Dicen que Demi Moore parece hoy más joven que cuando tenía 35 años. Su rostro terso y luminoso ha sido objeto de teorías, especulaciones y, sobre todo, admiración. Pero su caso, lejos de ser la norma, sirve de ejemplo sobre cómo una estética excesivamente intervenida puede romper la armonía natural del paso del tiempo. Porque, como explica la doctora María Eugenia Azzolin, médico estético y fundadora de Bennu Clinic, «la medicina estética debe buscar que te digan qué guapa estás, no qué te has hecho«. Hablamos con ella sobre los tratamientos que son perfectos para cada etapa de la vida.
- El dermatólogo de Kim Kardashian nos revela el secreto de su piel en la MET Gala 2025: «Células madre»
- Estos son los tratamientos beauty que recomiendan los dermatólogos a partir de los 40
En los últimos años, ha cambiado el mapa de edades y prioridades. Cada vez más personas se inician en tratamientos estéticos antes de los 30. Algunos casos mediáticos, como el de Lindsay Lohan, que ha protagonizado una visible transformación física tras abusar de ciertos retoques, evidencian los riesgos de no escuchar a profesionales formados. Por eso, la doctora Azzolin, ginecóloga con doctorado en medicina estética, propone una hoja de ruta clara, personalizada y, sobre todo, consciente.
«Cada etapa tiene su tratamiento ideal», señala. Desde la adolescencia se puede cuidar la piel con hábitos simples: limpieza, hidratación y protección solar. Y si hay patologías como acné o estrías, actuar pronto para no dejar marcas. A partir de los 20, entra en juego la prevención: el objetivo no es cambiar el rostro, sino preservarlo.

Entre los 20 y los 30 años, tratamientos como el Hydrafacial, que limpia y nutre en profundidad, los primeros peelings, skin boosters para hidratar en profundidad y, en algunos casos, el baby botox, pueden marcar la diferencia. «No todos los jóvenes lo necesitan, pero hay pieles que empiezan a marcarse pronto. Un pequeño gesto en el momento justo evita futuras líneas de expresión», apunta la experta.
«A los 35, la piel luce probablemente en su mejor versión. Por eso, en esa etapa buscamos mantener»
Los 30 son considerados el pico de juventud. «A los 35, la piel luce probablemente en su mejor versión. Por eso, en esa etapa buscamos mantener», afirma Azzolin. Para ello, combina tratamientos antioxidantes con vitaminas, exosomas y neuromoduladores que suavizan las expresiones del tercio superior sin bloquear la gestualidad. Además, la nueva generación de ácidos hialurónicos, que no aportan volumen pero estimulan el colágeno, ayudan a mantener firmeza y luminosidad.
¿Cómo decidir cuándo intervenir? La doctora Azzolin propone visualizar el rostro como un semáforo: zonas verdes que están bien, amarillas que requieren atención y rojas donde hay que actuar. «Entre los 30 y los 40 hay muchas zonas amarillas, lo que nos permite anticiparnos a cómo va a envejecer ese rostro y trabajar de forma preventiva para lograr un envejecimiento natural».

«Entre los 40 y 50… no se trata de rellenar por rellenar, sino de reponer volumen justo en las zonas donde se ha perdido»
La década entre los 40 y los 50 implica un cambio hormonal importante, sobre todo en mujeres que atraviesan la perimenopausia. Los estrógenos bajan, la flacidez aumenta y la reabsorción de los panículos grasos modifica la estructura del rostro. «No se trata de rellenar por rellenar, sino de reponer volumen justo en las zonas donde se ha perdido, con hialurónicos estratégicos y tratamientos para estimular colágeno y mejorar la calidad de piel con láseres o vitaminas», sostiene.
Superada la barrera de los 50, la clave es conservar la armonía. La neuromodulación sigue presente, pero con moderación: «No podemos bloquear la frente de alguien con exceso de piel porque le da una mirada cansada», advierte Azzolin. También es fundamental respetar los tiempos de recuperación y aceptar que algunas arrugas están destinadas a quedarse.
«El error está en querer borrar todo al final, cuando ya hay una huella de exceso», señala. Es lo que ella llama huella estética negativa: cuando el rostro ya no gana con lo que se ha hecho. En cambio, una huella estética positiva es aquella en la que, incluso tras absorberse el producto, la piel queda mejor. El uso correcto de inductores de colágeno o ácidos hialurónicos de calidad, con menor índice de modificación, puede garantizar ese resultado.
«Si ves a alguien que nunca se ve bien, probablemente haya un componente psicológico que se debe abordar desde la terapia”
La doctora también lanza una advertencia: «Hay chicas de 20 años que ya están modificando pómulos y labios y eso, con el tiempo, les suma años en lugar de restarlos». La clave, dice, está en saber decir no. Y en guiar a la paciente según su fisonomía, su tipo de rostro y, sobre todo, su momento vital.
«El problema no es ponerse labios, sino querer siempre más. Ahí es donde aparece la dismorfia corporal, y el papel del médico estético debe ser también educativo. Si ves a alguien que nunca se ve bien, probablemente haya un componente psicológico que se debe abordar desde la terapia».

«Me llegan pacientes que me muestran una foto de ellas mismas con filtro y dicen»
Las redes sociales tampoco ayudan. Filtros que borran poros, afinan mandíbulas o iluminan de forma irreal han creado una generación que quiere parecerse a su versión virtual. «Me llegan pacientes que me muestran una foto de ellas mismas con filtro y dicen: quiero verme así. Pero la piel tiene poros, tiene textura, y eso es saludable. La mejor terapia antiaging sigue siendo el protector solar», recuerda la médico estético.
«La medicina estética no busca que te veas como otra persona, sino que seas tú misma, en tu mejor versión»
En Bennu Clinic han incorporado analizadores faciales de última generación que incluso incluyen colorimetría, para identificar los tonos que más favorecen a cada paciente. Desde el color de sombras para realzar los ojos hasta qué prendas hacen vibrar la piel, todo suma en la búsqueda de esa versión mejorada de uno mismo.
Porque, al final, como resume la médico estético, «la medicina estética no busca que te veas como otra persona, sino que seas tú misma, en tu mejor versión, con la justa medida y con la sabiduría de aceptar que crecer también es parte de la belleza».