Por las aguas turquesa de Ibiza y Formentera han desfilado esta temporada algunos de los yates más fascinantes del mundo: el elegante velero de la familia Gucci, el mítico Fortuna que perteneció al Rey emérito Juan Carlos I, o joyas flotantes que superan los 100 metros de eslora y cuya sola presencia redefine el skyline de cualquier puerto. Pero más allá del brillo de las cubiertas de teca y las esculturas de Philippe Starck en cubierta, hay una tendencia que gana fuerza entre los propietarios más exigentes: el rediseño interior como forma de revalorizar el yate, no sólo como espacio de evasión, sino como activo patrimonial.
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Un yate es un bien de lujo, pero también una inversión que puede crecer en valor si se trata con inteligencia y sensibilidad. María Mas, fundadora de Aptero, la boutique de interiorismo que ha revolucionado el diseño de embarcaciones privadas desde una perspectiva estratégica y emocional.
Diseño con alma, visión patrimonial
Especializada en proyectos de alta exigencia estética y técnica, Aptero ha llevado su experiencia en retail premium, hotelería de autor y residencias exclusivas al universo náutico con un enfoque único. «Cada proyecto parte de una visión artesanal y confidencial. No sólo pensamos en materiales marinos o almacenamiento inteligente, también en cómo ese barco va a contar una historia, la del cliente y la de la embarcación», explica Mas.
Uno de sus trabajos más icónicos ha sido el rediseño del histórico yate que perteneció a Gianni Agnelli (fundador de FIAT y aristócrata italiano), símbolo del estilo italiano más sobrio y visionario. En ese caso, unir legado y contemporaneidad fue clave. Trabajan respetando la identidad original, pero integrando soluciones que hoy demanda un propietario de alto nivel.
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Gianni Agnelli fue dueño de un exclusivo yate Magnum Marine 40, Capri Edition (1999), una embarcación de estilo clásico y deportivo que destacaba por su elegancia, habitualmente atracado en su villa de Capri.
La nueva era del interiorismo náutico
En tiempos en los que el lujo ya no grita, sino que susurra, el diseño náutico también vira hacia el confort sofisticado, los detalles funcionales y el llamado lujo silencioso. Desde cocinas que desaparecen en panelados curvos hasta suites con textiles regenerados o mobiliario hecho a medida con maderas nobles tratadas para resistir la sal y el sol, todo se piensa al milímetro.
La idea de valor no es sól estética. Desde el estudio nos explican que un megayate de 100 metros de eslora genera, de media, un impacto económico anual de 6,5 millones de euros. Un 33% se destina a salarios, un 20% al mantenimiento, y un 10% al combustible, pero un diseño interior acertado puede influir directamente en su valor de reventa, su rentabilidad en charter o su eficiencia a bordo.

«Abordamos el diseño de yates con una visión orientada a reforzar su valor a largo plazo»
En las marinas más codiciadas de las Baleares, el diseño ya se ha convertido en un signo de distinción más. En IGY Ibiza Marina, donde recalan superyates como el de la familia Gucci o el del jeque de Qatar, contar con interiores únicos puede marcar la diferencia entre pasar desapercibido o ser el nombre más comentado de la temporada.

En Aptero, cada intervención es un ejercicio de alquimia entre función y belleza, pero también de estrategia. «Abordamos el diseño de yates con una visión orientada a reforzar tanto la calidad del espacio como su valor a largo plazo. El interiorismo se convierte así en una herramienta para aumentar el valor percibido y real del yate». Entienden la embarcación «no sólo como un espacio de disfrute, sino como un bien que debe ser gestionado con visión patrimonial, respetando su exclusividad e historia».