Contenido
- 0.1 ¿Cuál es el mejor color para que los mayores de 60 años sientan calma y serenidad?
- 0.2 Por qué nos vestimos de rojo en Nochebuena y Navidad, según la psicología
- 0.3 Si te inclinas siempre hacia estos colores, la psicología dice que eres una persona más intuitiva que el promedio
- 1 El amarillo como estímulo emocional y mental para las personas mayores
- 2 Cómo influyen otros colores en los mayores
Las personas mayores suelen pasar muchas horas en espacios cerrados y repetidos, lo que aumenta la relevancia de los colores que las rodean.
La forma en la que percibimos un entorno afecta nuestro estado de ánimo, nuestra orientación y hasta las ganas de participar en actividades cotidianas. En residencias y centros gerontológicos, el color deja de ser una cuestión estética para convertirse en una herramienta de bienestar.
El médico gerontólogo Víctor López lleva años reflexionando sobre este tema. Entre todos los tonos, destaca uno en particular. Según explica, el amarillo aporta vivacidad, estimula la mente y ayuda a levantar el ánimo en personas mayores, sobre todo cuando aparecen la tristeza, la confusión o la apatía.
El amarillo como estímulo emocional y mental para las personas mayores
El amarillo es un color que no pasa desapercibido. Tiene luz propia y activa la percepción incluso con poca iluminación natural. En personas mayores, esto es clave, ya que la visión suele perder contraste y nitidez con el paso del tiempo.
Según explica Víctor López, este color ayuda a combatir el miedo a lo nuevo y favorece la curiosidad. No es casualidad que se asocie con el aprendizaje y la atención. En espacios donde se realizan actividades cognitivas, ejercicios de memoria o talleres manuales, el amarillo puede facilitar la concentración sin generar tensión.
También tiene un efecto directo sobre el estado de ánimo. En personas que se sienten apagadas, desorientadas o emocionalmente bajas, un entorno amarillo puede aportar sensación de energía y claridad mental. No se trata de pintar todo de amarillo, sino de usarlo con sentido en salas comunes, zonas de ocio o espacios donde se fomente la participación.
Otro punto importante es que ayuda a diferenciar espacios. En residencias, esto mejora la orientación y reduce la ansiedad, sobre todo en personas con deterioro cognitivo leve. Un entorno reconocible es un entorno más seguro.
Eso sí, como recuerda el especialista, el efecto del color siempre depende del contexto, la sensibilidad personal y el equilibrio con otros tonos. El objetivo no es estimular en exceso, sino acompañar.
Cómo influyen otros colores en los mayores
El resto de colores también tiene un impacto claro en la percepción y el bienestar emocional. La clave está en combinarlos bien según el uso del espacio.
- Azul: tiene un efecto calmante. Reduce la aceleración física y mental, por lo que es adecuado para dormitorios y zonas de descanso.
- Verde: transmite serenidad y conexión con la naturaleza. Favorece la conversación tranquila y la sensación de equilibrio.
- Blanco: aporta luz y amplitud. Es útil en pasillos estrechos y zonas comunes, pero en exceso puede resultar frío.
- Naranja: estimula la interacción social y el apetito. Funciona bien en comedores y espacios compartidos.
- Gris: comunica neutralidad y sobriedad. Conviene usarlo con moderación para evitar ambientes apagados.
- Negro: transmite formalidad, pero puede generar tristeza o rigidez emocional si se abusa de él.
- Rojo: es muy estimulante. Puede generar inquietud en personas sensibles, por lo que su uso debe ser puntual y controlado.
Elegir bien los colores puede ser una forma de cuidar. En personas mayores, donde cada estímulo es importante, el entorno puede convertirse en un enorme aliado para el bienestar.






