Contenido
- 0.1 Éste es el color que más usan las personas que tienen maldad, según la ciencia
- 0.2 Adolescentes con problemas psicológicos pasan 50 minutos más al día en redes sociales, según estudio de Cambridge
- 0.3 Las personas con mala letra podrían ser más inteligentes que el promedio, según un estudio psicológico
- 1 ¿Por qué las personas de más de 70 años pierden el apetito o comen menos que antes?
- 2 Causas fisiológicas y psicológicas que influyen en la alimentación de los mayores
- 3 Consecuencias de perder el apetito en la tercera edad
- 4 Estrategias para enfrentar la pérdida de apetito en mayores
- 5 ¿Cuándo hay que llamar a un médico?
A partir de los 70 años, muchas personas manifiestan un cambio significativo en su relación con la comida. El hecho de que pierden el apetito en esta etapa vital no siempre es percibido como un problema, pero puede derivar en cuadros de desnutrición, pérdida de masa muscular o alteraciones metabólicas si no se atiende a tiempo.
Este fenómeno responde a un proceso complejo en el que intervienen múltiples factores, desde alteraciones sensoriales hasta enfermedades crónicas. Por ello, se ha convertido en una cuestión de interés entre profesionales del ámbito sanitario y expertos en geriatría que buscan prevenir complicaciones derivadas de esta situación.
¿Por qué las personas de más de 70 años pierden el apetito o comen menos que antes?
Uno de los términos utilizados para describir esta situación es hiporexia, conocida comúnmente como la pérdida de apetito en personas mayores. Tal como señalan desde el portal especializado Cuideo, se trata de un fenómeno habitual entre la población de edad avanzada, aunque no se considera una enfermedad en sí misma.
La hiporexia se manifiesta en una reducción progresiva del consumo de alimentos. En muchos casos, se genera un rechazo hacia determinados productos, lo que impide la adquisición de nutrientes esenciales. Estos son algunos factores comunes que explican por qué las personas mayores pierden el apetito:
- Envejecimiento fisiológico: con los años disminuye la actividad física, lo que reduce las necesidades energéticas del organismo.
- Alteraciones sensoriales: se pierde sensibilidad en el gusto y el olfato, lo que disminuye el atractivo de los alimentos.
- Trastornos anímicos: la tristeza, la depresión y la soledad inciden directamente sobre la conducta alimentaria.
- Sedentarismo: una vida poco activa reduce el estímulo del hambre.
- Problemas dentales o digestivos: dificultan la masticación o provocan molestias al comer.
- Enfermedades crónicas: como el cáncer, la insuficiencia cardíaca o la demencia, entre otras.
- Efectos secundarios de medicamentos: varios fármacos pueden alterar la percepción del hambre.
Causas fisiológicas y psicológicas que influyen en la alimentación de los mayores
De acuerdo con el sitio oficial de Estados Unidos MedLine (avalado por la Biblioteca Nacional de Medicina), en personas mayores la pérdida del apetito puede tener causas tanto físicas como emocionales, y en muchos casos estas se combinan.
Entre las causas fisiológicas más relevantes se encuentran:
- Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
- Demencia.
- Ictus.
- Insuficiencia cardíaca o renal crónica.
- Hepatitis o enfermedad hepática crónica.
- Cáncer (colon, estómago, páncreas u ovarios).
- Trastornos digestivos.
- Hipotiroidismo.
En estos casos, el diagnóstico precoz es esencial para evitar una evolución desfavorable del cuadro clínico.
Desde el punto de vista psicológico, es común que las personas mayores presenten episodios de depresión, ansiedad o apatía. Estos estados de ánimo suelen estar relacionados con situaciones como el duelo, el aislamiento social o la pérdida de autonomía.
Consecuencias de perder el apetito en la tercera edad
La pérdida continuada del apetito puede derivar en situaciones graves como:
- Desnutrición: al reducirse la ingesta calórica y de micronutrientes esenciales.
- Caquexia: deterioro físico extremo asociado a enfermedades como el cáncer.
- Mayor vulnerabilidad inmunológica: lo que incrementa el riesgo de infecciones.
- Pérdida de masa muscular: que puede limitar la movilidad y aumentar el riesgo de caídas.
En muchos casos, estas consecuencias no son evidentes hasta que el estado del paciente se ha deteriorado considerablemente. Por ello, profesionales y familiares deben estar atentos a los hábitos alimenticios, aunque no existan síntomas evidentes.
Estrategias para enfrentar la pérdida de apetito en mayores
Algunas recomendaciones que sugieren especialistas en geriatría y nutrición incluyen:
- Fraccionar las comidas: cinco o seis pequeñas ingestas al día pueden ser más efectivas que tres grandes.
- Ajustar las texturas y sabores: los purés, batidos o comidas suaves pueden facilitar la masticación y deglución.
- Enriquecer los platos: incorporar frutos secos, yogures, aceites vegetales o suplementos nutricionales para aumentar el valor calórico sin aumentar el volumen.
- Ofrecer variedad: alternar entre diferentes alimentos, temperaturas y condimentos para estimular el interés por la comida.
- Evitar líquidos durante las comidas: ya que pueden provocar saciedad prematura.
- Adaptar los menús a los gustos personales: conocer las preferencias puede mejorar la aceptación.
En muchos casos, los cuidadores profesionales son clave en este proceso, ya que conocen técnicas específicas para estimular el apetito y garantizar una nutrición adecuada.
¿Cuándo hay que llamar a un médico?
Cuando una persona mayor presenta una pérdida de peso inexplicable o persistente, es necesario contactar con un profesional sanitario. Tal como recoge MedLine, si se pierde más del 5% del peso corporal sin motivo aparente, es recomendable realizar una evaluación médica.
El proceso incluye:
- Revisión de la historia clínica y medicación.
- Análisis de sangre y orina.
- Estudios por imágenes (radiografía o ecografía).
- Evaluación del estado nutricional.
En casos extremos, cuando hay desnutrición severa, se puede requerir hospitalización para administrar nutrientes por vía intravenosa.