Contenido
- 0.1 Si una persona hace este gesto cuando habla contigo, está mintiendo: lo confirman los psicólogos
- 0.2 El significado de soñar con tu ex pareja, según los psicólogos
- 0.3 Si prefieres quedarte en casa todo el fin de semana, tienes estos rasgos según la psicología
- 1 Cómo son las personas que siempre llega tarde a todos lados
En todos los grupos sociales, desde reuniones laborales hasta encuentros familiares, siempre hay alguien que llega tarde a todos lados. La impuntualidad puede parecer un hábito molesto o una simple falta de organización, pero en realidad encierra una complejidad psicológica que va mucho más allá del reloj. Las personas que tienen la costumbre de llegar tarde suelen convivir con una percepción diferente del tiempo, y esto puede estar relacionado con rasgos de la personalidad, experiencias pasadas e incluso factores culturales. Por lo tanto, comprender por qué hay quien no logra respetar los horarios establecidos es clave para mejorar la convivencia diaria y abordar temas de autoestima, autoexigencia y relación con los demás.
Según la Universidad de Navarra, la impuntualidad puede estar vinculada con una actitud inconsciente hacia la autoridad, un deseo de autoafirmación o una manera de llamar la atención. En otros casos, sin embargo, las razones son más sutiles. Muchas personas que llegan tarde no lo hacen por desprecio a los demás ni por descuido, sino por un optimismo crónico sobre sus capacidades de gestión del tiempo. Creen genuinamente que pueden hacer en diez minutos lo que a otros les toma media hora, y por eso subestiman el tiempo que necesitan para prepararse o trasladarse. El doctor Alfie Kohn, reconocido autor en temas de psicología educativa, señala en su web que quienes son impuntuales suelen tener una relación emocional con el tiempo: el reloj no es para ellos una herramienta de control, sino una amenaza constante. Por eso, evitan mirar la hora con frecuencia y terminan actuando cuando ya es demasiado tarde.
Cómo son las personas que siempre llega tarde a todos lados
El optimismo desbordado y la gestión del tiempo
Una de las principales características de quienes siempre llegan tarde es el exceso de optimismo. Según un estudio de la Universidad de San Diego, estas personas suelen subestimar el tiempo que necesitan para realizar tareas, lo que se conoce como «falacia de la planificación».
«Se convencen de que pueden resolver múltiples actividades en un corto período, lo que las lleva a apurar los tiempos hasta que se vuelve imposible cumplir con lo pautado», mencionan los expertos. No es que no valoren el compromiso o el respeto hacia los demás, sino que su evaluación del tiempo es sistemáticamente errónea.
Este fenómeno también se asocia con una baja tolerancia a la espera. Algunas personas que llegan tarde, paradójicamente, sienten ansiedad al llegar demasiado temprano, ya que eso los obliga a esperar o a enfrentar la incertidumbre de una situación aún no iniciada.
La personalidad tipo B y la multitarea emocional
Otra explicación proviene de la psicología de la personalidad. Según la clasificación entre tipo A y tipo B, propuesta por Friedman y Rosenman en los años 50 y aún vigente en muchas investigaciones actuales, las personas tipo B son más relajadas, reflexivas y menos competitivas, y tienden a ser menos estrictas con los horarios.
No consideran la puntualidad una prioridad, y suelen sentirse cómodas improvisando. Esto no implica falta de compromiso, sino una forma distinta de interpretar los códigos sociales.
Además, estas personas suelen realizar múltiples tareas antes de salir, como si intentaran aprovechar hasta el último segundo. Este comportamiento, denominado “multitarea emocional” por la Sociedad Española de Psicología Clínica, responde a una necesidad de mantener el control emocional en situaciones que les generan estrés: salir de casa, enfrentar un compromiso, hablar en público, etc. «Cuanto más posponen el momento de irse, más tiempo tienen para “prepararse mentalmente”», sostienen.
¿Cómo influyen la cultura y los hábitos adquiridos en llegar tarde?
La impuntualidad también tiene una dimensión cultural. En muchos países latinoamericanos, así como en ciertas regiones del sur de Europa, existe una tolerancia mayor hacia los retrasos.
Según el Instituto Europeo de Estudios Internacionales (IEEI), esta permisividad puede condicionar las expectativas individuales y hacer que ciertas personas naturalicen el llegar tarde. Lo que en países nórdicos o anglosajones sería considerado una falta grave, en otros contextos se interpreta como un comportamiento aceptable o incluso simpático.
Además, hay hábitos familiares que influyen desde la infancia. Si una persona ha crecido en un entorno donde los horarios eran laxos o donde se premiaba la improvisación, es probable que integre ese patrón como normal. A medida que crece, puede desarrollar cierta resistencia a la rigidez de los horarios formales, sobre todo si estos son impuestos por figuras de autoridad.
¿Impuntualidad crónica o simple descuido?
No todas las personas que llegan tarde tienen un problema crónico. Muchas veces, se trata de una cuestión de contexto: cansancio, exceso de tareas, falta de planificación puntual o problemas de transporte.
Sin embargo, cuando el comportamiento se repite sistemáticamente y genera consecuencias en las relaciones interpersonales o laborales, puede hablarse de impuntualidad crónica.