association of Relationship Research destaca que la transparencia y el consenso son esenciales para evitar dinámicas perjudiciales en las relaciones no monógamas.
Cuando estos elementos están ausentes, el daño psicológico puede ser significativo. Por ejemplo, alguien en una relación de toliamor podría sentirse obligado a aceptar situaciones que le resultan incómodas por temor a ser percibido como «poco abierto» o «celoso». Este tipo de presión social puede tener un impacto negativo en la salud mental de las personas.
Diferencias entre el toliamor y el poliamor saludable
Es importante aclarar que el toliamor no debe confundirse con el poliamor ético. En una relación poliamorosa saludable, los participantes se comprometen a actuar con transparencia, respeto y consideración hacia las emociones de los demás.
Esto implica tener conversaciones abiertas sobre las expectativas, los límites y las necesidades de cada persona, así como gestionar los conflictos de manera constructiva.
El toliamor, en cambio, se caracteriza por la falta de estas prácticas. Las personas involucradas suelen priorizar sus propios intereses a expensas de los demás, lo que crea un ambiente tóxico y poco equilibrado.
Además, mientras que el poliamor saludable fomenta el crecimiento personal y colectivo, el toliamor tiende a generar dinámicas de dependencia y control.
El toliamor es un recordatorio de que no todos los modelos relacionales son adecuados para todas las personas, y que incluso las relaciones que se presentan como «modernas» o «libres» pueden ser dañinas si no se gestionan de manera ética.
Es crucial reconocer que la estructura de una relación, ya sea monógama o no, entonces no garantiza su éxito ni su salubridad. Lo que realmente importa son los valores y las prácticas que las personas eligen incorporar en sus vínculos.
Entender la diferencia entre el poliamor saludable y el toliamor nos permite tomar decisiones más informadas sobre nuestras relaciones y fomentar un entorno emocionalmente seguro para todos los involucrados.