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En nuestras relaciones de pareja, familiares, amistades o de trabajo resulta un enorme desafío decir no sin sentir culpa. Sin embargo, es necesario para lograr ordenar las energías, tiempos y prioridades personales para que las peticiones de los demás no lideren nuestra agenda de tareas y proyectos. Según Aidé Psicología, gabinete en Sevilla, hay una serie de motivos por los que nos cuesta decir que no. Entre ellos está el miedo al rechazo o al conflicto, la baja autoestima o necesidad de aprobación, el miedo a perder el vínculo o la relación. También se encuentra la costumbre de complacer a los demás a partir de la falta de habilidades asertivas, evitar la incomodidad de los demás, el temor a perder oportunidades y la necesidad de control o reconocimiento.
La web Psicólogos Málaga advierte sobre el problema de ser complaciente y afirma que tales personas se mueven por una conducta habitual en donde se sienten obligadas a ocuparse de las necesidades de los demás a expensas de las propias. Dentro de la categoría de personas complacientes, están quienes suelen estar permanentemente ocupadas en gustar a los demás y sentirse aprobadas por todo el mundo. «Esta no es una meta realista, viven permanentemente inmersas en un fracaso tras otro porque ser amable constantemente supone un precio demasiado elevado», afirman. Respecto a la palabra no, sostienen que otorga un gran poder a la persona que la emplea. El equipo de psicólogos de Málaga aconseja pensar en el poder que ejerce pronunciar la palabra. En ese sentido, destacan que te permite anular una cita importante a la que no tienes ganas de ir y puedes decirle a alguien que siempre pide favores que ya va siendo hora de que deje de aprovecharse de ti.
¿Cómo decir no sin sentir culpa?
La psicóloga Mamen Jiménez reflexiona en su Instagram sobre una serie de puntos para que puedas decir no y logres neutralizar la culpa que suele invadirnos en ese instante.
Uno de los primeros puntos que comparte es que no es un rechazo a la otra persona, sino a una situación concreta. «A lo que estás diciendo que no es a una actividad concreta, una propuesta, no a la persona», aclara la psicóloga.
A su vez, indica que la incomodidad y el malestar pasará. Hay una sensación de que ese malestar no se va a ir nunca, pero a medida que vayas exponiéndote te costará cada vez menos.
También propone prestarles atención a los instantes posteriores a la negación. Si notas que te quedas dándole vueltas preguntándote si habrás hecho bien o le habrá sentado mal tu respuesta, vas a estirar ese malestar.
Por último, propone que pienses en lo que ganas al decirlo. «Cada no que dices es un sí a uno mismo. No es un rechazo a otra persona. Es un sí a tus necesidades, gustos y apetencias», destaca Mamen Jiménez.
¿Por qué es necesario decir no?
Desde Psicólogos Málaga sostienen que la vida diaria está llena de cuestiones que nos provocan un deseo irreprimible de decir no, pero a menudo nos resistimos a utilizar el poder de decirlo cuando deberíamos emplearlo sin vacilaciones.
En ese sentido, advierten que por un sentimiento de culpa o por miedo a un enfrentamiento aceptamos más proyectos, invertimos en las prioridades de otra persona o aceptamos asistir a fiestas que no nos apetecen.
«Durante el proceso desperdiciamos nuestros recursos personales más valiosos –tiempo, energía y dinero– en cosas poco importantes», afirman.
Y, cada vez que aceptamos hacer algo sin entusiasmo ni interés, advierten que malgastamos los recursos que tenemos, dejando de lado nuestro bienestar y autoestima que resultan terriblemente dañados.
Las técnicas básicas para negar
Se trata de una técnica que te permite ganar tiempo antes de responder a una petición e invitación de plan. Los especialistas de Aidé Psicología dicen que esto elimina la presión cuando no se te ocurre cómo decir no de forma diplomática o simplemente necesitas tiempo para tomar una decisión.
Por lo tanto, se dan frases típicas que se suelen emplear para ganar tiempo. Una de ellas es «tengo que pensarlo, ya te diré algo”. Otra respuesta posible que es “tengo que consultar mi agenda, después te llamo».
A su vez, una opción para contestar de manera amable y evaluar la decisión es «tengo que hablarlo con mi alguien para ver si estamos libres ese día» y «primero tendría que ver cómo voy de dinero». A su vez, otra respuesta concreta y eficiente es «necesito un poco de tiempo para pensarlo, te llamaré más tarde o mañana».
De esta manera, la negación sin sentirnos culpables es un acto de honestidad que te permite valorar tu tiempo, energía, gustos y necesidades para no seguir priorizando las demandas de las demás personas.