Lo consumes a diario y podría causar daños intestinales y obesidad en tus hijos, según los expertos

Lo consumes a diario y podría causar daños intestinales y obesidad en tus hijos, según los expertos

Vivimos rodeados de alimentos procesados y aditivos que muchas veces pasan desapercibidos, pero algunos de ellos pueden tener consecuencias inquietantes para la salud a largo plazo. Entre estos ingredientes están los emulsionantes, sustancias químicas que se añaden a muchos productos para mejorar su textura, apariencia o duración. Aunque son muy comunes —los encontramos en helados, panes, cremas lácteas o salsas—, investigaciones recientes muestran que su consumo no es tan inocuo como podría parecer y podría causar daños intestinales y obesidad en tus hijos.

Un estudio reciente liderado por científicos del Institut Pasteur y el Inserm ha demostrado, en ratones, que la exposición materna a emulsionantes durante el embarazo y la lactancia altera la microbiota intestinal de la descendencia. Esos cambios no son temporales: persisten en la vida adulta y pueden aumentar la susceptibilidad a enfermedades inflamatorias intestinales y a la obesidad. Estas conclusiones, publicadas en la revista Nature Communications, han puesto sobre la mesa la necesidad urgente de revisar el uso de estos aditivos, especialmente en alimentos consumidos por mujeres gestantes o en fórmulas infantiles.

Aquello que consumes a diario y podría causar daños intestinales y obesidad en tus hijos

Los emulsionantes son aditivos alimentarios diseñados para estabilizar mezclas como agua y grasa. Se usan para mejorar la textura, evitar que los ingredientes se separen y prolongar la vida útil de muchos productos. Dos de los más estudiados en el trabajo del Institut Pasteur son la carboximetilcelulosa (CMC, E466) y el polisorbato 80 (E433). Ambos están presentes en numerosos alimentos procesados, entre ellos helados, masas, salsas o fórmulas infantiles.

El estudio en ratones: diseño y hallazgos clave

En el experimento, los investigadores expusieron a ratas a estos emulsionantes durante diez semanas antes de quedar embarazadas, y luego durante la gestación y la lactancia. Después, examinaron a sus crías, que nunca ingirieron estos aditivos directamente. Los resultados fueron reveladores: las crías mostraron una microbiota intestinal alterada desde las primeras semanas de vida, especialmente un aumento de bacterias con flagelos, conocidas por activar el sistema inmune y desencadenar inflamación.

Además, se observó un fenómeno de “acercamiento bacteriano” a la mucosa intestinal. Es decir, las bacterias invadían zonas que no deberían, lo que, según publicaciones del National Library of Medicine, establece una comunicación disfuncional entre el microbioma y el sistema inmunitario.

Otro hallazgo muy interesante es que ciertas vías muy importantes para la tolerancia inmune concluyen antes de lo normal en estos ratones: los “gaps” de paso de fragmentos bacterianos a través de la mucosa se cierran prematuramente, comprometiendo el desarrollo inmunológico.

A largo plazo, estas alteraciones se traducen en una respuesta inflamatoria exacerbada y un aumento del riesgo de desarrollar enfermedades inflamatorias intestinales crónicas y obesidad, es decir causar daños intestinales.

¿Qué significa para la salud humana?

Aunque este tipo de estudios se han hecho en ratones, sus implicaciones para los humanos son muy relevantes. Los autores del estudio subrayan que es fundamental investigar cómo los emulsionantes afectan a las personas, sobre todo cuando se exponen durante etapas críticas como el embarazo o la infancia temprana.

Además, los resultados invitan a repensar la regulación de los aditivos en alimentos altamente procesados y en productos destinados a bebés. Pensemos que algunas fórmulas infantiles contienen emulsionantes, y si estos compuestos actúan de forma similar en humanos, serían una fuente de riesgo subestimada para la salud intestinal a largo plazo.

Evidencia previa sobre la dieta materna y el microbioma

Este no es el primer estudio que plantea la influencia de la dieta materna sobre la microbiota de la descendencia y que podría causar daños intestinales y obesidad. Investigaciones anteriores han mostrado que una dieta alta en grasas durante el embarazo también puede alterar el microbioma intestinal de los hijos y favorecer estados inflamatorios o metabólicos.

Otro trabajo publicado en Microbiome demostró que los ácidos grasos maternos (como los omega-3) pueden reorganizar la microbiota en la descendencia y afectar el equilibrio metabólico, lo que refuerza la idea de que la nutrición materna es un factor clave para la salud futura del hijo.

Riesgos transgeneracionales

El estudio del Institut Pasteur aconseja que el consumo de emulsionantes no solo impacta a la generación directamente expuesta, sino que sus efectos se transmiten. Esto refuerza la idea de que ciertos agentes en la dieta pueden generar riesgos transgeneracionales: es decir, lo que come una madre hoy podría alterar la microbiota de sus hijos y predisponerlos a problemas de salud décadas después.

Por tanto, las políticas nutricionales deberían considerar no solo el impacto inmediato de los alimentos ultraprocesados, sino también su legado biológico para las generaciones futuras.

Qué podemos hacer en nuestro día a día

 

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