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Las relaciones sociales son vínculos que formamos con familiares, amistades, compañeros de trabajo y parejas. Estos lazos, por lo general, están marcados por valores como la solidaridad, empatía, respeto y cooperación. Pero, siempre pueden surgir tensiones y conflictos debido a las diferentes ideas, pensamientos o actitudes incómodas. En el caso de una relación de pareja, una de las uniones formales existentes es el matrimonio que establecen ambas personas de manera civil, formal e institucional. Ahora bien, en las últimas décadas, y como tendencia, se observa a nivel social el crecimiento de una sensación en la población referido a qué es la misogamia. Analizamos este fenómeno.
Según la Administración General del Estado, en el marco del derecho civil el matrimonio se define como la unión estable entre dos personas, del mismo o de diferente sexo, establecida conforme a los requisitos previstos en la legislación civil. «El matrimonio produce efectos civiles desde su celebración: efectos personales (derechos y obligaciones de los cónyuges) y efectos patrimoniales (régimen económico). Para el pleno reconocimiento de los mismos será necesaria su inscripción en el Registro Civil», afirman las autoridades de la Administración General del Estado. La Comunidad de Madrid explica que los trámites para el matrimonio civil pueden iniciarse en el Registro Civil del municipio en el que esté domiciliado o tenga su residencia habitual uno o los dos futuros contrayentes. «Si están domiciliados en poblaciones distintas podrán elegir la que más les convenga. El lugar de celebración, sin embargo, puede ser cualquier otro Registro Civil, Ayuntamiento o Notaría, a elección de los contrayentes».
Qué es la misogamia
Más allá de que el matrimonio es una práctica que perdura en la creencia, costumbre y hábito de muchas parejas e históricamente se ampliaron varios derechos para los conyugues, también hay un amplio sector que expresa cierta distancia y descreimiento. Por eso, veremos a continuación qué es la misogamia.
El Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España notifica que para solicitar el Certificado de Capacidad Matrimonial ambos contrayentes deben aportar una serie de documentos.
Entre ellos se encuentran: certificación literal de nacimiento, certificación de residencia o de empadronamiento de los dos últimos años, certificado de estado civil y copia de la documentación de identidad.
«En caso de Estado Civil divorciado/a, debe presentar certificación literal del matrimonio donde consta al margen la sentencia firme del divorcio. Si el contrayente de nacionalidad española también posee otra nacionalidad deberá acreditar su Estado Civil de conformidad a esa nacionalidad y, en caso de estado civil viudo/a, deberá aportar certificación de la defunción del conyugue», explican desde el Ministerio.
Las características de la misogamia
Si bien existe un amplio porcentaje de la población que decide concretar su unión civil mediante la figura del matrimonio, en las últimas décadas se presenta un fenómeno particular que lleva a indagar acerca de qué es la misogamia.
En este sentido, se trata de una especie de aversión u odio al matrimonio, con una raíz etimológica de la palabra que remonta a términos griegos. Misos se refiere a odio y gamos a matrimonio.
Uno de los conflictos que se presentan con mayor frecuencia a nivel familiar suelen ser las rupturas matrimoniales a través del divorcio. A través de un informe de la Universidad Complutense de Madrid, se hace referencia al divorcio como crisis, entendiendo que dicha crisis se produce cuando una tensión (fuerza que tiende a distorsionar) afecta al sistema familiar.
Así, de esta manera, se exige un cambio en el reportorio usual que permite la entrada de determinadas influencias externas de una forma incontrolada.
En el marco del concepto de crisis, explican la presencia de cuatro categorías para contextualizarla. Por un lado, se encuentran las desgracias inesperadas que se trata de sucesos imprevisibles con causas externas a la familia como pueden ser accidentes o fallecimientos.
«Su resolución puede suponer un esfuerzo común para adaptarse a la situación, o puede implicar el riesgo de una búsqueda de culpables que genere mecanismos de ataque y defensa», indican en el informe de la Universidad Complutense de Madrid.
Otra es la crisis de desarrollo, de condición más universal y previsible. En este sentido, forman parte de la evolución normal de cada familia a través del matrimonio o el nacimiento de hijos.
También se encuentran las crisis estructurales, más recurrentes y que se insertan en las propias pautas intrínsecas de una familia (psicosis, alcoholismo, etc.). «Suelen manifestarse en un solo miembro, aunque afectan directamente a todos los demás, de forma que dificultan cualquier posible proceso de cambio», sostienen los profesionales de la Universidad Complutense de Madrid en el informe.
En síntesis, ante el interrogante de qué es la misogamia, se trata de un rechazo y aversión a la unión matrimonial, que permite evitar transitar diferentes dificultades y conflictos que se desencadenan a causa de las rupturas familiares legales.