Contenido
- 0.1 Adiós a la grasa en la barriga: sólo necesitas tomar dos cucharadas al día de este ingrediente
- 0.2 La ciencia avisa sobre la piña en lata: esto es lo que dice sobre si es bueno o malo comerla
- 0.3 Aviso urgente de los médicos: si tomas esta fruta podría estar eliminando los efectos de tus medicamentos
- 1 Las razones de comer muy rápido
El ritmo de vida acelerado que llevan adelante miles de personas genera que, al momento de comer, lo hagan a un ritmo frenético debido a factores emocionales. Dicha conducta, más allá de parecer una simple costumbre cotidiana, puede esconder factores psicológicos e incluso neurocognitivos más complejos. Al comer muy rápido, sin masticar bien ni hacer pausas entre bocado y bocado, puede manifestarse un estilo de vida exigente, emociones intensas mal gestionadas y dificultades para conectar con las señales internas del cuerpo. Sin embargo, también puede ser un indicador temprano de ciertos patrones disfuncionales en la relación con la comida, con toda clase de consecuencias, tanto en la salud física como en el bienestar mental.
El acto de comer muy rápido requiere un análisis desde una perspectiva nutricional y como una conducta con posibles evidencias anímicas y emocionales. Diversos psicólogos e instituciones académicas puntualizan que comer muy rápido se vincula a factores como la impulsividad, el déficit en el control inhibitorio y trastornos de ansiedad, especialmente en mujeres. Por lo tanto, entre las razones intervienen variables biológicas, emocionales y cognitivas. Además, ingerir alimentos con rapidez tiene consecuencias en el proceso digestivo, en la absorción de nutrientes y puede favorecer un aumento del índice de masa corporal (IMC), malestar gástrico e incluso el desarrollo de enfermedades metabólicas. Según la Clínica Cleveland, comer rápido puede originarse como una respuesta adaptativa a entornos exigentes o situaciones de alta carga emocional. “Una vida agitada y la constante necesidad de optimizar el tiempo pueden instaurar el hábito de comer de forma apresurada, convirtiéndolo en un comportamiento automático difícil de revertir”, explican.
Las razones de comer muy rápido
Las influencias neuropsicológicas y los trastornos de ansiedad
Un informe clínico de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) explica que comer rápido puede estar asociado a disfunciones en los mecanismos de control ejecutivo y regulación emocional.
Los expertos señalan que la impulsividad y el control inhibitorio deficiente son factores claves en la forma en que las personas regulan su conducta alimentaria, especialmente aquellas con trastorno de ansiedad generalizada (TAG).
Dicho trastorno se caracteriza por preocupaciones persistentes, síntomas físicos y sensación de pérdida de control, lo cual puede influir directamente en los patrones de alimentación.
En las personas con TAG, la impulsividad se manifiesta como una predisposición a responder rápidamente ante estímulos sin reflexionar en las consecuencias. «La consecuencia es una menor planificación y una tendencia a conductas alimentarias impulsivas, como comer con rapidez», dicen expertos de NIH.
Los factores emocionales y el estilo de vida
Las situaciones de estrés, ansiedad o angustia emocional pueden interferir con los hábitos alimentarios, haciendo que la comida se utilice como una vía de escape emocional o una forma de evasión.
La psicóloga Leslie Heinberg explica que, en muchos casos, comer rápido no solo busca la satisfacción fisiológica, sino que también pretende mitigar el malestar emocional de forma temporal.
La profesional indica que otra causa frecuente de comer muy rápido es la falta de consciencia alimentaria. Por lo tanto, no prestar atención a las señales de hambre y saciedad puede llevar a un consumo mecánico, en el cual se ignora cuándo el cuerpo ha comido suficiente.
«El fenómeno es conocido como «alimentación inconsciente» y puede derivar en una sobre ingesta calórica, una menor percepción de placer durante las comidas y un vínculo emocional débil con el acto de alimentarse», dice Heinberg.
Las consecuencias físicas de comer con rapidez
Además de los aspectos emocionales y psicológicos, comer rápido genera diferentes malestares físicos. La profesora Cristina Bedmar, de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), menciona que este comportamiento puede provocar molestias digestivas como distensión abdominal, reflujo gastroesofágico y gases.
«Al no masticar bien los alimentos ni hacer pausas, se interrumpe el inicio del proceso digestivo, que comienza en la boca con la secreción de enzimas», explica Bedmar. A su vez, todo ello dificulta la correcta digestión y absorción de los nutrientes que afecta el estado nutricional a largo plazo.
El hábito de comer rápido también está totalmente asociado a un mayor riesgo de síndrome metabólico, una combinación de factores como presión arterial alta, glucosa elevada y exceso de grasa abdominal.
«Las personas que comen en menos de 15 o 20 minutos tienden a tener un índice de masa corporal (IMC) más alto y una mayor probabilidad de desarrollar obesidad o diabetes tipo 2», sostiene la profesional.
Las estrategias para mejorar el ritmo alimentario
Desde la UOC afirman que modificar el hábito de comer rápido requiere tiempo, paciencia y, en muchos casos, acompañamiento profesional. En este sentido, algunas estrategias para alimentarse a un ritmo más moderado incluyen comer en un entorno tranquilo, sin pantallas ni distracciones.
Otras sugerencias son masticar cada bocado entre 20 y 30 veces, hacer pausas conscientes entre bocados y prestar atención plena a las sensaciones corporales. La práctica de alimentación consciente puede ser útil para reconectar con las señales de hambre y saciedad, mejorar la relación con la comida y fomentar un estilo de vida más saludable.