Hablamos mucho de México, pero es que nos gusta mucho este país bañado por el Atlántico y el Pacífico. Tan rico en yacimientos, en playas, en paisajes, en gastronomía… Y también en arquitectura. Porque el país mexicano deja muchos proyectos interesantes que conocer. Hay estudios de arquitectura que hacen cosas dignas de atraer nuestra curiosidad, y siempre estamos pendiente de lo que ocurre al otro lado del charco. Hoy hablamos de una casa muy especial. Una casa de madera y cristal en México, mitad de la naturaleza, creada por un estudio mexicano y que respeta, a la perfección, el ambiente sagrado que se respira en este lugar.
Viajamos hasta Malinalco, al sur del Estado de México. A 84 kilómetros de Ciudad de México y a 65 de Toluca. Un lugar con mucha historia detrás. Ha sido testigo de una de las firmas más importantes de su independencia pero también es un rincón de México con muchos yacimientos arqueológicos. Es un lugar, que podríamos decir, es un poco sagrado. Es la casa de una de las tres pirámides monolíticas, se conoce como «el cerro de los ídolos».
Sabiendo todo esto, el estudio de arquitectura MCXA Group, el estudio de Mauricio Ceballos, proyectó una casa que integra la sacralidad del terreno. Una casa que es consciente del lugar en el que está. No solo a nivel paisaje, también a nivel energías. Está construido de tal manera que respeta, completamente, la naturaleza que hay en su exterior.
Los materiales utilizados en su construcción son locales. Es un homenaje a la arquitectura prehispánica del lugar. La madera es el material predominante, además de la piedra, que como se explica, es ‘la versión maya’ del estuco. La casa, si la observamos, está llena de volúmenes, es serpenteante. Precisamente porque respeta, en todos los sentidos, lo que tiene a su alrededor. Zaha Hadid decía: «el mundo no es ángulo recto», y con esta casa, tendría toda la razón.
El cristal, que la naturaleza se integre también en el interior de la casa, es otro de los puntos fuertes de este proyecto. El exterior y el interior conviven como compañeros de piso. No hay decoración, no hay cuadros, no hay esculturas. La naturaleza son las mejores vistas posibles. No hay colores estridentes, son tonalidades neutras que dan paz y que se camuflan en la naturaleza como si viviéramos en ella. Como lo hacían los antepasados que vivían ahí. Uno de esos proyectos interesantes que le gustaría a arquitectos como Mies van der Rohe, que decía: «Debemos intentar acercar la naturaleza, las casas, y el ser humano a una unidad superior». Esta casa de madera y cristal de México lo cumple. Pues eso.
