La psicología confirma por qué algunas personas son irresistiblemente cotillas: no es solo curiosidad

Psicología

La psicología confirma por qué algunas personas son irresistiblemente cotillas: no es solo curiosidad

El cotilleo es una conducta antigua que forma parte de la comunicación entre las personas. Por un lado, analiza conductas de los grupos tribales hasta hábitos modernos en las redes sociales actuales, o bien sirve para compartir información y, en muchos casos, regular la convivencia. Sin embargo, hay personas que siempre son cotillas. Aunque suele asociarse a la curiosidad mal intencionada o a la intromisión, diferentes instituciones académicas indican que su función social es mucho más compleja. Para algunos especialistas, cotillear implica observar, interpretar y comentar la vida ajena, lo que puede ser tanto una herramienta de conexión interpersonal como una forma de exclusión.

Se trata de una actitud que presenta raíces psicológicas y sociales que resultan importante de comprender. Según la Universidad de Cambridge, el cotilleo representa hasta dos tercios de las conversaciones diarias entre las personas adultas. «El cerebro humano está diseñado para procesar información social, y hablar de otros activa las mismas áreas que se estimulan cuando se experimenta placer o recompensa», mencionan los especialistas. Por lo tanto, las personas cotillas son vistas para reforzar relaciones y aliviar el estrés. También aseguran que, más allá de este aspecto biológico, hay componentes emocionales. «Las personas cotillas suelen tener un alto interés por el comportamiento ajeno y una necesidad de validación grupal. Saber cosas sobre otros otorga una sensación de poder y pertenencia, especialmente en contextos donde la información es símbolo de estatus o cercanía», aseguran. Sin embargo, miembros de la Universidad de Cambridge advierten que el límite entre la curiosidad natural y la invasión de la privacidad es difuso, y ahí surge el dilema moral del cotilleo.

Cómo son las personas cotillas

Las personas cotillas, por lo general, sienten una fuerte necesidad de saber lo que ocurre a su alrededor, pero también de influir en las percepciones que los demás tienen de otros. En la antropología y la psicología social, el cotilleo cumple una función adaptativa, en donde sirve para reforzar normas, transmitir valores y mantener la cohesión del grupo.

Según la Universidad Complutense de Madrid, el cotilleo actúa como un sistema informal de control social, en donde al comentar las conductas ajenas, las personas señalan lo que consideran aceptable o inapropiado dentro del grupo.

«Cuando se critica a alguien por no cumplir una regla, se está reafirmando el valor que esa norma tiene para la comunidad. De este modo, el cotilleo puede funcionar como un recordatorio colectivo de los límites sociales», afirman.

¿Qué aspectos de la psicología hay detrás de los cotillas?

Desde el punto de vista psicológico, el cotilleo se vincula a la curiosidad social y a la necesidad de comparación. Las personas que cotillean buscan entender cómo encajan ellas mismas en relación con los demás.

Según “Fronteras en Psicología”, esta conducta activa mecanismos de comparación social, especialmente cuando el individuo siente inseguridad o competencia.

«Cotillear permite evaluar las propias decisiones frente a las ajenas, lo que proporciona una forma indirecta de autoevaluación», sostienen. En este sentido, el cotilleo no siempre es negativo, porque puede ayudar a aprender de los errores ajenos o reforzar la empatía al comprender las dificultades de los demás.

¿Cuáles son las dificultades de quienes son siempre cotillas?

Este hábito puede acabar siendo tóxico cuando se utiliza para manipular o dañar reputaciones. Las personas que cotillean de manera compulsiva suelen buscar atención, aprobación o control sobre su entorno.

En estos casos, la conversación sobre otros deja de ser una herramienta de conexión para convertirse en un instrumento de poder. «Este tipo de comportamiento puede asociarse con rasgos de inseguridad, baja autoestima o necesidad de pertenencia exacerbada», advierten desde “Fronteras en Psicología”.

A su vez, indican que, cuando tal hábito es constante y malintencionado, genera desconfianza y deteriora las relaciones sociales, creando un clima de tensión que afecta tanto al emisor como al receptor.

¿Cómo es el cotilleo en la era digital?

Las interacciones en las redes sociales incrementan el cotilleo en la actualidad. En este sentido, plataformas como Instagram o TikTok fomentan la observación constante de la vida ajena y transforman la curiosidad natural en un hábito cotidiano.

Los especialistas de la Universidad Complutense de Madrid indican que el “cotilleo digital” no se limita a los chismes porque implica seguir con detalle la vida de conocidos, celebridades o incluso desconocidos.

Además, explican que este comportamiento responde a la misma necesidad de pertenencia que existía en las sociedades tradicionales, pero con un alcance mucho mayor.

«La exposición permanente a la información personal de otros puede generar adicción o comparaciones dañinas, reforzando sentimientos de insuficiencia o envidia», afirman. También sugieren evaluar las consecuencias que se generan porque cuando se convierte en una práctica basada en el juicio o la malicia, sus efectos son contraproducentes.

 

 

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