Contenido
- 0.1 Ni robótica ni inglés: la actividad que mejora el coeficiente intelectual infantil y falta en la mayoría de coles españoles
- 0.2 Estos son los rasgos que tienen las personas que siempre se están quejando, según la psicología
- 0.3 Adiós a las tablets: el pasatiempo que hace a los niños más inteligentes y todos pasamos por alto en España
- 1 El mejor pasatiempo para los mayores de 65 años que quieren mejorar su habilidad motriz
- 2 Cómo empezar con la cestería a los 65 años
- 3 ¿Qué se puede hacer con mimbre?
Con la edad, los movimientos dejan de ser automáticos. Subir una cremallera, abrir un bote, atarse los zapatos… tareas simples que, de pronto, exigen más concentración de la que deberían. No hay píldora mágica para frenar el desgaste físico que trae el tiempo, pero sí hay maneras de ralentizarlo. La clave está en mantenerse activo, no sólo con ejercicio físico, también con actividades que estimulen las manos, los dedos, la vista y la creatividad.
Entre los pasatiempos más habituales entre los mayores están los crucigramas, la jardinería o incluso el punto, pero hay uno que apenas se menciona, y que sin hacer ruido mejora la coordinación, relaja la mente y despierta una destreza que parecía dormida: la cestería con mimbre.
El mejor pasatiempo para los mayores de 65 años que quieren mejorar su habilidad motriz
Tejer puede estar bien, pero lo que de verdad mueve las manos, los dedos, la imaginación y el ánimo, es el arte de hacer cestas. La cestería con mimbre es mucho más que una manualidad: es una práctica ancestral que sigue vigente por méritos propios. Aporta ritmo, precisión y belleza, y eso se nota en el cuerpo y en la cabeza.
Trabajar con mimbre exige atención, coordinación y paciencia. Hay que humedecer las fibras, trenzarlas, entrelazarlas, sujetarlas… Cada movimiento cuenta. La cestería es geometría con las manos. Y con cada cesta, se refuerza la motricidad fina, la coordinación mano-ojo y la capacidad de concentración.
Con la cestería se crean objetos útiles: cestas para la fruta, para la ropa, para las plantas. Pero también lámparas, bandejas, estanterías, cabeceros. Todo eso sale de las manos. Y el proceso tiene un punto casi meditativo, perfecto para rebajar el estrés sin necesidad de pantallas ni aparatos electrónicos.
Cómo empezar con la cestería a los 65 años
Lo único que se necesita es curiosidad y ganas de probar algo distinto. El punto de partida suele ser el mimbre natural, una fibra flexible y agradecida que se adapta bien a las manos inexpertas. Se remoja en agua, se ablanda, y a partir de ahí se puede empezar a trenzar. Lo recomendable es arrancar con cestas pequeñas y redondas.
No hace falta complicarse. Existen tutoriales en internet, libros con fotos paso a paso, e incluso talleres en centros culturales o asociaciones de mayores. Y si se prefiere algo más personalizado, hay artesanos que enseñan directamente en su taller.
Entre las técnicas más accesibles están el trenzado clásico y el tejido por encima y por debajo. Poco a poco se puede ir subiendo el nivel, añadiendo asas, bordes decorativos o combinando materiales. También es útil tener a mano unas tijeras, una navaja y unas pinzas de ropa para sujetar mientras se trabaja.
¿Qué se puede hacer con mimbre?
Las cestas son apenas el principio. Se pueden hacer muebles ligeros, revisteros, biombos, pantallas de lámpara, e incluso piezas decorativas que parecen sacadas de una tienda de diseño de interior.
El mimbre combina con todo: casas rústicas, pisos modernos, terrazas, cocinas. Y lo mejor es que cada pieza lleva el sello personal de quien la hace. No hay dos iguales.
Además, se puede practicar solo o en grupo. Compartir la actividad con otros, intercambiar ideas, ver lo que hacen los demás, todo eso aporta una dimensión social que a veces se echa de menos a ciertas edades.