A pesar de que el pasado martes concluía el ultimátum público que Al-Khelaifi dio a Mbappé en la presentación de Luis Enrique, ni el jugador ha dado su brazo a torcer para renovar ni el PSG lo ha traspasado. Se ha abierto ahora un escenario en el que el calendario juega a favor de Mbappé, que no tiene prisa por irse, y del Real Madrid, que tampoco tiene urgencias por ficharle.
El más exigido en este culebrón es el PSG, que sabe que puede perder en un año al mejor futbolista del mundo sin ingresar ni un euro y necesita hacer caja para rehacer el equipo cuando se vaya Mbappé. Por eso es mejor tragarse el orgullo y traspasarlo este verano que quedárselo una temporada, pagarle su enorme salario aunque sea para tenerlo en la grada y después que se vaya al Real Madrid gratis.
El estado de Qatar, propietario del PSG, no lo va a tolerar y ya asume la marcha de Mbappé con resignación. Por eso, la pista de fichaje del azulgrana Dembélé por parte del club parisino es definitiva para confirmar la salida de Mbappé con destino al Real Madrid este mismo verano. Si fuera por los jefes de Al-Khelaifi, cuanto antes.
Mbappé se mantiene firme
Pero ahí es donde entra en juego la decisión de Mbappé. El jugador, que pasó el fin de semana libre en Mónaco mientras sus compañeros seguían de gira por Japón y se dedicó a lanzar una serie de indirectas en Instagram, se entrena con los indeseables pero está tranquilo y sabe que tiene la sartén por el mango
El Real Madrid también juega sus cartas. Para el club de Florentino Pérez, un maestro en fichajes galácticos sobre la bocina, cuanto más se acerque el deadline del 31 de agosto, más irá bajando el precio de Mbappé porque se acercará su fecha de caducidad y el PSG no puede permitirse el lujo de perder al mejor futbolista del mundo sin conseguir al menos un traspaso suculento que le permita afrontar una reconstrucción. El Real Madrid y Mbappé lo saben y por eso no tienen prisa. Ninguna.
