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Pensar que el músculo es sólo cosa de culturistas no puede estar más lejos de la realidad. Sin masa muscular suficiente, lo cotidiano se complica: subir escaleras, cargar la compra o mantener el equilibrio en la ducha se convierte en un reto. Y con los años, este desgaste es inevitable si no se actúa.
A partir de los 60, perder fuerza y estabilidad ya no es una posibilidad, es una certeza si no se hace nada para evitarlo. Lo que distingue a quien mantiene su autonomía de quien la pierde muchas veces se reduce a una combinación: tono muscular y control del cuerpo. Por suerte, no todo pasa por levantar pesas ni correr kilómetros. Existe una alternativa eficaz, segura y muy poco agresiva con las articulaciones respaldada por la Clínica Mayo.
Este es el ejercicio acuático que recomiendan a los 60 años, según la Clínica Mayo
Se llama deep-water walking with hand webs, o lo que es lo mismo: caminar en el agua profunda con guantes de resistencia. Puede sonar sofisticado, pero es tan simple como potente. Según la Clínica Mayo, este ejercicio es uno de los más completos para personas mayores que quieren ganar fuerza y mejorar su estabilidad sin riesgo de lesiones.
La clave está en la resistencia natural del agua, que obliga a activar los músculos sin impacto. Los guantes (que aumentan la superficie de las manos) añaden dificultad al movimiento de brazos, lo que se traduce en un trabajo real del tren superior y del core. Al caminar en agua profunda, se involucra todo el cuerpo, y la flotación permite mantener una postura erguida sin tensión en la espalda.
No se trata de nadar, sino de andar con ritmo, moviendo los brazos, manteniendo el tronco firme y los abdominales activos. Quienes lo practican ganan en equilibrio, fuerza y confianza al moverse fuera del agua.
Cómo se hace este ejercicio acuático
Primero, se entra en una piscina donde el agua llegue al pecho o más. Se colocan los guantes de resistencia (hand webs), y si hace falta, un cinturón de flotación o una noodle entre las piernas para mantener el cuerpo a flote sin esfuerzo.
Después, se camina. Al principio, despacio. Luego, se aumenta el ritmo poco a poco. Los brazos no van colgando: se balancean hacia adelante y atrás, empujando el agua. El tronco recto, la mirada al frente, y el abdomen activado. Cada paso obliga a trabajar los músculos sin que lo parezca. Y ahí está el truco.
El agua ofrece una resistencia suave pero constante. Cambiar el ángulo de las manos o acelerar el paso multiplica el esfuerzo. En poco tiempo, se nota en los hombros, en el abdomen y en las piernas.
Por qué es tan bueno este ejercicio a partir de los 60 años
A esa edad, proteger las articulaciones es tan importante como mantenerse en movimiento. El medio acuático reduce la presión sobre huesos y músculos, facilita el ejercicio aunque haya molestias o lesiones previas, y previene caídas gracias al trabajo constante del equilibrio.
Además, mejora la circulación, fortalece el corazón, y ayuda a combatir el estrés. El simple hecho de moverse en el agua ya tiene efectos positivos sobre el ánimo. Y eso, junto con un cuerpo fuerte y estable, marca la diferencia entre vivir con límites o sin ellos.