Contenido
- 0.1 Siéntete orgulloso si vuestro hijo repite mucho esta frase: lo estáis haciendo bien como padres, según los expertos
- 0.2 Los crucigramas están bien, pero hay un juego mejor para que los mayores de 70 estimulen la memoria
- 0.3 Confirmado por psicólogos: un estudio revela que la costura estimula el cerebro y retrasa el deterioro cognitivo
- 1 Este es el pasatiempo que estimula la capacidad cognitiva
- 2 Cómo la lectura fortalece tu capacidad cognitiva día a día
- 3 Cómo leer para que realmente marque la diferencia
Según van pasando los años, el cuerpo cambia, y donde más se nota, aunque no siempre se diga, es en la cabeza. Cuesta más concentrarse, se olvida con más facilidad, y pensar con agilidad deja de ser tan automático como antes. La mente, como cualquier músculo, también se desgasta. Y uno de los aspectos donde más se nota ese desgaste es en la capacidad cognitiva.
Estas son habilidades básicas pero vitales: recordar, razonar, entender lo que leemos, resolver problemas, mantener conversaciones fluidas. Todas esas funciones que damos por hechas hasta que empiezan a fallar. Y si bien no hay forma de detener por completo ese deterioro, sí hay maneras de ralentizarlo.
Nora Rodríguez, licenciada en Gerencia de Servicio de Salud, asegura que hay un pasatiempo que deberías practicar si te preocupa mantener tu mente despierta. Es más común de lo que parece y, con suerte, ya forma parte de tu día a día.
Este es el pasatiempo que estimula la capacidad cognitiva
El hobby que realmente ayuda a mantener la mente despierta es la lectura. Cuando lees con atención, el cerebro se activa y se fortalece.
Según Rodríguez, cuando leemos, se activan zonas específicas del hemisferio izquierdo (donde se procesa el lenguaje, la lógica y el pensamiento estructurado), y ese trabajo mental fortalece las conexiones neuronales. Incluso puede favorecer la generación de nuevas neuronas.
Este tipo de estimulación se utiliza ya en terapias no farmacológicas (TNFs) aplicadas en personas mayores y en pacientes con deterioro cognitivo leve.
La lectura comentada (cuando se discute o analiza un texto en grupo o con otra persona) ha demostrado ser especialmente eficaz. Ayuda a mantener el foco, a reforzar la memoria y a prevenir enfermedades como el alzhéimer o ciertos tipos de demencia.
Pero no basta con pasar los ojos por las líneas. Para que el efecto sea real, hay que leer con calma, concentrado, dejando que la imaginación haga su parte. Visualizar escenas, conectar ideas, recordar olores o sonidos mencionados… todo eso activa más regiones del cerebro que la simple comprensión del texto.
Cómo la lectura fortalece tu capacidad cognitiva día a día
La lectura mejora la memoria porque obliga al cerebro a retener información: personajes, tramas, escenarios. Entrena la atención, una habilidad cada vez más difícil de mantener. Favorece el lenguaje y la fluidez verbal. Amplía el vocabulario y ayuda a pensar con más claridad.
También tiene un impacto directo en el bienestar emocional. Reduce los niveles de estrés, ayuda a desconectar del ruido mental y genera un estado de calma que puede mejorar incluso la calidad del sueño. Además, leer desarrolla la empatía: al meternos en la piel de otros personajes, entendemos mejor lo que sienten los demás, algo que repercute en nuestras relaciones personales.
Lo interesante es que todo esto no se consigue sólo con años de lectura acumulada. Se nota también en el corto plazo. Con tan sólo leer cada día unos minutos, de forma intencional, se puede reforzar lo que los expertos llaman «reserva cognitiva«: una especie de colchón mental que ayuda a soportar mejor los efectos del paso del tiempo sobre el cerebro.
Cómo leer para que realmente marque la diferencia
Si estás con el móvil al lado, con interrupciones constantes o con la cabeza en otra parte, el efecto se diluye. Para que la lectura cumpla su función como estímulo cognitivo, hay que leer bien.
Empieza por definir un objetivo claro. ¿Qué buscas en ese texto? ¿Aprender algo? ¿Disfrutar de la historia? ¿Entrenar tu atención? Tener una intención mejora la concentración.
Busca un lugar tranquilo, con buena luz. Lee despacio, usando el dedo o un lápiz para guiarte si hace falta. Intenta evitar leer en voz baja o repetir las palabras en tu cabeza; ralentiza el ritmo y te cansa antes. Si puedes, lee bloques de palabras, no palabra a palabra. Y toma notas: subraya, resume, marca lo que te llama la atención. Eso refuerza la memoria y te ayuda a entender mejor lo que has leído.
Después, haz una pequeña revisión mental o escrita. ¿Qué ideas te han quedado claras? ¿Qué te ha sorprendido? ¿Lo puedes contar con tus palabras? Ese repaso final fija lo aprendido y te entrena para pensar con más precisión.