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La percepción que un grupo social tiene sobre otro puede ser tan reveladora como las realidades que pretende representar. Esta mirada no sólo dice mucho de los estereotipados, sino también de quienes estereotipan.
Un estudio reciente ha analizado cómo ven los madrileños a los habitantes del País Vasco y los resultados sorprenden más por su complejidad que por los clichés esperables.
Los adjetivos que los madrileños usan para describir a los vascos
El análisis, publicado en la revista Papeles del psicólogo, se centró en los adjetivos atribuidos por jóvenes madrileños a diversos grupos regionales, entre ellos los vascos. A diferencia de los estereotipos más frecuentes en el discurso público, la imagen que emerge es multifacética. Ésta mezcla respeto, distancia y una cierta carga emocional.
Los adjetivos más seleccionados para describir a los vascos fueron fuertes, separatistas y amantes de su tierra, seguidos de otros como brutos, orgullosos y cerrados. También destacan calificativos como extremistas, indomables, comilones e individualistas. Aunque algunos términos tienen una connotación negativa, otros como trabajadores, valientes, nobles y hospitalarios revelan admiración.
Esta selección no fue aleatoria. Los investigadores identificaron los adjetivos con una frecuencia de elección significativamente mayor al azar, lo que los convierte en núcleos duros del estereotipo vasco desde la perspectiva madrileña.

Metodología del estudio psicológico: quiénes participaron y cómo se recogieron los datos
El estudio se llevó a cabo con 288 estudiantes universitarios en Madrid. De ellos, 200 eran madrileños de nacimiento y residencia. Otros 88 eran estudiantes que vivían en Madrid por motivos académicos, pero procedían de otras regiones.
Se les pidió seleccionar 10, de una lista de 80 adjetivos, aquellos que consideraban más representativos de distintos grupos regionales (vascos, catalanes, andaluces, gallegos, madrileños) y del conjunto general de los españoles.
La uniformidad del estereotipo, es decir, el grado de consenso entre los participantes, se calculó mediante fórmulas clásicas del campo de la psicología social. Además, se estudió la similitud con estereotipos recogidos en estudios anteriores, como el de Sangrador (1981), usando herramientas estadísticas como el coeficiente de correlación de Spearman.
¿Han cambiado los estereotipos con el tiempo?
Comparando los resultados con los del mencionado estudio de 1981, se observa una notable estabilidad en los estereotipos regionales. La imagen del vasco sigue asociada a la fuerza, la tenacidad y cierta rudeza, aunque se han perdido adjetivos como inteligente y honrado. Por otro lado, han ganado peso otros calificativos como testarudo y tradicionalista.
En cuanto a la uniformidad, los estereotipos de los catalanes y andaluces fueron más compartidos entre los encuestados que el de los vascos, cuya imagen resultó algo más difusa. El estereotipo nacional mostró la menor coherencia, lo que podría reflejar una identidad nacional más plural o fragmentada.
¿Qué función cumplen estos estereotipos?
Los estereotipos funcionan como atajos mentales que simplifican la realidad social. En palabras de los investigadores, operan como esquemas cognitivos que ayudan a procesar la información, pero también como marcadores de identidad colectiva. En el caso de los madrileños, la percepción de los vascos revela distancia cultural así como una mezcla de respeto e incomodidad histórica.