Entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el desarrollo de la arquitectura modernista tuvo su gran auge en Madrid y los edificios con estas características, comenzaron a tomar presencia y protagonismo en la capital. Una proliferación de construcciones innovadoras e inspiradas en el modernismo europeo y estadounidense, que se ha plasmado en obras eternas y referencia. Sobre estas líneas nos centramos en una de las construcciones de referencia, el Palacio de Longoria de Madrid.
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En el céntrico barrio de Chueca, colindante con el señorial barrio de Justicia, la calle de Fernando VI acoge una obra de arte, un palacio que es la sede actual de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) y se erige como uno de los principales representantes del modernismo madrileño.
Inaugurado en 1904, fue construido a iniciativa de José González Longoria, con una finalidad no sólo residencial sino también comercial, como sede de su negocio bancario. Su fachada destaca a la vista y las molduras, en clave redonda ornamentando la fachada, cobran presencia con los edificios en concepto clásico que le rodean.
Su libertad expresiva a la hora de diseñar los alzados y perfiles curvos que visten la fachada, sus curiosas columnas palmera en piedra artificial, sus formas, formas suaves, vegetales y orgánicas lo convierten en el ejemplo modernista más puro de la capital.
En el interior sobresale una escalera imperial de perímetro circular inspirada, como el resto de la ornamentación, en la arquitectura modernista francesa.
Por dentro el Palacio de Longoria adopta formas más clásicas. Levantado sobre un solar cuadrado, el espacio se erige en dos cuerpos rectangulares que hacen forma de L. Estas dos alas del inmueble se ensamblan en el torreón circular, que alberga la gran escalera que sirve de distribuidor. Esta escalera está coronada por una impresionante cúpula de hierro con vidrieras que aportan un toque de color.
Los cuidados detalles del interior se denotan hasta en la barandilla, la cual se puede describir como una cuidada obra de arte, con adornos de hojas y flores moldeadas de latón. La parte interior del solar alberga un extenso patio al que asoma la fachada trasera, del mismo estilo que la delantera.
La parte baja de esta fachada trasera lo forma la galería porticada, que sirve de antesala al jardín. Los soportes de sus extremos son unas curiosas palmeras labradas en hierro, con una doble función ornamental y de sustentación.
El Palacio de Longoria lo mandó construir el financiero Javier González Longoria, que vio terminada la obra en 1904. Su idea era tener las oficinas del banco en la planta baja y su vivienda particular en el resto del espacio. El diseño del edificio corresponde a José Grases Riera, arquitecto catalán a quien se suele relacionar con Antonio Gaudí.
Diez años más tarde, la propiedad ya estaba en manos de la Compañía Dental Española, que la reformó, pero el tiempo y la falta de mantenimiento fue degradando el edificio hasta que, en 1950, la SGAE lo adquirió.