Contenido
- 0.1 María Huertas, psicóloga experta en infancia, sobre los niños que ya no creen en los Reyes Magos: «Lo importante no es que seamos Magos…”
- 0.2 El motivo por el que muchas personas se sienten incómodas cuando están en grupos pequeños, según una psicóloga
- 0.3 Qué significado tiene mirar siempre el reloj, según la psicología
- 1 Cuando la idea del «buen jefe» te juega en contra
- 2 Lo que realmente te convierte en un mal jefe
El mundo empresarial es uno de los que más nos acompaña a lo largo de la vida. La rutina suele ser simple y repetida: despertarse, trabajar, llegar a casa, estar con la familia y seguir al día siguiente. Una persona promedio en España acumula alrededor de 61.020 horas de trabajo a lo largo de su vida laboral, así que conviene hacerlo bien, o al menos ser consciente de dónde están los puntos que necesitan una revisión.
Armenia Barradas, experta en recursos humanos, publica contenido en LinkedIn donde comparte ideas que ayudan a profesionales y empresas a orientarse mejor. Y en esta ocasión su mensaje va directo a los jefes, porque hay momentos en los que hace falta una llamada de atención, aunque pueda ser incómodo.
Cuando la idea del «buen jefe» te juega en contra
Tal vez nunca te hayas parado a pensarlo, o quizá alguna vez te rondó la duda. Pero existe la posibilidad real de que seas un mal jefe. Dicho así puede sonar duro. Sin embargo, la experta lo plantea porque quiere abrir un espacio donde alguien te diga lo que nadie suele decirte a la cara, aunque más de uno lo comente en voz baja después de una reunión complicada.
Muchos jefes cargan con la idea de que deben saberlo todo, reaccionar sin pensar mucho y mantener al equipo siempre motivado. Esa imagen resulta agotadora y falsa.
Un jefe también es una persona. Parece obvio, aunque muchos lo olvidan en cuanto sienten el peso del cargo. Barradas insiste en ello porque marca la diferencia. No existe un jefe perfecto, así que pretenderlo solo genera frustración.
La humildad se vuelve clave. No inspiras cuando te presentas como alguien extraordinario; inspiras cuando haces que cada persona del equipo vea su propio valor. Y serás un mal jefe si te empeñas en fingir que puedes con todo, si ocultas tus límites o si te enfadas cada vez que te equivocas, como si fallar no estuviera permitido.
Aceptar tu propio techo no te condena. Al contrario, te da margen para identificar qué mejorar, qué reforzar y qué delegar sin remordimientos. Hay habilidades que podrás pulir, y otras que nunca dominarás del todo. La diferencia está en saberlo y actuar en consecuencia.
los factores que .. hacen un mal jefe.
Lo que realmente te convierte en un mal jefe
Si buscas «mal jefe» en internet aparece una lista de comportamientos evidentes: intimidar, humillar, desconfiar, invadir el tiempo personal del equipo. Tú puedes pensar que no encajas en nada de eso. Y puede ser cierto. Pero ahí no se agota el problema.
Hay otros factores menos visibles. Quieres hacerlo todo tú porque crees que así quedará perfecto. Te pones un papel que no te representa. Te vuelves tan flexible con los errores que el equipo siente que nadie lleva el timón. Te enteras tarde de lo importante. El equipo trabaja sin rumbo porque nadie marca el destino. Te frustra cada fallo propio porque sientes que tu cargo te obliga a acertar siempre. Tomas decisiones con tantas dudas que todo se ralentiza.
No tratas mal a nadie, cumples con tus responsabilidades y aun así el liderazgo se complica. Es normal. Ser jefe exige claridad, autenticidad, comunicación y foco. Pero, sobre todo, exige entender tus límites y cubrir lo que no alcanzas. Cuando eso queda sin atender, ahí sí, te conviertes en un mal jefe.
Barradas explica que un jefe no cae por falta de intención, sino por creer que puede con todo y dejar sin cubrir lo que no llega a manejar. En su opinión, ese descuido es el verdadero detonante. No se nota de golpe, pero termina afectando al equipo, a las decisiones y a la autoridad que necesitas para que el trabajo avance.






