La Clínica Mayo recomienda este sencillo ejercicio acuático para fortalecer las articulaciones a partir de los 60

Esta actividad mejora la movilidad y la condición física a la vez, algo que no logran muchas otras

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Recreación de una mujer en la piscina.

Con el paso del tiempo, el cuerpo va dejando señales. Cambia y se transforma en otro que ya no responde igual que antes.

Si se tratara de un edificio, los cimientos se volverían cada vez más finos. Podrían tambalear, se caerían algunos ladrillos, y habría que rellenar huecos con yeso para mantener la estructura. En el cuerpo humano no se trata de ladrillos, sino de músculos y articulaciones, que son la base que sostiene todo lo demás. Y cuando el cartílago se desgasta, la movilidad empieza a pagar la factura.

Contra eso no hay ninguna fórmula mágica, sin embargo, los especialistas llevan tiempo destacando un ejercicio sencillo, accesible y eficaz para quienes han cruzado la barrera de los 60: caminar en el agua.

Por qué este ejercicio en el agua puede cambiar tu salud articular a partir de los 60 años

La Clínica Mayo asegura que cuando se trata de cuidar articulaciones sin añadir impacto, caminar en el agua (o water walking) es uno de los movimientos más completos que existen. No es un invento moderno ni una tendencia viral: es lógica. La flotación reduce el peso que soportan las rodillas, caderas o tobillos. Eso permite moverse con menos dolor y más seguridad.

Además, el agua también exige. Cada paso implica empujar contra una resistencia mayor que la del aire. Esa fricción constante obliga a los músculos a trabajar más (piernas, brazos, core, espalda) sin sobrecargar las zonas más sensibles.

Lo curioso es que muchos descubren este tipo de entrenamiento cuando llegan a rehabilitación, o tras una lesión. Pero no hay que esperar a que algo falle. La marcha acuática también es perfecta como prevención, especialmente a partir de los 60, cuando la masa muscular empieza a disminuir y las articulaciones ya no tienen el mismo aguante.

Cómo poner en práctica este ejercicio paso a paso

No hace falta tener experiencia ni saber nadar. Para empezar, basta con una piscina donde el agua llegue más o menos hasta el pecho. Desde ahí, la técnica es sencilla:

En sesiones de apenas 20 a 30 minutos, este tipo de entrenamiento ayuda a ganar fuerza, quemar calorías, mejorar el equilibrio y reforzar el sistema cardiovascular. Además, la presión del agua favorece el retorno venoso, lo que mejora la circulación.

Por otro lado, y no menos importante, el entorno acuático tiene un efecto directo sobre el estado de ánimo. La sensación de ingravidez, la temperatura agradable del agua y el simple hecho de moverse sin dolor hacen que muchos lo describan como «su momento favorito del día».

No es casualidad que los médicos lo recomienden para personas con artrosis, osteoporosis o fibromialgia. Tampoco lo es que cada vez más mayores lo elijan como su ejercicio principal.

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