Este sábado, David Otero se subirá al escenario del concierto solidario de Cadena 100, un evento que le ilusiona especialmente. Sin embargo, este es sólo uno de los múltiples compromisos en su apretada agenda: «Tengo conciertos hoy jueves, el viernes y el sábado, así que hay que prepararse bien para todos», comenta el cantante. En este concierto solidario, interpretará tres canciones, una diferencia notable respecto a sus conciertos habituales de dos horas, donde hace un recorrido por toda su trayectoria: «Toco desde mi primera canción con El Canto del Loco hasta Inteligencia Natural, de mi último disco. Es un viaje brutal por un montón de canciones», explica.
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A pesar de su largo recorrido en la música, Otero sigue sorprendiéndose con la respuesta del público a sus temas: «El single que más cantan ahora es Cuando no quedan ganas, porque está sonando en la radio y le encanta a la gente. Pero también interpreto Peter Pan y la reacción es increíble». Para él, la música es una forma de conexión y de comunicación sensorial: «Las canciones tienen la magia de transportarte a momentos del pasado, de evocar recuerdos y emociones».
«A veces, algo tiene todas las papeletas para ser un éxito y pasa desapercibido. Y otras, una melodía inesperada se convierte en un himno»
Sobre el proceso de creación de un hit, Otero admite que no hay reglas: «Nunca sabes qué canción va a pegar. A veces, algo tiene todas las papeletas para ser un éxito y pasa desapercibido. Y otras, una melodía inesperada se convierte en un himno. Somos caprichosos con lo que nos gusta, y eso es parte de la magia de la música y de la naturaleza humana».

Su último álbum, Inteligencia Natural, no sólo es un título, sino un concepto que ha trabajado intensamente tras largas sesiones de psicoanálisis. «Mi psicoanalista me ayudó a reflexionar sobre cómo nos comunicamos y cómo eso condiciona nuestro comportamiento. Vivimos expuestos a un espejo constante a través de los móviles, recibiendo información que a veces nos hace perder de vista lo realmente importante», señala.
Para Otero, la música sigue siendo una forma de comunicación pura, una manera de expresar emociones en un mundo hiperconectado: «Muchas veces prestamos más atención a alguien que no conocemos al otro lado del mundo que a la persona que tenemos al lado».
«Mi hija ya es mayor de edad y ahora mi papel es más de guía y apoyo»
Con el Día del Padre a la vuelta de la esquina, la conversación se adentra en su faceta como padre. Su libro Precipicio al mar (2019) ya reflejaba su experiencia con la paternidad y, desde entonces, su visión ha evolucionado: «Ser padre es como la música, tienes que estar en flow con cada momento. Mi hija ya es mayor de edad y ahora mi papel es más de guía y apoyo. Mientras, mi hijo de once años está entrando en la adolescencia, una etapa que me encanta porque es una transformación increíble».

¿Podría escribir un segundo libro sobre esta nueva etapa? «Tal vez. La adolescencia es un mundo aparte, y cada hijo es distinto. Con el segundo te relajas más, aprendes que no todo es tan definitivo ni tan grave, aunque la atención sigue siendo la misma», afirma.
Aunque la música es su vida, Otero no presiona a sus hijos para que sigan sus pasos: «Mi hija es una apasionada de la música, aunque no veo que se vaya a dedicar a ello. Mi hijo, en cambio, tiene un talento increíble para el dibujo y la visión espacial. No sé qué harán en el futuro, el tiempo lo dirá».
Si tuviera que elegir una canción de su disco con un significado familiar, Otero lo tiene claro: «Tatuada tu huella es un tema que escribí tras la pérdida de nuestra perrita, que nos acompañó durante años y ayudó a educar a mis hijos. Es curioso cómo los animales pueden ser figuras clave en la familia y en la educación de los niños».
Entre reflexiones sobre la música, la vida y la paternidad, David Otero sigue demostrando que su carrera y su evolución personal van de la mano. Y, mientras tanto, sigue componiendo la banda sonora de muchas vidas.