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La demencia es una condición que afecta a millones de personas en todo el mundo, y su diagnóstico temprano es crucial para mejorar la calidad de vida de quienes la padecen. Tradicionalmente, los síntomas más reconocidos de la demencia están relacionados con problemas de memoria, confusión y cambios en el comportamiento. A medida que estas funciones se ven afectadas, también pueden presentarse síntomas físicos, como alteraciones en la marcha. Los cambios en la forma de caminar, a menudo sutiles al principio, pueden ser uno de los primeros signos de demencia, incluso antes de que se manifiesten problemas cognitivos graves.
Según la Alzheimer’s Association, «la demencia es un término general para un deterioro grave de la capacidad mental que interfiere con la vida cotidiana. La pérdida de memoria es un ejemplo». El origen de la demencia se encuentra en el daño a las células cerebrales, lo que interrumpe la comunicación entre las neuronas y afecta el funcionamiento del cerebro. Las enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, el Parkinson y la demencia vascular, son las principales causantes de esta condición. En estos trastornos, las células cerebrales se destruyen gradualmente, lo que impacta en diferentes áreas, incluyendo aquellas responsables del control motor y la coordinación. La demencia, en su fase inicial, puede no ser evidente a simple vista, pero alteraciones en la marcha, como caminar más lentamente, arrastrar los pies o dificultad para mantener el equilibrio, pueden ser signos tempranos de un deterioro cognitivo subyacente. Estos síntomas motores pueden preceder a los cambios en la memoria o el comportamiento. Reconocer estos signos puede ayudar en el diagnóstico precoz y permitir una intervención que mejore la calidad de vida de la persona afectada.
¿Por qué la marcha está relacionada con la demencia?
Caminar es una acción que involucra diversas áreas del cerebro, como los ganglios basales, el cerebelo y la corteza motora. Un estudio de la revista PLOS Computational Biology, explica que «los ganglios basales integran evidencia sensorial que aboga por una decisión particular y desinhiben el plan de acción correspondiente. El cerebelo es crucial para mantener la precisión en múltiples movimientos». Cuando el cerebro comienza a sufrir el daño asociado con la demencia, estas áreas pueden verse afectadas, lo que da lugar a cambios en la forma de caminar.
Las personas que experimentan cambios en la marcha, como lentitud o inestabilidad, pueden estar experimentando un deterioro cognitivo antes de que otros síntomas se hagan evidentes. Estas alteraciones pueden ser útiles para detectar trastornos neurodegenerativos como el Alzheimer o el Parkinson, que afectan tanto la memoria como el control motor.
Los primeros síntomas en la marcha que pueden indicar demencia
Marcha lenta
Uno de los primeros cambios que puede notarse es la lentitud en la marcha. La bradicinesia, o la lentitud de los movimientos, es común en trastornos como el Parkinson y puede ser uno de los primeros síntomas de la demencia.
Las personas pueden empezar a caminar más despacio, con pasos más cortos y sin la fluidez que tenían anteriormente. Esta lentitud no solo afecta la velocidad de la marcha, sino también la capacidad de iniciar el movimiento.
Dificultad para iniciar el movimiento
El ‘congelamiento’ de la marcha es otro síntoma temprano de demencia que puede ser notado por quienes observan a la persona afectada.
Un estudio de la revista Cerebro y Comportamiento explica que «el congelamiento de la marcha es un trastorno de la marcha episódico, breve e impredecible en el que los pacientes sienten que sus pies están pegados al suelo con una incapacidad para producir pasos efectivos a pesar de la intención de caminar».
Es un síntoma muy incapacitante, se correlaciona con la inestabilidad postural, interfiere con la vida diaria, perjudica la movilidad y representa una de las principales causas de caídas.
Es muy común en pacientes con Parkinson y es una de las primeras señales motoras que pueden aparecer antes de que se presenten los problemas cognitivos. El congelamiento puede ocurrir especialmente al intentar girar o al levantarse de una posición sentada.
Inestabilidad y peligro de caídas
A medida que la demencia progresa, las personas pueden comenzar a experimentar dificultades para mantener el equilibrio y la postura erguida. La marcha puede volverse inestable, con pasos vacilantes y con una mayor tendencia a caer.
Esto ocurre porque los músculos y las articulaciones ya no responden tan bien a las señales del cerebro, lo que aumenta el riesgo de caídas.
Postura encogida
Las personas con demencia pueden comenzar a caminar con una postura encorvada, lo que puede ser un indicativo de pérdida de control sobre los músculos que mantienen la postura erguida. La rigidez muscular y la pérdida de coordinación pueden dar lugar a una marcha más rígida y menos flexible.
Las personas afectadas pueden parecer más inclinadas hacia adelante, con los hombros hacia abajo, lo que limita su capacidad para caminar con fluidez.