Parece inofensivo pero pone los pelos de punta a los médicos: el hábito que hacemos todos cuando nos vamos a dormir

Hábitos

Parece inofensivo pero pone los pelos de punta a los médicos: el hábito que hacemos todos cuando nos vamos a dormir

Mantener un entorno limpio y saludable es fundamental para nuestro bienestar diario. La higiene no solo se refiere al cuerpo, sino también al espacio en el que descansamos o pasamos muchas horas. En muchas habitaciones, es común ver un vaso de agua al lado de la cama, por si surge la sed durante la noche o al despertar. Esa comodidad aparente puede parecer inofensiva, un hábito que hacemos todos cuando nos vamos a dormir. Pero también abre la puerta a problemas higiénicos silenciosos, ya que ese vaso expuesto puede convertirse en recoge‑polvo, caldo de bacterias o fuente de alérgenos sin que lo percibamos.

Según Healthline, «los buenos hábitos de higiene personal están directamente relacionados con menos enfermedades y mejor salud». Tener un vaso de agua junto a la cama resulta cómodo, pero no es la opción más higiénica. En primer lugar, el agua expuesta se encuentra al alcance del polvo ambiental, partículas y ácaros que flotan en el aire y se depositan en superficies no cubiertas. En segundo lugar, el vaso puede acumular humedad y permanecer ahí largo tiempo, lo que facilita la proliferación de bacterias o biofilms en el agua estancada; basta con que el líquido quede sin renovación o que el vaso no se limpie. Finalmente, al dormir, nuestra respiración, sudor y desprendimiento de células crean un microambiente propicio para ácaros y bacterias, es decir que nuestro propio lecho ya actúa como depósito microbiológico. Por estas razones, aunque la intención sea buena, el vaso de agua puede suponer un riesgo invisible para la higiene nocturna.

El hábito que hacemos todos cuando nos vamos a dormir que debemos desterrar

Causas de no tenerlo

Acumulación de polvo y partículas en suspensión

Cuando un vaso de agua queda al descubierto durante horas, partículas de polvo, ácaros y otros alérgenos presentes en el aire se depositan directamente sobre el agua o sus bordes.

Proliferación de bacterias o microorganismos

El agua estancada o sistémicamente expuesta se convierte en un entorno apto para que bacterias crezcan – y en casa, aunque sea en escala menor, el fenómeno puede ocurrir cuando dejamos agua repetidamente varias noches.

Ingresos de insectos o residuos indeseados

Un vaso abierto puede atraer insectos, mosquitos, pequeñas moscas o suciedad que inadvertidamente se deposita en el líquido.

Alteraciones en la calidad del agua

El agua que permanece a la intemperie puede absorber dióxido de carbono del aire y cambiar ligeramente su pH, lo que modifica su sabor y frescura.

Riesgos prácticos o de seguridad

Si el vaso está junto a dispositivos eléctricos o cargadores, un derrame accidental puede generar cortocircuitos o peligros.

Por qué desterrar el hábito que hacemos todos cuando nos vamos a dormir

Menor higiene y mayor exposición a alérgenos

Depositar polvo sobre el agua o en sus bordes puede contribuir a reacciones alérgicas, irritaciones o molestias durante el sueño.

Agua con sabor alterado o menos apetecible

Como se ha explicado, el agua expuesta puede “saberse rara” al despertar, reduciendo su utilidad en términos de hidratación refrescante.

Mayor riesgo de interrupción del sueño

Tener agua visible puede llevar a beber en mitad de la noche, lo que puede resultar en más visitas al baño y fragmentación del descanso.

Riesgo de derrames o accidentes

Un vaso sobre la mesita de noche puede caerse durante la noche, especialmente si la persona se mueve, lo que lleva a derrames, daño a dispositivos o incluso peligro eléctrico.

Alternativas para consumir agua de forma accesible y segura

Consejos y recomendaciones

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