Contenido
Con los años, el cuerpo cambia y exige más atención. Hacer ejercicio a los 60 ya no es opcional si se quiere conservar la autonomía. Y en esa ecuación, los brazos juegan un papel clave: levantan bolsas, sostienen peso, frenan una caída o cargan a un nieto en brazos.
Por eso no conviene dejar los bíceps en segundo plano. No es cuestión de estética, sino de fuerza útil. La buena noticia es que hay un ejercicio en el agua, recomendado por la Clínica Mayo, ideal para mayores de 60 que quieren mantener los brazos fuertes sin castigar las articulaciones.
Este es el ejercicio que recomienda la Clínica Mayo para mayores de 60 años que quieren fortalecer los bíceps
Lo que sugiere la Clínica Mayo no requiere máquinas, ni gimnasio, ni movimientos imposibles. Se trata de usar mancuernas de espuma dentro del agua, conocidas como water weights. Son barras ligeras que, al sumergirse, crean resistencia natural. Esto convierte cualquier movimiento en un trabajo muscular controlado y eficaz.
Cómo hacer este ejercicio para bíceps
La versión más conocida es el curl de bíceps bajo el agua. Para hacerlo bien, hay que estar en una piscina con el agua a la altura del pecho. Pies separados al ancho de los hombros, espalda recta y abdomen firme.
Se sujeta una pesa de agua con cada mano, palmas hacia arriba. Desde esa posición, se doblan los codos y se llevan las pesas hacia los hombros, despacio. Después se baja lentamente, sin perder el control del movimiento. Lo ideal es hacer entre 12 y 15 repeticiones. Pero más que contar, lo importante es sentir que el músculo trabaja.
Un detalle clave es que no hay que hacerlo rápido. Subir y bajar con calma permite que el agua ofrezca su resistencia natural. Eso es lo que fortalece. También conviene vigilar que las muñecas no se doblen y que los codos no se separen del cuerpo.
Por qué es tan bueno este tipo de entrenamiento para los mayores de 60
El agua tiene una ventaja que no ofrecen ni el aire ni las pesas tradicionales: su resistencia cambia constantemente. Esto obliga a los músculos a estabilizarse, adaptarse y responder en tiempo real. Es un reto suave pero constante, ideal para fortalecer sin forzar.
Al no haber impacto, las articulaciones lo agradecen. Hombros y codos se mueven con más libertad, lo que mejora el rango de movimiento y reduce el riesgo de lesiones. Aquí no se trata sólo de ganar fuerza, sino también de conservar movilidad y agilidad.
Trabajar los bíceps con este tipo de ejercicios mejora el tono general del cuerpo, ayuda a conservar la masa muscular y tiene un efecto directo sobre el estado de ánimo. Estimula la circulación, aporta energía y reduce la sensación de fatiga, algo que muchos mayores arrastran sin saber por qué.
Además, este ejercicio va más allá del bíceps. Activa otros músculos como el braquial y el braquiorradial, fundamentales para dar potencia y grosor al brazo. Y quizá lo más interesante: mejora la conexión mente-músculo. Obliga al cuerpo a moverse con intención, no por inercia.