Un estudio confirma lo que pasa en nuestro cuerpo cuando desayunamos galletas y todos lo sabemos

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Un estudio confirma lo que pasa en nuestro cuerpo cuando desayunamos galletas y todos lo sabemos

El desayuno es la primera comida del día y, según coinciden expertos en nutrición, una de las más determinantes para el rendimiento físico e intelectual. Sin embargo, la forma en que los españoles desayunan dista de ser ideal. Así lo revela el informe de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), publicado con motivo del Día Nacional del Desayuno, donde se advierte que solo un 25% de la población realiza un desayuno completo, mientras que un 38% opta por uno incompleto. También indaga sobre qué pasa cuando desayunamos galletas.

El estudio de la AECOSAN recuerda que un desayuno adecuado debería aportar entre el 20 y el 25% de la energía total diaria e incluir, al menos, tres grupos de alimentos: lácteos, cereales y frutas. Pero en la práctica, muchas personas se limitan a un café con leche y unas galletas, un hábito rápido y cómodo, aunque desequilibrado. El informe señala que el desayuno cumple una función clave: ayuda a reorganizar los cambios metabólicos que se producen durante la noche, proporciona los nutrientes necesarios para empezar la jornada y contribuye a mantener un correcto estado de hidratación. Por eso, su calidad tiene un impacto directo en la salud y el bienestar general.

Qué pasa cuando desayunamos galletas, según estudio

Según el informe de la AECOSAN, los patrones alimentarios de los españoles al despertar muestran una clara tendencia hacia la simplificación. El 37% de la población realiza un desayuno aceptable —es decir, con presencia de al menos dos grupos de alimentos—, pero el 38% lo hace de manera incompleta, omitiendo frutas o sustituyendo los cereales integrales por opciones procesadas.

En este contexto, cuando desayunamos galletas es un desayuno “exprés”, especialmente entre adultos que comen fuera de casa o que priorizan la rapidez antes que la calidad nutricional.

Los expertos advierten que este tipo de desayunos, basados en productos ricos en azúcares y grasas saturadas, pueden alterar el equilibrio energético y favorecer el aumento de peso o el riesgo de enfermedades metabólicas si se consumen de forma habitual. Tal como apunta la AECOSAN, «el desayuno debe ser una oportunidad para introducir alimentos de alta calidad nutricional, y no un simple trámite antes de salir de casa».

Consecuencias cuando desayunamos galletas

El consumo de galletas en España tiene una larga tradición cultural. Desde las clásicas maría hasta las integrales o sin azúcar, forman parte del imaginario gastronómico del país. En los últimos años, la industria alimentaria ha impulsado un proceso de reformulación, reduciendo azúcares añadidos y grasas hidrogenadas para adaptarse a las recomendaciones de salud pública. Según la AECOSAN, estas mejoras son positivas, pero no deben justificar su consumo diario como fuente principal de hidratos de carbono.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) recuerda que los carbohidratos deberían proceder preferentemente de alimentos ricos en fibra, como los cereales integrales, el pan o la avena. Aunque algunas galletas integrales pueden formar parte de un desayuno equilibrado, no sustituyen la variedad y densidad nutricional que aportan otros productos naturales. El equilibrio, una vez más, es la clave.

Qué debería incluir un desayuno equilibrado

Para que un desayuno cumpla su función nutricional, debe combinar tres tipos de alimentos básicos:

A estos grupos se pueden añadir otros alimentos opcionales, como frutos secos, huevos o aguacate, siempre en función de las necesidades energéticas y preferencias personales. En este sentido, la AECOSAN insiste en la importancia de educar en hábitos alimentarios saludables desde la infancia, ya que los patrones adquiridos en los primeros años de vida suelen mantenerse en la edad adulta.

Desayunar bien, una cuestión de educación y tiempo

La falta de tiempo es uno de los argumentos más habituales para justificar cuando desayunamos galletas. Sin embargo, los nutricionistas coinciden en que dedicar unos minutos más a planificar esta comida repercute de forma notable en la salud. Incorporar fruta cortada, un pan integral con aceite de oliva o un puñado de nueces no requiere grandes esfuerzos, pero sí conciencia.

Diversos programas europeos, como la Estrategia de Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad (NAOS), promovida por el Ministerio de Sanidad español y apoyada por organismos europeos, subrayan que la educación alimentaria es fundamental para mejorar la calidad de la dieta. Enseñar a los consumidores a leer etiquetas y elegir productos menos procesados es una herramienta eficaz para reducir el consumo excesivo de azúcares y grasas en el desayuno.

Como concluye la AECOSAN en su informe, «desayunar bien no es una cuestión de modas, sino de salud pública». Recuperar el valor de esta primera comida del día es, sin duda, una inversión a largo plazo en bienestar, energía y equilibrio.

 

 

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