En el puerto de Ibiza, rodeado de superyates recién salidos de astillero, una embarcación histórica está acaparando miradas. No por su tamaño, ni por su lujo, sino por su pasado. Se trata del Foners, el yate que durante años fue conocido como Fortuna, la embarcación oficial del rey Juan Carlos I que fue símbolo del poder y estilo de vida del monarca emérito. Sin embargo, tras décadas de protagonismo, ahora nadie parece quererlo. Y hay una razón muy concreta para ello.
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El Fortuna fue construido en el año 2000 por Izar en los astilleros de San Fernando (Cádiz), por encargo de la Fundación Turística y Cultural de las Islas Baleares (Fundatur), que lo regaló al rey Juan Carlos. Con 41,5 metros de eslora y cuatro camarotes, podía alojar hasta ocho personas cómodamente. Pero lo más llamativo de este barco no eran sus interiores, sino su potencia: tres turbinas Rolls-Royce lo convertían en el yate más rápido del mundo, capaz de alcanzar 70 nudos, el equivalente a 130 kilómetros por hora.

El monarca navegó en él hasta 2014, justo un mes antes de abdicar. En ese momento, el yate volvió a manos de Fundatur, que lo vendió a la naviera Baleària por 2,2 millones de euros. La empresa lo reformó, le cambió el nombre a Foners y trató de darle una nueva vida. Pero el intento de resucitar al que fue una joya de la náutica no ha tenido el éxito esperado.
En 2018 Baleària decidió ponerlo en venta por 8 millones de euros. Pese a su historia, su velocidad y su renovación, no hubo interesados. Un año después, la naviera redujo el precio a la mitad. Tampoco hubo suerte. Finalmente, en 2021, volvió a ofrecerlo por los 2,2 millones que pagó, a través de agencias de prestigio como Yacht Harbour, Superyachts o Royal Yacht Brokers. Pero nadie ha querido hacerse con él.

Esta es la razón (de peso) por la que nadie quiere el yate
La razón principal: su altísimo consumo de combustible. Las mismas turbinas que lo convirtieron en una rareza náutica lo han vuelto casi inservible en tiempos donde la eficiencia energética y la sostenibilidad son clave incluso entre los más ricos. Según expertos del sector, este tipo de motores elevan los costes de mantenimiento y operación a cifras poco razonables para la mayoría de los posibles compradores.

En contraste, otros yates con pasado famoso y características más convencionales se venden o alquilan con mayor facilidad. Por ejemplo, el superyate Loon, también presente recientemente en Ibiza, se alquila por más de 500.000 € a la semana y es propiedad de un multimillonario norteamericano. Otro ejemplo es el Faith, vinculado a figuras como Michael Latifi (padre del piloto de F1 Nicholas Latifi), que también se ha dejado ver por aguas mediterráneas.
Hoy, el Foners está amarrado en Ibiza, la isla del lujo por excelencia. Quizás esperando que algún nostálgico o coleccionista de historias reales decida convertirlo en su próxima adquisición. Aunque, de momento, ni su linaje real ni su velocidad parecen suficientes para encontrar un nuevo dueño.