Contenido
- 0.1 Ni agua ni zumo: ésta es la bebida milagrosa que se ha puesto de moda por qué calor de golpe
- 0.2 El aviso de una doctora sobre la forma en la que comemos el brócoli que asusta: “Estás perdiendo…”
- 0.3 Los expertos en longevidad lo confirman: esto es lo que desayunan las personas que más viven
- 1 Un alimento con alto índice glucémico: las patatas
Vivimos en una época en la que la longevidad no sólo se mide por los años vividos, sino por la calidad de vida que se llega a ellos. En este contexto, las voces con experiencia, como la del médico y profesor de nutrición Dr. John Scharffenberg, adquieren un valor especial. Con 102 años de edad y una lucidez admirable, este profesional ha dedicado su vida a investigar y divulgar las claves de una vida larga y saludable. ¿Qué dice el doctor sobre las patatas?
En una reciente entrevista publicada en el canal de YouTube Viva Longevity! bajo el título 100 Year-Old Nutrition Professor: 7 Keys to a Long Life, el Dr. Scharffenberg aborda diversos temas, entre ellos, el problema de un alimento que se consume a diario en muchas partes del mundo: las patatas. A pesar de ser un alimento tradicional y presente en la mayoría de las cocinas, las patatas, según este centenario médico, no son tan inocuas como parecen. Scharffenberg sostiene que, aunque no se les presta tanta atención crítica como a otros productos, su impacto en la salud puede ser considerable, sobre todo cuando se consumen en ciertas formas o cantidades. Su análisis se basa en décadas de observación clínica y en el estudio de poblaciones longevas.
Un alimento con alto índice glucémico: las patatas
Según el Dr. Scharffenberg, uno de los principales problemas de las patatas es su elevado índice glucémico. Este valor mide la velocidad con la que un alimento eleva el nivel de glucosa en sangre tras ser ingerido.
Especialmente cuando se cocinan al horno o en forma de puré, tienen un índice glucémico muy alto, lo que puede provocar aumentos de azúcar en sangre similares a los generados por dulces o productos ultraprocesados.
Estos aumentos repetidos pueden aumentar el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina, lo cual está vinculado con enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2. «Cuando uno consume patatas frecuentemente, incluso si no son fritas, está provocando una respuesta glucémica que puede ser dañina a largo plazo», explica el médico en la entrevista. Aconseja sustituirlas por otros vegetales con menor impacto glucémico, como el brócoli, la coliflor o las legumbres.
La forma de preparación también importa
Scharffenberg destaca además que la manera en la que se preparan las patatas puede agravar sus efectos negativos. Fritas, en chips o combinadas con grasas saturadas, se convierten en una bomba calórica con bajo valor nutricional. A ello se suma la formación de acrilamida, una sustancia potencialmente cancerígena que aparece cuando se cocinan a temperaturas muy altas, especialmente en frituras y horneados prolongados.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha advertido sobre este compuesto. En un informe de 2015, la EFSA concluyó que la acrilamida presente en los alimentos puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer en los consumidores de todas las edades. Aunque esta sustancia también aparece en otros alimentos como el pan o el café, las patatas fritas y chips son especialmente relevantes por su frecuencia de consumo, sobre todo en niños y adolescentes.
Una fuente limitada de nutrientes
Otro punto señalado por Scharffenberg es que, si bien las patatas contienen ciertos nutrientes como potasio o vitamina C, no destacan especialmente en densidad nutricional. Es decir, hay muchos otros alimentos que, en proporciones similares, ofrecen mayores beneficios para la salud sin los riesgos asociados al índice glucémico o a las técnicas de cocción nocivas.
El profesor enfatiza que no se trata de demonizar un alimento, sino de tomar decisiones más informadas. Desde su perspectiva, la patata no debería ocupar un lugar central en la dieta diaria, sino ser consumida de forma ocasional y preferentemente cocida o al vapor, sin grasas añadidas. En cambio, recomienda aumentar la presencia de vegetales de hoja verde, cereales integrales y proteínas vegetales, que ofrecen una mejor relación entre aporte calórico y beneficio nutricional.
Qué dice la ciencia
El punto de vista del Dr. Scharffenberg no es aislado. Un estudio del British Medical Journal (BMJ) publicado en 2016 destacó que el consumo frecuente de patatas, especialmente en forma de puré o fritas, se asocia con un mayor riesgo de hipertensión arterial. El estudio, que analizó datos de más de 187.000 personas durante más de 20 años, sugiere que sustituir las patatas por otros vegetales podría reducir el riesgo de presión arterial elevada.
Esto refuerza la idea de que las patatas, aunque sean un alimento tradicional y barato, no siempre son la mejor opción nutricional, especialmente cuando existen alternativas más saludables y accesibles.
El mensaje general del Dr. Scharffenberg
Más allá de las patatas, el mensaje del Dr. Scharffenberg gira en torno a una alimentación sencilla, basada en plantas, rica en fibra y sin productos animales ni procesados. Su propia longevidad parece dar peso a sus recomendaciones. Vegetariano desde hace más de 70 años, sigue defendiendo con pasión los beneficios de una vida sin tabaco, sin alcohol, con ejercicio regular y, por supuesto, con una dieta consciente.