La reflexión de la psicóloga Pilar Cebrián sobre los amigos de la infancia: «No son amistades sanas»

La reflexión de la psicóloga Pilar Cebrián sobre los amigos de la infancia: "No son amistades sanas"

Las amistades de la infancia suelen tener un gran impacto a nivel social y emocional. En este sentido, los psicólogos analizan los beneficios de los amigos de la infancia porque para muchas personas representa una parte fundamental de su historia personal y, en algunos casos, consideran que deben perdurar en el tiempo de manera indisoluble simplemente porque ha estado presente desde los primeros años de vida. Sin embargo, distintos especialistas coinciden en que crecer implica transformarnos y, con ello, evaluar si tales relaciones siguen teniendo sentido para la persona que somos hoy.

En ocasiones, la nostalgia puede generar la idea de que es obligatorio conservar esas amistades, pero en realidad no siempre se mantienen sanas o nos resultan beneficiosas con el paso del tiempo. La psicóloga Pilar Cebrián explica que muchas personas sostienen amistades infantiles por inercia, sin preguntarse si todavía existen intereses, valores o experiencias en común. «Como estuvieron siempre presentes, se da por hecho que deben conservarse, incluso aunque la relación ya no aporte bienestar», menciona. A su vez, comenta que muchas veces se invierte demasiada energía en mantener relaciones que no responden a la persona adulta en la que uno se convirtió. La especialista invita a reflexionar sin sentir culpa sobre “hacer una limpieza de amigos” cuando sea necesario, evaluando si la versión actual de uno mismo es compatible con esas relaciones. «La amistad debería sumar, no restar, y conservarla solo por tradición familiar o social puede generar frustración y desgaste emocional», advierte. Por ello, destaca que replantearse estas relaciones no significa ingratitud, sino autenticidad y autocuidado.

¿Cuál es el valor emocional de los amigos de la infancia?

El Centro Rodero, integrado por psicólogos, psiquiatras y neurólogos, enfatiza que la amistad infantil cumple funciones esenciales en el desarrollo psicológico. Tales relaciones fortalecen la autoestima, fomentan la resiliencia y ayudan a los niños a enfrentarse a desafíos emocionales como la soledad, los celos o la frustración.

«Además, permiten practicar habilidades sociales que luego serán fundamentales en la adultez: cooperación, empatía, resolución de conflictos y comunicación», sostienen. También afirman que, cuando somos pequeños, elegimos a quienes comparten nuestro entorno cotidiano sin mayores filtros, queremos a quienes están cerca y con quienes convivimos juegos, rutinas y aprendizajes espontáneos.

¿Cómo cambian las amistades con el paso del tiempo?

Desde el Centro Rodero aseguran que, con la madurez, la selección de amistades se vuelve más consciente y afinada. «Los adultos suelen elegir a personas que encajan con su estilo de vida, valores y necesidades emocionales», explican.

Otro rasgo característico es que los adultos se vuelven más reservados, ya que conocen mejor sus intereses reales y su forma de relacionarse. Por lo tanto, se produce la “limpieza” de algunas amistades de la infancia porque no se le encuentra el mismo.

«No quiere decir que hayan sido malas experiencias, sino que ambas personas cambiaron. Dejar atrás esos vínculos puede provocar tristeza, pero también es una señal de crecimiento personal», mencionan las autoridades del Centro Rodero.

¿Cómo clasificar las amistades?

La psicóloga y terapeuta corporativa Pam Paquet propone una clasificación práctica para evaluar la calidad de las relaciones. La primera es “Easy Peasy”, son amistades de bajo mantenimiento, equilibradas y relajadas.

La segunda son las amistades que vale la pena el esfuerzo, se trata de vínculos de mantenimiento medio que requieren dedicación, pero aportan bienestar y reciprocidad. La tercera y última las define como vampiro de energía, aquellas amistades que consumen tiempo, esfuerzo emocional y dejan sensación de agotamiento.

Según Paquet, incluso las amistades de largo plazo pueden atravesar las tres etapas dependiendo del momento vital de cada persona. Sin embargo, aclara que ni el tiempo ni la historia compartida garantizan por sí solos que la relación siga siendo positiva.

Para la especialista, lo verdaderamente importante a analizar es el flujo de la relación. Por lo tanto, resulta indispensable reconocer si la amistad es equilibrada, justa, sana y emocionalmente nutritiva.

¿Cuáles son las señales para evaluar si una amistad sigue siendo saludable?

La psicóloga Paquet señala diversos indicadores que ayudan a analizar la calidad de un vínculo. Entre ellos, destaca si la relación es agradable y divertida, si existe apoyo mutuo, si la comunicación es clara y si el tiempo compartido genera conexión genuina.

«Cuando estas características disminuyen, es posible que la amistad ya no esté acompañando el proceso de crecimiento personal de uno de los miembros», asegura.

¿Qué sucede cuando una amistad deja de sumar?

Tanto Pam Paquet como Pilar Cebrián coinciden en que una relación puede convertirse en una fuente de agotamiento cuando se vuelve unidireccional o excesivamente demandante. Y esto puede suceder con los amigos de la infancia.

Para Paquet, un “vampiro de energía” dificulta mantener una actitud positiva y optimista, e incluso puede interferir con el bienestar emocional. Para la psicóloga, identificar estas dinámicas es una forma de autocuidado y una posibilidad para preguntarse si vale la pena continuar con esa amistad o si es momento de dejarlas.

 

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