Los accesorios son uno de los puntos esenciales para dar personalidad a cualquier estilo. Muchas veces, encontramos complementos de muñeca cuyo interior cuenta con singularidades que deberían de considerarse como tal. Desde que las casas de moda se unieron a esta ancestral tradición, los resultados se plasman con la esencia de grandes artistas de su campo y un gran ejemplo es este nuevo reloj de la francesa Louis Vuitton, que ha creado junto al reconocido arquitecto Frank Gehry.
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La relación entre la casa de moda y el arquitecto no es nueva, puesto que ya han colaborado en previas ocasiones como en el Art Basel de Miami en 2023, donde el ganador del premio Pritzker desafió los límites entre la moda y la arquitectura creando una colección de bolsos cuyas formas eran un idilio entre ambas artes.
Si observamos el diseño desarrollado por, su cada vez más prestigiosa, Fabrique du Temps, los diseños van subiendo escalafones y se posicionan al mismo nivel que otras relojeras centenarias, es decir, Louis Vuitton está consiguiendo sus objetivos a pasos agigantados. Si observamos el reloj a simple vista, vemos una obra limpia, en color blanco, con una armonía estética que es agradable a la vista y que nos invita a estudiar todos los detalles que la componen.
Nos adentramos más en esta colaboración y estudiamos la inspiración que le ha llevado a fabricar este mecanismo de, apenas, 48,3 milímetros de diámetro, en el que ha respetado la esencia arquitectónica que representa al canadiense. Para el diseño de la esfera, Gehry se ha inspirado en la Maison Louis Vuitton de Seúl, donde creó una estructura de vidrio ondulada que parece flotar sobre el techo del edificio. Es complicado definir este espacio sobre un diseño de tamaño reducido, así que el arquitecto imprimió una foto del Tambor Moon Saphir de 2022, arrugó el papel y así es como llegó a crear la esfera del nuevo modelo.
Otra de sus inspiraciones viene del barco de cristal que construyó para la Fundación Louis Vuitton, sobre el cual quiere ofrecer una sensación de ligereza y profundidad, todo ello en clave de miniatura. “Mi inspiración proviene del mar, los peces, los barcos, el mundo náutico, porque encarnan la noción de movimiento, movilidad, velocidad”, explicaba el arquitecto en la gran inauguración de la Maison Louis Vuitton de Seúl. «Me gusta expresar movimiento, inyectar esta energía y dinamismo a materiales estáticos».
Para crear la caja y la esfera, el material escogido es el zafiro, un material que permite ser moldeado, para que alcance esa forma de relieve que se busca y así pueda tener esos efectos de luz que se busca. La Fabrique du Temps de Louis Vuitton creó la esfera cristalina, la cual tiene cerca de 250 horas de trabajo, de este Tambour Moon completamente transparente, a partir de un único bloque de zafiro de 200 kilos. La caja, la esfera, la corona, las asas y las agujas han sido talladas a partir de esta gema, la más dura del mundo después del diamante.
Los artesanos tuvieron que esculpir el zafiro a mano, dando vida a las formas y relieves dibujados por Frank Gehry, para lograr la prolongación de sus bocetos arquitectónicos y, para ello, tuvieron que usar herramientas quirúrgicas. No es de extrañar que el reloj tarde en su creación, puesto que el ejercicio es de suma delicadeza.
La pieza cuenta con más de 160 componentes y se ha tardado dos años en poder llevarla a cabo. La complicación está dotada con una marcha de 80 horas y cuenta con un movimiento mecánico de cuerda manual que puede verse sin problemas en todo momento, para así apreciar cómo gira a cada minuto la jaula de tourbillon. No hace falta decir que este diseño ha sido toda una proeza y que se ha producido en una serie limitada de cinco ejemplares y el que lo posea, tendrá un objeto que representa el auténtico lujo. Toda elegancia tiene un precio y el recomendado por el fabricante supera los 900.000 euros, por lo que si ese es el precio de venta con la existencia de cinco modelos en el mercado, el precio de reventa se puede llegar a triplicar.
